Hay casos en los que que el carácter se adquiere con el tiempo.Pero no es así en el caso de Pez Limbo . El proyecto teatral, que suma ya una década, arrancó con algunas de sus señas de identidad bien marcadas. Y es que aquella ... apuesta inicial de Edu Hernando, Raúl Camino y Begoña Martín Treviño era original, inusual, sorpresiva y cercana a los espectadores del arranque del Festival Internacional de Teatro de Vitoria de 2010. «Eran tres piezas cortas de teatro, en casa de los compañeros, en la mía y en la recién estrenada sala Monstrenka», recuerda Hernando y remarca que buscaban «otra forma de que el público se acerque al teatro». Citaron al respetable –que no sabía ni qué iba a ver ni dónde– en el Principal, desde donde se le llevaba en autobús a las representaciones. «Fue muy bonito y agradable y decidimos juntarnos. Eran los años del peor momento de la crisis, con una importante caída de los presupuestos en las instituciones. Begoña y Raúl veían de trabajar mucho con otras compañías y había poco trabajo, así que decidimos intentar montar nuestra coimpañía» , recuerda.
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Dentro de esos momentos de incertidumbre, «cada cosa que conseguíamos era un reto y una alegría. Cuando recibimos la primera carta del Gobierno vasco con el apoyo al primer festival 150 Gramos, se me saltaban las lágrimas, confiesa Edu Hernando. También contaron con apoyo municipal y lograron poner en pie un ciclo escénico en un mercado que en la primera ocasión fue el de Santa Bárbara. «Lo planteamos como una forma de conjuntar cultura y comercio y aprovechar las sinergias de un mundo y de otro», relata Hernando.
Mientras los comercaintes eran un tanto escépticos, «el público vino encantado. En el teatro vivimos de las emociones y sensaciones. Se mezclaban las funciones con los olores de carne, pescado o fruta. En la obra 'Espinazo o callos', el espacio de una carnicería fue determinante», explica el impulsor de una iniciativa que ya ha multiplicado por diez su peso y este año alcanzará su undécima edición.
Pero no son sólo esos 150 gramos: Pez Limbo han sumado en su camino 15 espectáculos, de diferente talante, entorno y formato. Y no ha sido sencillo. «Para el primero que hicimos, pusimos mil euros cada uno, todas las horas del mundo, con la furgoneta del hermano, el local que nos dejaba elAyuntamiento, la bicicleta...», rememora Edu Hernando.
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Reflexiona ahora que «no es fácil mantener un proyecto vivo diez años, ni en Vitoria ni en prácticamente ningún lugar del Estado.Hemos visto cómo muchos cercanos han caído o se han mantenido a duras penas». Confiesa que tras el nombre de Pez Limbo hay «bastante orgullo de mantenerlo, sin parar de trabajar. Me hace gracia que gente que no conoce el sector comente si lo haces por placer.La verdad es que en un escenario, o trabajas y trabajas y trabajas... por lo menos los que no tenemos un don especial artístico. Yo me considero más artesano que artista, en el sentido de que conseguimos los resultados a base de pico y pala».
Al mirar atrás, el trayecto «ha sido bonito, con altibajos, principios ilusionantes y también momentos gratificantes cada vez que conseguíamos algo». Hernando repasa «el proceso de separación de mis anteriores compañeros de Pez Limbo, con quienes mantengo muy buena relación y seguimos colaborando».
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También apunta «la precariedad del sector cultural» y suma «los últimos cuatro años, con la vista en colaborar con diferentes proyectos, con gente con la que me ha apetecido trabajar», como María Goiricelaya y su pieza 'El patio de mi casa', en torno al relato vasco. Además, la compañía ha contado con las incorporaciones de Josune Velez de Mendizabal y Naike Bengoa.
Han sido muy diversos escenarios, en más de un sentido. «Nos gusta sacar el teatro de los sitios habituales, llevarlo a lugares que nos dan algo especial», señala Hernando y expone, por ejemplo, cómo en 2015 plantearon el recorrido poético-teatral 'Sumideros' en la Casa de Duchas del Casco Viejo «que se cerró como un año antes, con más de 30.000 usos anuales. Mucha gente del barrio se acercó y nos contó sus historias. Eso es parte del patrimonio de la ciudad».
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Reivindicar espacios desde el punto de vista ciudadano y escénico es parte del ADN o las escamas de la compañía, que ha actuado en la calle, en el cementerio de Santa Isabel o, ayer mismo, en la iglesia y la Casa del Concejo de Elorriaga, donde presentó su obra 'Boxers' o 'Benditas', de El Mono Habitado. Esto se enmarca en la iniciativa AntzokOH!, cuyo nombre hibrida términos como 'antzoki' y 'txoko' con la sorpresa, que Pez Limbo lleva por diversos pueblos de Álava. Además, llevan adelante el proyecto PixKat, de sensibilización con el público joven en institutos. En ambos casos hay mediación y diálogo con el público.
Y, de cara al próximo otoño, Pez Limbo preparan 'Marea Baja-Itsasbehera', en castellano y en euskera. en es ta pieza existencialista, los actores Unai López de Armentia y Javier Barandiaran, dirigidos por Espe López, evidencian la carga de ser hombres «con un punto de vista divertido y cercano al público». Sonrisas frescas que, en más de un caso, tienden a congelarse y dan que pensar.
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