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Hay una historia desconocida que une Vitoria con el actual Estado de Malta, Carlos V y los Caballeros Hospitalarios de Jerusalén. Y en este 2024 se van a cumplir 500 años de ese hito que vinculó estos cuatro elementos y a varios lugares y personajes ... alaveses más.
Hasta ahora se sabía que el emperador Carlos V fue quien concedió la isla de Malta a la Orden de los Caballeros Hospitalarios de Jerusalén, conocidos desde entonces como Orden de Malta. El emperador hizo dicha entrega a cambio de un halcón que debía ser proporcionado cada año, el día de Todos los Santos, al Virrey de Sicilia, el cual se lo haría llegar al emperador.
Este pacto, —acto fundacional de Malta como actual nación, miembro de pleno derecho de la Unión Europea— fue formalizado en 1530, siendo ese año el que se menciona en las fuentes históricas como fecha de nacimiento del 'Halcón Maltés', episodio histórico que dio pie a una célebre novela negra y a su posterior película protagonizada por Humphrey Bogard.
Sin embargo, el historiador, periodista y escritor vitoriano Ramón Jiménez Fraile ha descubierto que dicho pacto no se selló en 1530, sino seis años antes, en 1524, por decisión irrevocable del emperador Carlos V durante su estancia de más de dos meses en Vitoria. «El primero que dejó constancia escrita de ello fue el vitoriano Martín de Salinas», que fue «embajador del infante Fernando de Hungría y Bohemia ante su hermano Carlos V», informa Jiménez Fraile.
Ramón Jiménez Fraile
Historiador, periodista y escritor
El descubrimiento que vincula Vitoria, el Estado de Malta y la histórica Orden de Caballería es fruto de una investigación realizada por historiadores de la 'Asociación Histórica Vitoria 2013', empeñados en conmemorar la estancia de Carlos V en la capital, de la que en este enero se cumplirá el quinto centenario.
«En 1524, Carlos V se instaló con toda su corte en Vitoria para seguir desde allí la liberación de Fuenterrabía, tomada por los franceses. Durante los más de dos meses que permaneció en Vitoria, del 5 de enero al 7 de marzo-, el emperador recibió diversas embajadas. Una de ellas estaba formada por tres miembros de la Orden de San Juan enviados para pedir al emperador tierras donde asentarse tras haber sido expulsados primero de Tierra Santa, después de Chipre y por último de Rodas, por Solimán el Magnífico», explica Jiménez Fraile.
El análisis de la correspondencia del embajador vitoriano Martín de Salinas al Archiduque de Austria ha permitido a este historiador precisar la identidad de los tres miembros que componían esta embajada: Diego de Toledo, hijo del segundo Duque de Alba, Gabriele Tadino de Martinengo y Antonio Bosio.
Los tres embajadores de la Orden de San Juan que Carlos V recibió en Vitoria
Diego de Toledo o Diego Álvarez de Toledo hijo del segundo Duque de Alba, Fadrique Álvarez de Toledo, y de Isabel de Zúñiga y Pimentel era Prior para Castilla de la Orden de San Juan, y como tal ejerció de jefe de la delegación. Fundó Argamasilla de Alba (Ciudad Real), en 1540, y que murió en Perpiñán siendo capitán general.
Gabriele Tadino de Martinengo Este italiano empezó su carrera sirviendo a Venecia como soldado e ingeniero militar. Se encontraba en Creta en 1522 cuando el miembro de la Orden de San Juan Antonio Bosio le pidió se desplazara a Rodas ante el asedio de que era objeto la isla por parte de Solimán El Magnífico. Pese a la objeción de Venecia, Martinengo fue a Rodas y participó en la defensa de la isla, perdiendo un ojo en combate (el ojo derecho, a juzgar por el retrato que le hizo Tiziano). En agradecimiento a sus servicios, la Orden de San Juan le nombró Caballero de la Gran Cruz.
Antonio Bosio fue antecesor del maltés del mismo nombre, nacido en 1575, a quien se considera pionero de los estudios arqueológicos de Roma.
Se conoce la actividad de Carlos V en Vitoria gracias a una carta de Martín de Salinas dirigida al infante Fernando con fecha del 24 de marzo. En ella, Salinas deja constancia de que «le concedió la isla de Malta a la Orden de Jerusalén junto con la ciuda de Trípoli. Como contraprestación el emperador solicitó que debían entregarle cada año un halcón. La orden de militar y religiosa se lo pensó durante seis años porque aceptar Trípoli era más un problema que un favor, aunque finalmente aceptaron», explica, «pero fue en Vitoria en 1524 donde Carlos V tomó la decisión de entregar la isla».
«Esta carta de Salinas no permite asegurar de manera irrefutable que la decisión de entregar Malta la tomó Carlos V estando en Vitoria. Tan solo se deduce que así pudo ser a tenor del orden en la enumeración de los hechos abordados en la misiva. Salinas menciona el asunto de Malta tras hacer referencia a la toma de Fuenterrabía por parte de las tropas imperiales y antes de referirse a las negociaciones con emisarios portugueses sobre Las Molucas a raíz de la expedición Magallanes-Elcano (que dieron lugar al Tratado de Vitoria precursor de la Junta de Geógrafos de Elvas Badajoz). Ambos acontecimientos -la recuperación de Fuenterrabía y el Tratado de Vitoria con Portugal sobre Las Molucas- tuvieron lugar en febrero de 1524, mes en el que el emperador residió en Vitoria», recuerda Jiménez.
Sin embargo, este historiador ha encontrado la prueba de que la decisión de la entrega de Malta y Trípoli a dichos caballeros la decidió Carlos V estando en Vitoria. Es un documento de la propia Orden de San Juan que Jiménez Fraile ha podido consultar recientemente en Estambul. Se trata de la 'Coronica de la Ilustrissima Milicia y Sagrada Religion de San Juan Bautista de Ierusalem', publicada en 1639 por el Comendador Fray Juan Agustín de Funes. En esta obra, se da cuenta de la embajada fue al encuentro de Carlos V, en Pamplona y Vitoria, en el invierno de 1523-24, y que fue en la capital alavesa donde decidió «sin admitir más réplica» conceder a la Orden de San Juan la ciudad y fortaleza de Trípoli con las islas de Malta y del Gozo.
Con el hallazgo de estos documentos queda demostrado, por dos fuentes diferentes pero concordantes, que «Vitoria fue el escenario, a principios de 1524, en enero o febrero, de la histórica decisión imperial que supuso el acta fundacional de la Orden de Malta y del subsiguiente Estado maltés», concluye Jiménez Fraile.
Gracias a esta entrega, los caballeros de Malta se asentaron en la isla, la defienden de los piratas berberiscos, bautizaron la capital con el nombre de La Valeta, en honor al gran maestre de la orden, Jean Parisot de La Valette, y permanecieron allí hasta que fueron expulsados por Napoleón Bonaparte, en 1798. «El estado de Malta no se entendería sin la decisión que se toma en Vitoria», asevera.
En cuanto al embajador vitoriano Martín de Salinas -hijo del que fuera escribano de la ciudad y tesorero mayor de Isabel la Católica, Martín Sáez de Salinas-, permaneció al servicio de Fernando de Austria, hermano de Carlos V. Al final de su vida, Martín de Salinas se retiró a su ciudad natal donde construyó el palacio renacentista de Villa Suso. Sus restos reposan en la catedral de Santa María.
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Sergio Carracedo
Se da la circunstancia de que, en Álava, concretamente en Salinas de Añana, existe el monasterio de San Juan de Acre, habitado por monjas de clausura de la Orden de San Juan de Jerusalén.
Denominado 'Real Monasterio de Monjas Comendadoras de San Juan de Acre, Orden de Malta', «es el más antiguo de la orden en España, habiendo pertenecido originalmente a los Templarios. El actual «se construyó de piedra en 1762 y sustituyó a otro anterior que era de madera, cuyo origen se remonta a los tiempos de las Cruzadas», añade. «Esta es la orden de Caballería más antigua que se conserva y tiene reconocimiento de estado sin territorio», concluye.
Ramón Jiménez Fraile es licenciado en Historia y Civilización por la Universidad de Nancy y en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra. Además, es diplomado en Estudios Europeos por la Escuela Diplomática de Madrid. Fue corresponsal en Bruselas de la Agencia EFE y de EL CORREO antes de incorporarse, en la década de 1980, a las instituciones de la Unión Europea, donde ha ejercido funciones de responsabilidad en materia de comunicación. De sus viajes e investigaciones, centradas en el mundo de la exploración, ha dejado constancia en varios libros, así como en numerosos artículos publicados por la Sociedad Geográfica Española, de cuyo comité editorial es miembro. Fue galardonado con el Premio de Ensayo Becerro de Bengoa de la Diputación Foral de Álava.
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