Demasiado joven para el cáncer

Los científicos alertan. Las enfermedades tumorales se expanden entre los pacientes menores de 50; cuatro vascos que las han afrontado relatan su experiencia

Domingo, 24 de septiembre 2023, 00:34

El mundo del cáncer se tambalea. Un estudio publicado en una de las más prestigiosas revistas científicas del mundo, 'British Medical Journal Oncology', ha puesto en entredicho la enraizada creencia de que las enfermedades tumorales están ligadas al envejecimiento. Siempre se ha dicho que enfermamos ... porque nos hacemos viejos y que contra eso poco o nada podía hacerse. La degeneración celular era, por lo que nos contaron, consecuencia directa del paso del tiempo. Pero esa máxima, un mandamiento que en medicina parecía sagrado más allá del cáncer infantil, se ha roto definitivamente.

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En los últimos treinta años, entre 1990 y 2019, el número de casos de cáncer entre los menores de 50 años ha crecido en el mundo nada menos que un «sorprendente» 79%. En términos de salud y enfermedad, ésa es una edad que se considera joven. «Atendemos a un número creciente de pacientes cada vez más jóvenes», ha confirmado a EL CORREO la oncóloga gallega Ana Fernández Montes, de la Sociedad Española de Oncología (SEOM).

Euskadi

14.000

nuevos casos de cáncer se diagnostican al año en el País Vasco, donde las enfermedades tumorales son ya la primera causa de muerte.

Los científicos comienzan a sospechar que detrás de este estallido de casos no sólo figuran los hábitos de vida, como siempre se ha creído. La mala dieta, la falta de ejercicio y el consumo de tabaco y alcohol se quedan cortos para explicar lo que está sucediendo. ¿Qué es entonces? ¿Tal vez el abuso de los antibióticos, los cambios en la fauna microbiótica intestinal, que es eso que ahora llaman microbioma... la destrucción acelerada del planeta por la acción del hombre?

A falta de respuestas, lo único que se sabe es que está ocurriendo. La ciencia ha comenzado a buscarlas, pero los hospitales no pueden esperar a que lleguen. Los servicios de Oncología son conscientes de que se aventura una avalancha de nuevos pacientes y están preparados para afrontarla. Entre los jóvenes han aumentado sobre todo los casos de mama y colon, pero también otros como los de tráquea, próstata, pulmón, intestino y estómago.

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Euskadi, donde las enfermedades oncológicas se han convertido ya en la primera causa de muerte, registra ya unos 14.000 nuevos casos al año. «Aunque no disponemos de cifras, sí somos conscientes de que está aumentando entre la juventud. Por eso ahora más que nunca es importante la prevención», destaca la coordinadora del Plan Oncológico de Osakidetza, Marian Sala.

EL CORREO ha contactado con cuatro pacientes menores de cincuenta años que atestiguan lo que está ocurriendo. Esta es la historia de Amaia, Gabriel, Nahia y Saioa contada por ellos mismos.

Amaia González Cáncer de mama con 45 años

«Mi hermana murió de cáncer con 30 años. Sabía que me iba a tocar»

La vitoriana, que ha pasado por quirófano en cinco ocasiones, invita a hablar «sin miedo»

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Amaia González

Cuando la mamografía de Osakidetza le reveló a Amaia González que tenía cáncer de mama permaneció inmóvil con el teléfono en la mano las primeras 24 horas tras el diagnóstico. «No sabía cómo decírselo a mis padres», evoca. Su hermana había padecido en el año 2000 la misma enfermedad, con la diferencia de que aquella tuvo un fatal desenlace. «Murió a los 30 años. Fue muy agresivo. En ese momento la investigación no estaba tan avanzada... Aún así, yo sabía que me iba a tocar. Sí, siempre tienes la esperanza de que sea otra cosa... Pero estaba preparada para ello», afirma esta vitoriana de 49 años, después de pasar por quirófano cinco veces en dos años. «Ya casi ni me asusto», le quita hierro.

González supo que ese temido momento había llegado cuando un día de octubre de 2020 entró a la ducha y se notó algo en una de las mamas. Se sorprendió. Se había realizado una última revisión en enero de ese mismo año. «Tienes la conciencia de que has hecho todo lo que has podido. Nos puede tocar a todos. Y a todos nos cambia la vida», asume. «A partir de ese momento estás dedicada al cáncer».

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El suyo fue un tipo raro -tumor filodes maligno- para el que no había tratamiento quirúrgico. «Lo más común, que es la pérdida de pelo, yo no la he vivido. Yo te puedo hablar de mis ocho cicatrices. Pero lo importante es expresarlo. Hay que perder el miedo a decir las cosas», exhorta. «Cada uno reacciona de la manera que puede y, la mayoría, hasta que no asume su enfermedad, no quiere estar en contacto con otros enfermos. Pero es necesario buscar ayuda psicológica y compartir la historia con los que la entiendan».

Gabriel Martín Cáncer de testículos con 34 y 46 años

«El principal golpe que tuve fue la desinformación»

Este alavés se ofrece en las asociaciones como voluntario testimonial para «sensibilizar»

Gabriel Martín

El mayor temor que Gabriel Martín tenía cuando le diagnosticaron cáncer de testículos con 34 años fue pensar en la idea de que la vida sexual se le podría agotar con la enfermedad. «No se acaba», asegura con 49 y después de haber pasado por otro cáncer del mismo tipo hace tres años. Como muchos otros, este ingeniero de Amurrio nunca pensó que le fuese a tocar a él convivir con un tumor, menos con dos. «El de todo el mundo fue el año del covid, el mío el del segundo cáncer», relata. Aquella detección fue temprana gracias a las revisiones anuales a las que se somete, así que prefiere centrar la historia en el de 2009. «Tras enterarme me puse en contacto con una persona que había sufrido lo mismo y me tranquilizó», recuerda.

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Luego le operaron. Después, tuvo que recibir quimioterapia. En ese momento vivió lo peor. «Hubiera necesitado que alguien me explicara lo que me venía. El principal golpe que yo tuve fue la desinformación en ese proceso. Ni las ganas de vomitar, ni el mal cuerpo... Aunque prefiero no incidir mucho en eso», requiere. Con la situación ya bajo control, Martín opta por quedarse con lo bueno. De hecho (y por eso mismo) se ha ofrecido en las Asociaciones contra el Cáncer de Álava y Bizkaia como voluntario testimonial. Su objetivo es «sensibilizar». «Quiero transmitir a cualquiera que lo necesite que de esto se sale. Si alguien me pregunta, yo me encuentro con más vitalidad que nunca». Y aconseja: «Es tan gráfico como tócate los huevos y mira si hay algo raro. Mis síntomas fueron leves: una inflamación, la sensación de un golpe, más dolor del habitual...», advierte.

Nahia del Moral Adenocarcinoma intestinal con 27 años

«Da mucha rabia verte tan joven en una sala de quimioterapia»

La joven de Berango logró superar un tumor metastásico avanzado y cumplir su mayor sueño

Nahia del Moral

«Me daba muchísima rabia verme tan joven con una enfermedad como ésta. Estaba en la sala de quimioterapia, rodeada de gente mayor y me sentía decepcionada con la vida. '¿Pero por qué?' me preguntaba una y otra vez. Por qué yo, que me he cuidado, jamás he fumado, hago ejercicio, me alimento bien... ¡Con la cantidad de gente mala que hay, y yo solo quería ser madre!»

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Nahia del Moral, vecina de Berango (Bizkaia), fue diagnosticada de un adenocarcinoma intestinal hace siete años, cuando tenía solo 27. Un cáncer muy malo. Comenzó a sentirlo después de una clásica carrera popular en la que acababa de participar, la Herri Krosa de Bilbao. «Era un fuerte pinchazo, como un flato permanente».

El dolor comenzó a ser cada vez más significativo, con cada prueba que participaba primero y sin asistir a ellas «Dos o tres años después» de sufrimiento, acabaron por ingresarle durante nueve horas en Cruces para someterle a todo tipo de pruebas. No vieron nada. «Mi médico comenzó a sospechar que se trataba de algo somático». Un día mientras se palpaba el cuello se notó un bulto extraño. Esta vez, sí, era el cáncer.

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El flato era en realidad un tumor intestinal con metástasis en la clavícula. La enfermedad había llegado a la fase 4, que es la forma en que los médicos se refieren a la última de todas. «¿Me voy a morir?», preguntó Nahia a su oncólogo. «Disfruta todo lo que puedas», le contestó él.

Luchó. En medio del dolor, supo sonreír, según cuenta, lo suficiente como para mantener vivo en buen ánimo de la familia que le arropaba. Y venció. Aiur tiene ya tres meses.

Saioa Varela Cáncer de ovario con 15 años

«Nadie piensa en tumores o en la muerte siendo adolescente»

La oñatiarra afrontó el duelo por la enfermedad siete años después de superarla

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Saioa

Saioa Varela tiene 24 años y hace casi diez que se vio obligada a tener que afrontar una enfermedad dramática. Ha pasado el tiempo, pero el recuerdo del cáncer de ovario continúa vivo en ella. Lo que no lloró entonces le derrumbó hace sólo dos años. «Una tiene muchas cosas en la cabeza cuando es adolescente, pero nadie piensa en el cáncer y mucho menos en la muerte», explica la guipuzcoana de Oñati. Los psicólogos lo llaman duelo diferido y, en su caso, requirió ayuda profesional para superarlo.

La noticia le sorprendió el mismo día en que cumplía 15 años. Entonces jugaba como lateral en las filas del Aloña Mendi de fútbol femenino. Fue después de un partido y se presentó como un dolor abdominal. Nadie le dio importancia, ni ella misma, hasta que las molestias se hicieron mucho más intensas.

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Un domingo, «al día siguiente de jugar un partido en San Sebastián» al dolor se le sumó la fiebre y acudió a las urgencias del hospital Donostia con sus padres. Después de someterla a varias pruebas y no dar con un diagnóstico, los médicos decidieron intervenirla. Unos días después, el de su cumpleaños, le confirmaron que le habían arrancado un tumor y que sería necesaria quimioterapia para acabar de erradicarlo. «No pensé en la muerte, salvo un día en que la oncóloga dijo que no daban un duro por mí».

Era joven, pero muy madura. «Había visto morir de cáncer a la hermana de una amiga, pero nadie imagina que con 15 años te puede tocar algo así». El tratamiento se prolongó cuatro meses. Desde entonces, no ha habido más cáncer. Todo ha ido bien. «La familia y la gente que te importa son los que te curan».

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Olatz Orbegozo Cáncer de mama con 40 años

«Conmigo venían varias chavalas de 20 años... esto va a más»

La donostiarra atribuye su enfermedad a su «mala gestión de las emociones»

Olatz Orbegozo

Las «largas sesiones» de quimioterapia nunca se olvidan. «Esto va a más... Conmigo venían varias crías muy jóvenes. Yo tenía entonces 40 años, pero allí igual había chavalas de 20. Las veía y pensaba '¡Dios mío, podrían ser mis hijas y mira dónde están!' Eran niñas guapísimas, monísimas y, claro, te da pena». Olatz Orbegozo es una donostiarra de origen catalán que cumplió 49 el pasado abril. Hace, por tanto, ya nueve años que luchó contra un cáncer de mama que le sorprendió en la ducha.

Era, tal como la recuerda, una mañana de verano, de mucho calor. Se levantó y corrió a la ducha. Al palparse los pechos, notó un pequeño bulto en uno de ellos. Solía hacerlo y lo hace por la misma razón por la que, diariamente, revisa sus lunares, por prevención. Con solo tocarse, sintió una punzada en uno de ellos. «Esto es malo, no tiene buena pinta», se dijo; y acudió al ginecólogo. Acertó.

Nunca sintió miedo. Sus hijos Unai y Julen, de 12 y 6 años entonces, le empujaron. «Tener siempre en la mente que tengo dos hijos a los que quiero ver crecer, que quiero disfrutar de los nietos que me den, me impulsó, me dio ganas de vivir, me empujó hacia la supervivencia».

En ese tiempo, buscó el sentido de la enfermedad y cuenta que lo halló en la soledad con la que dice que tuvo que afrontarla. «Supe quiénes eran mi familia y quiénes mis amigos. Todo en la vida tiene un sentido y yo tenía que pasar por esto para descubrirlo».

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Olatz tiene su propia teoría. Para ella, la edad del cáncer es sólo un número. «Las emociones guían nuestra salud. Todo lo emocional -argumenta- se extiende por tu cuerpo; y a mí me llegó al pecho».

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