![Dante y Dalí, dos vidas paralelas que viajan a sus infiernos en Vitoria](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202107/22/media/ACTRIZ-001.jpg)
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jesús ncolás
Jueves, 22 de julio 2021, 17:26
Salvador Dalí y Dante Alighieri bien podrían haber protagonizado un capítulo de las 'Vidas Paralelas' de Plutarco. Dos genios que revolucionaron el arte y la literatura en su época con dos obsesiones en común: el amor y la salvación. El escritor florentino perseguía la admiración ... de Beatrice desde que la conoció con nueve años en la casa de su padre en Florencia. Desde entonces fue su musa y su amor platónico. Más alcanzable fue Gala para Dalí. La entonces mujer del poeta francés Paul Eluard conoció al artista catalán en el verano de 1929 en Cadaqués y formaron una pareja inseparable durante años en los que vivieron entre la cala de Portlligat y la majestuosa residencia que el genio gerundés le compró, el castillo de Púbol. Cuando Gala murió, la salud de Dalí empeoró sin remedio y hasta se especuló con que intentó suicidarse.
Ambos, locamente enamorados por las mujeres de sus vidas, y ambos creyentes católicos con una mochila muy cargada de pecados. «Dalí siempre vivía en el infierno y quería morir en el cielo», dice Fernando Martínez Viñaspre, comisario de la exposición que ayer se estrenó en la Fundación Vital. 'Dalí, año dantesco' reúne 100 xilografías de las acuarelas con las que Dalí ilustró la 'Divina Comedia', cuyos cantos más famosos fueron interpretados en la inauguración por la actriz Charo Martínez.
'Año dantesco' Este año se conmemora el 700 aniversario de la muerte de Dante, escritor de la 'Divina Comedia'
La 'Divina Comedia' marcó la cosmovisión cristiana del mundo tras la muerte, dividido en Infierno, Purgatorio y Paraíso. «Se trata de una obra muy valiosa porque marca el paso del medievo al Renacimiento y unificó el idioma italiano», comenta el comisario. Ambos son para él, ejemplos de «artistas controvertidos e incomprendidos». Dos genios eternos que se juntan en esta exposición con motivo de este 'Año dantesco' en el que se conmemora el 700 aniversario de la muerte del poeta italiano. Dalí comenzó esta obra en su honor por encargo del Gobierno italiano en 1957, con motivo entonces del 700 aniversario del nacimiento del florentino. Una obra que logró acabar pese a que los italianos se retractaron ante el revuelo que se formó en el país trasalpino por escoger a un artista extranjero. Finalmente, las xilografías verían la luz en una edición de la 'Divina Comedia' en francés. Así es como el de Figueras se convirtió junto a Botticelli o Miguel Ángel en uno de los grandes ilustradores de la obra cumbre de Dante.
Este encargo está enmarcado en una etapa de su carrera artística que él denominó como 'místico-nuclear'. Ya instalado en la España franquista, abraza, después de años de declarado ateísmo, el catolicismo e incluso acude al Vaticano para verse con el papa Pío XII. Sus compañeros surrealistas como André Breton reniegan de él y le expulsan del grupo en 1934. Entonces Dalí ya era un artista consagrado y empieza a explorar otros ámbitos. «Se empieza fijar en los grandes maestros», apunta el comisario. Así se puede apreciar en esos escorzos tan forzados como expresivos de algunas figuras. No obstante, el surrealismo nunca desapareció, sino que empieza a diluirse entre la imaginería religiosa y esa visión apocalíptica surgida tras la II Guerra Mundial, marcada por el temor a las armas nucleares.
Todas estas corrientes confluyen en esta muestra en la que, tal y como destaca Martínez Viñaspre, es «una magnífica oportunidad» para conocer la obra del maestro del surrealismo. Pues no faltan las escenas más dantescas y en un año que a todos ha espantado: «Este año dantesco no ha podido caer en mejor momento, con una pandemia que nos ha hecho pasar por un infierno, seguido de un purgatorio y de la que esperamos salir en busca de ese paraíso perdido». Así, del mismo modo que Virgilio guía a Dante por el inframundo y esté queda sobrecogido. Dalí, pes, embarca como Caronte a ver esas mismas escenas horrorosas pasadas por la óptica del surrealismo donde abundan los cuerpos descompuestos, los miembros deformes, los objetos que se derriten, las hormigas que corretean y todo ese mundo interior de un pintor católico, excéntrico y supersticioso.
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