![«La derecha vasca no era cosa de dos partidos, la rivalidad llegó a las manos»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202202/12/media/cortadas/fernandez-redondo-kGDG-U160920097571dGH-1248x770@El%20Correo.jpg)
![«La derecha vasca no era cosa de dos partidos, la rivalidad llegó a las manos»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202202/12/media/cortadas/fernandez-redondo-kGDG-U160920097571dGH-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Abordar la cuestión del fascismo español en el País Vasco no es una tarea sencilla. Sin embargo, el vizcaíno Iñaki Fernández Redondo lo ha estudiado a fondo en su tesis doctoral que ahora toma forma de libro. El doctor en Historia presenta hoy (19.00 ... horas) en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa 'El fascismo vasco y la construcción del régimen franquista (1933-1945)' en compañía del catedrático de Historia Antonio Rivera, presidente del Instituto Valentín de Foronda.
Presentación: Hoy, a las 19.00 horas, en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa. Organiza el Instituto Valentín de Foronda
Venta: En librerías, a 18 euros en la versión impresa, y la versión Kindle, por 5 euros en Internet.
– ¿Qué se entiende por fascismo vasco?
– Se puede interpretar de varias maneras, pero el libro se centra en el fascismo español en el ámbito de las tres provincias vascas. La obra es un recorrido del proyecto político fascista desde que aparece en la Segunda República, en 1933, cuando aparecen los primeros partidos, las JONS, hasta 1945, que es el final de la II Guerra Mundial y momento en que falangistas y fascistas asumen que el fascismo no va a ser el sostén principal del régimen franquista o no van a ser los que tengan el poder.
– Supongo que a muchos sorprenderá este término, pero ¿el fascismo español existió en el País Vasco?¿Qué vigor tuvo?
– Sí. Hay que tener en cuenta que desde el principio el fascismo español es un fenómeno marginal y minoritario. En el País Vasco también. Nunca fueron muchos.
– ¿Se han cuantificado?
– En 1936, antes del inicio de la Guerra Civil, en Bizkaia podrían tener 175-200 afiliados, en Gipuzkoa, 160-175 y en Álava no pasaban de los 45. Es un fenómeno marginal, pero posteriormente tuvieron su importancia, una vez que los sublevados ganan la guerra.
– ¿Su evolución fue igual en todas las provincias?
– A nivel nacional Falange Española es uno de los principales partidos que apoya el golpe de estado y era el más potente con su rama paramilitar, lo que le catapulta a una situación de poder privilegiada. En cambio, en el País Vasco y Navarra la situación es diferente porque el movimiento tradicionalista, también con una rama paramilitar (Requeté), es mucho más fuerte que Falange.
– ¿Contrastaba mucho con otras provincias limítrofes y con el resto de España?
– En términos numéricos el País Vasco no destaca ni por exceso ni por defecto. No es Madrid, Sevilla o Cantabria, donde los falangistas en febrero del 36 se contaban por miles (en Cantabria había 1.200), pero tampoco es Córdoba o Almería donde no hay partido fascista hasta que empieza la guerra.
– ¿Por qué surge?
– Relaciono su aparición con el impacto que provoca la irrupción de la modernidad industrial y la sociedad de masas en las primeras décadas del siglo XX. La industrialización provoca cambios en el tejido económico y social con la llegada de decenas de miles de trabajadores de otras provincias, la transformación brutal del entorno urbano, la degradación del medio ambiente, la segregación del espacio en términos de clases sociales y la irrupción de nuevas costumbres y hábitos sociales. En ese momento empieza el deporte profesional, las primeras estrellas deportivas, el jazz, se habla de la velocidad de los tiempos modernos y hay una sensación de incertidumbre y cambio. Por ello se buscan alternativas políticas que tratan de minimizar lo que entienden como problemas.
– ¿Hubo diferentes propuestas?
– En la derecha hay una actualización de principios y valores ideológicos. Una de las ramas es vitalista que cree en la acción por encima de la reflexión que es donde penetra el fascismo con una fuerte carga exterior porque no deja de ser un movimiento que se origina en Italia.
– ¿Influyó Alemania?
– A nivel ideológico el fascismo español es más próximo al italiano que al nacional socialismo alemán, aunque Alemania es la potencia continental y deslumbra.
– ¿Cómo llegó a Álava?
– La Falange alavesa fue muy pequeña, aunque crece durante la guerra y se extiende a la provincia. Antes del golpe de estado el único sitio donde tienen una organización es en Vitoria. En el resto de la provincia hay pequeños grupitos en Amurrio, Llodio, Barambio, Anda o Murgia aunque no se constituyen en jefatura. El núcleo fundador es un grupo de jóvenes de familias alavesas de clases pudientes que estudian fuera de Vitoria, como Hilario Catón, que estudiaba Medicina en Valladolid, Eduardo Ortiz Montero, que hacía Derecho en Valladolid, los hermanos Aresti, que estudiaban Comercio en Bilbao. En Valladolid y Bilbao entraron en contacto con las primeras manifestaciones del fascismo, con las JONS, y toman conocimiento de esta nueva ideología. Ya venían de familias de la derecha liberal, del monarquismo, pero al ser más jóvenes experimentan un proceso de transformación y son ellos los que importan ese movimiento que ven en Valladolid y Bilbao y lo traen a Vitoria. Son un grupo de 10-15 chavales que son los primeros falangistas de Vitoria.
– ¿Hubo rivalidad entre tradicionalistas y Falange?
– Sí. Entre todos. No es cosa de dos. Se pegaban todos. El tradicionalismo era mayoritario y veían a los falangistas como unos advenedizos recién llegados que venían a disputarles el poder.
– ¿Hasta qué punto llegó?
– En Álava el tradicionalismo estaba fragmentado en varios grupos, al igual que la Falange que tenía dos facciones. Intentaron formar un partido único, pero acaba mal porque acaban pegándose literalmente. El jefe de la Falange alavesa, Ramón Castaño, entró en el despacho de Larrauri, jefe provincial del movimiento, y le cruzó la cara a tortazos. Hubo más incidentes y hasta consejos de guerra.
– ¿Recoge el libro las acciones de la rama paramilitar?
– Es complicado porque las fuentes son limitadas en el caso de los asesinatos extrajudiciales. La represión del bando franquista fue más de tradicionalistas que de fascistas. Las órdenes de sacas de presos las firmaba un militar y los que los sacaban de la cárcel y los fusilaban eran un grupo de requetés locales de Vitoria. Aunque Falange sí que fue una pieza de primer orden en la elaboración de informes, avales o denuncias.
– ¿Queda algo de ese fascismo o se diluyó?
– No. Se diluyen. El recuerdo de ellos queda desdibujado hasta el punto de que ha desaparecido. No hay una consciencia de que esa tradición política existiese. Eran muy pocos numéricamente y la mayoría de ellos se integraron dentro del régimen franquista que además tiene su misma simbología. Quedan asimilados como franquistas, sin entrar en detalle.
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