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Le hizo creer que eran pareja, que era el amor de su vida, que serían padres juntos. Y que se irían a vivir juntos a la ciudad condal, donde él oficiaba de alto ejecutivo del Fútbol Club Barcelona. La víctima vitoriana del conocido como ' ... don juan alavés' ha explicado este miércoles en la Audiencia Provincial de Álava el soberano engaño al que presuntamente le sometió Francisco Gómez, nombre verdadero de este profesional de la estafa.
La semana pasada, sin ir más lejos, este hombre nacido en Vitoria hace 44 años recibió dos condenas por timar a otras dos mujeres en Cataluña. Se encuentra en la prisión de Zaballa desde 2017 por otra causa también relacionada con un engaño similar.
En la primera sesión del juicio que se sigue contra el 'don juan alavés', su víctima, una joven vitoriana que aún sigue en tratamiento psicológico, ha contado cómo contactó con ella en otoño de 2016 al mandarle un whatsapp supuestamente equivocado. Cuando ella le respondió para advertirle de su error, Francisco Gómez -con un ramillete de condenas a cuestas por estafa- desplegó todo su encanto.
Le hizo creer que era un alto ejecutivo de la entidad 'culé'. De la relación epistolar pasaron a conocerse. Quedaban a medio camino de Vitoria y Barcelona, en un hotel de Zaragoza al que él siempre entró «por el párking, así no tenía que registrarse, ahora entiendo por qué», ha dicho esta mujer. La razón es que Francisco Gómez estaba en busca y captura tras no regresar de un permiso penitenciario.
«Me lo creí todo. Era tan convincente», ha insistido la víctima, visiblemente afectada. Tal magnitud alcanzó el embuste que David Pons -así se le presentó- empezó a pedirle dinero «siempre en efectivo». Para un viaje romántico a Nueva York que «anuló porque tenía que firmar la renovación de Messi». Para unos bonos de inversión que les reportarían un sabroso rendimiento. Y, finalmente, para la compra de una casa en las afueras de Barcelona.
«Me lo creí todo. Iba a dejarlo todo por él. Mi familia, mi trabajo, mis amigos». Llegó incluso a pedir dinero a su entorno más cercano para hacer frente a las peticiones de dinero de Francisco-David. Esto incluso le enfrentó con sus más allegados.
En marzo de 2017, cuando la farsa ya iba por los 171.400 euros obtenidos, David desapareció del radar de esta chica. «El día que le entregué los últimos 81.000 euros ya no volví a verle», ha proseguido visiblemente afectada. Un biombo ha separado a víctima del supuesto timador profesional.
En el tramo final de la relación, David le hizo creer que estaba gravemente enfermo. Un día le llamó para desvelarle que sufría un cáncer y que estaba ingresado en un hospital de Barcelona, lo que generó un sentimiento de culpa en ella por no poder ayudarle.
Durante esa conversación telefónica, la línea se cortó -al parecer porque Francisco fue detenido mientras hablaba con ella- y ya no volvieron a contactar. Ella le escribió y llamó durante horas. Hasta que sus más allegados le avisaron de la posible estafa.
Sin un nombre real que dar en la Ertzaintza, el buen hacer de un agente descubrió que David era, en realidad, Francisco Gómez, un conocido estafador. Se dice que habría timado a unas 25 mujeres en toda España tras seducirlas.
Por esta supuesta estafa, la Fiscalía de Álava y la acusación particular le reclaman seis años a la sombra, aparte de la devolución del dinero. La defensa solicita la libre absolución. Este hombre, nacido en Vitoria en 1974, ha pasado media vida entre rejas.
Mañana jueves continuará la vista oral con nuevos testimonios de ertzainas y peritos forenses. Como la relación prácticamente era secreta, nadie les vio juntos, en el tribunal probablemente tendrá enorme peso -además de la convincente declaración de la víctima- los whatsapp y vídeos que Francisco le envió haciéndose pasar por un directivo barcelonista.
En su declaración en la sala, el procesado ha apostillado que ambos «nos conocíamos desde hace trece años». En la sala se ha presentado con un aspecto muy alejado de su 'etapa' en el club blaugrana. Sólo ha reconocido regalar una camiseta y un balón a los familiares de la víctima al contar con «amistades», sin especificar nada más.
Con una frialdad pasmosa, ha negado cualquier timo sobre la denunciante, al tiempo que ha añadido que «tuvimos una relación especial». ¿Y esta denuncia?, le ha requerido la fiscal. «Creo que ella ha actuado por despecho al acabar yo con la relación».
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