El Palacio de Justicia acogió este lunes la primera jornada del juicio por el asesinato de M. J. B. y su madre F., crimen ocurrido el 20 de abril de 2018, que sirvió para poner algunas cartas sobre la mesa. Sin ninguna duda sobre la ... autoría, la clave residirá en si el jurado popular los considera asesinatos con alevosía u homicidios. Una u otra calificación podrían suponer hasta 52 años de diferencia en una hipotética sentencia inculpatoria, que decidirá la jueza de la Audiencia Provincial Elena Cabero.
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Por eso las tres acusaciones -Fiscalía, acusación particular y popular- insistieron este lunes en la «premeditación» del acusado, Javier R., que hacía sólo seis meses de su divorcio de M. J. tras varios años de problemática relación. Reclaman una horquilla de 50 a 60 años de cárcel para este guipuzcoano de 50 años del que destacan su talante machista. «No quería que M. J. trabajara», aseguró su hermano pequeño.
«No estaba mal de la cabeza, era egoísta y egocéntrico. Pido que la pena que le caiga sea íntegra. Sé que este individuo se quedó con ganas de continuar, iba a venir a por mí», proclamó la hermana mayor y primogénita de ambas víctimas, respectivamente.
La defensa de Javier R. le dibujó como un hombre deprimido por una compleja ruptura traumática. Por eso solicitó un máximo de ocho años por dos homicidios al considerar que aquella mañana sufrió «un trastorno mental transitorio».
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Desde este lunes y hasta el próximo 9 o 10 de marzo, unos y otros tratarán de probar ante el jurado popular, compuesto por seis hombres y tres mujeres, estos postulados. Lo que quedó claro este lunes es que el crimen de Javier -quien también prendió fuego a la casa que fue su hogar, en la calle Julián de Arrese- ha dejado una familia consumida por el dolor. Cuatro años después de perder a M. J. y F., la mayoría de sus familiares directos sigue tratamientos psicológicos y toma medicación.
«Nos ha destrozado la vida a todos. Mi padre sigue totalmente hundido», relató el hermano menor de M. J.. Él se ha hecho cargo de los dos huérfanos que deja este doble asesinato, el mayor crimen machista de la historia reciente de Álava. Calificó a su antiguo cuñado de «persona con actitud infantil, no aceptaba que se hubiera acabado la relación. A mi hermana llegó a decirle que no sería capaz de vivir solo».
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Más contundente resultó el testimonio de la hermana mayor de M. J.. «Era totalmente dependiente de ella. Ella le había cogido asco a estar juntos». De hecho, aunque firmaron el divorcio en octubre de 2017, dos años atrás la mujer ya le comentó su idea de separar sus caminos. «Yo fui uno de los que le dije al principio que no lo hiciera por los niños», reconoció con voz queda el patriarca, Aurelio. Pronto cambió de opinión. «M. J. nos dijo que la controlaba, y también a los niños». Por eso solía bajar a la calle a vigilar sus movimientos cuando le tocaba quedarse con los pequeños.
Según trazaron estos parientes, las discusiones entre ambos eran constantes. Tampoco se llevaba bien con sus hijos. Le culpan de desatenderlos. Incluso de instrumentalizarlos para conocer los pasos de su expareja; si trabajaba, si había conocido a alguien...
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Como marca el protocolo en cualquier proceso penal, el acusado fue el primero en testificar. Lo hizo a medias porque se negó a responder a las tres acusaciones. Aún así tuvo que oír las cien preguntas preparadas por la fiscal Camino Méndez y otra treintena más a cargo de los letrados Cecilia Piris y José Miguel Fernández, Fote. No movió un músculo durante esos largos veinte minutos de comunicación unidireccional.
Sí respondió a su abogado de oficio. Por cierto, hace unos meses cortó con su letrado de pago tras descubrirse que había vendido su casa para pagarle su minuta en vez de destinar ese dinero íntegro a una posible responsabilidad civil. «Esa cantidad ya está en la cuenta del juzgado», aclaró su actual defensor.
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El encausado negó que el día previo a los hechos acudiera al bloque donde residía su ex, pese a que le vieron varios testigos. Respecto a lo ocurrido el 20 de abril de 2018, declaró que subió al piso a por unos papeles, aunque hacía semanas que su ex no quería ningún contacto. Explicó que llevaba consigo un cuchillo para «hacerme daño». Al encontrarlas mantuvo una discusión con las víctimas. Ambas fueron halladas en una planta inferior a su casa, se cree que porque intentaron huir. «Jamás tuve intención de matar. Se me fue un poco la olla, saco el cuchillo...». Y tras decir que no recordaba las agresiones, sí admitió que «pasó lo que no tenía que pasar».
La maratoniana primera jornada en la Audiencia Provincial de Álava por el doble crimen machista sirvió asimismo para que la jueza Elena Cabero marcara los límites a todas las partes personadas. Al acusado, que lleva en prisión preventiva desde los hechos, le cortó al primer desplante.
Éste comenzó a cabecear durante la intervención del hermano menor de M. J., que no vio nada al separarles un biombo. Sin embargo, el movimiento no pasó desapercibido para la jueza. «No haga gestos porque le estoy viendo. Usted oiga pero esté tranquilo», le apercibió.
También llamó la atención hasta en cuatro ocasiones diferentes al letrado de la defensa. Su pecado consistió en hablar sin activar el micrófono, por lo que sus intervenciones ni las escuchaba el jurado ni quedaban grabadas.
Y la acusación también tuvo su tirón de orejas, más leve eso sí. Cortó a la fiscal por su insistencia con un testigo sobre el comportamiento del procesado con su exmujer. «Señoría, lo veo necesario para confirmar que existe una circunstancia agravante de razón de género (violencia machista)», justificó Camino Méndez. A José Miguel Fernández, Fote, de la asociación Clara Campoamor también le pidió cambiar de tercio.
El juicio en sí arrancó a las 9.30 con la selección del jurado popular. Poco más de dos horas después ya había elegidos. Seis hombres y tres mujeres a los que tocará decidir si Javier R. fue el autor -aspecto que quedó aclarado ya este lunes-. En estos procesos hacen falta siete votos favorables para un veredicto condenatario y sólo cinco para la absolución.
Esos nueve ciudadanos anónimos decidirán asimismo las circunstancias del doble crimen perpetrado en el barrio de Lakua-Arriaga hace ahora cuatro años. Sus valoraciones, que llegarán el 9 o 10 de marzo, marcarán la calificación del delito -asesinato u homicidio- y delimitarán la posterior sentencia de la juez Cabero, que llegaría días o semanas después.
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