En Vitoria hay tres centros de Al-Anon. Maika Salguero

Los daños colaterales del alcoholismo

Al-Anon ·

Esta asociación, que cuenta con tres grupos en Vitoria, lleva ya 60 años ayudando a los familiares que conviven con personas enfermas por la bebida

Viernes, 22 de marzo 2024, 00:21

Los grandes olvidados del alcoholismo son los familiares que sufren junto a los enfermos. Por cada persona que se entrega a la bebida hay entre cuatro y cinco víctimas colaterales. La asociación Al-Anon les ayuda y reconforta. Los tres grupos que están en activo ... en Vitoria tienen ya 60 años de experiencia y el mismo propósito que en sus inicios: «Llevar un poco de serenidad a esas personas que conviven con estos enfermos».

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«Somos un espacio seguro, donde nos ayudamos mutuamente, porque muchas veces en otros sitios no te entienden», explica Elena, una de las voluntarias de la asociación. Todo el mundo conoce Alcohólicos Anónimos, pero menos esta otra vertiente. Pese a su veteranía, Al-Anon trabaja cada año por darse a conocer. «Queremos que los familiares sepan que tienen un lugar para ellos», anima Elena, quien admite que muchas veces la gente toca por error a su puerta buscando «una píldora mágica» y encuentra ayuda para sí misma. «Normalmente acuden cuando están muy mal y lo que quieren es que les des una solución rápida para que su ser querido deje de beber».

Acabar con la culpa

«El peso de la responsabilidad es algo que arrastran los familiares cuando llegan»

«Te hacen promesas, te manipulan, les reprochas, les pides explicaciones, sientes culpa e impotencia por no poder ayudarles...». Son situaciones y sentimientos que se comparten en las reuniones. «Tienen que entender que ni es su culpa ni su responsabilidad, por eso estamos aquí», alega la voluntaria, que lleva muchos años en estos grupos de apoyo. El proceso no es fácil y mucho menos el inicio. Elena asegura que dar el primer paso «es duro, porque hemos estado preocupados por el familiar enfermo y nunca por nosotros y dar ese cambio es complicado».

Al-Anon es un programa para toda la vida. Los familiares encuentran un espacio propio, pero también el sitio «donde es muy importante escuchar, porque a pesar de que todos parten del mismo problema, las vivencias de cada uno son muy diferentes».

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El perfil habitual en las reuniones es el de parejas y madres que tienen un compañero o un hijo en casa que abusa de la bebida. «Toda persona que convive o haya estado con ellos puede venir; aquí se habla de sentimientos, de cosas que pasan en el hogar y no sale de Al-Anon».

«Hace cuatro años que entré por primera vez a una reunión buscando una solución», narra una afectada vitoriana que prefiere no dar su nombre. «Lo único que quería al principio era que mi familiar dejase de beber, pero me di cuenta de que ese no era el objetivo del grupo de apoyo». A pesar de que no era lo que quería oír, «la determinación, templanza y seguridad» que le transmitieron el resto de compañeros hizo que se quedara. «Había un miembro del grupo que decía que el programa es como un 'sirimiri': te cala poco a poco sin que te des cuenta». Este recurso ofrece la ventaja de compartir el día a día con gente «que sí me puede entender porque han pasado por lo mismo».

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Al-Anon es un alivio para ellos. Entran siendo desconocidos entre si, pero al estar ahí generan un vínculo de complicidad. «Es reconfortante saber que tienes una mano amiga al lado en los momentos de angustia», afirma una de las participantes. Se trata de un proceso de altibajos, aseguran las dos usuarias. «Hay momentos en los que el enfermo no viene a casa, te engaña, se pone violento o agresivo»... La estabilidad y bienestar de quien lo acompaña merma. «Aquí aprendes que su comportamiento y mejora no están en tus manos».

No hay píldora mágica

«Cuando los usuarios acuden por primera vez buscan que su ser querido deje de beber»

«Sanar poco a poco»

La culpa es uno de los sentimientos de los que tienen que desprenderse los usuarios de este grupo de apoyo. «Sigo recuperándome», afirma la vitoriana. Explica que para «sanar poco a poco, es necesario ser constante». «Hay días en los que estás bien y piensas que ya no te hace falta», pero añade: «Si no tienes nada que recibir, siempre hay algo que ofrecer al resto de compañeros».

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Aunque los cambios de mejora no son drásticos, tras meses de sesiones los usuarios lo van notando. «Me di cuenta de ello cuando mi familiar llegaba ebrio y en vez de reprochárselo y discutir con él, me lo empecé a tomar con más calma. Aprendes a darte cuenta que de la misma forma en la que tú no le das la botella no se la puedes quitar». El objetivo es que consigan entender que lo único que pueden hacer es tenderles la mano si se la piden, aunque, afirman, «cuesta llegar hasta ahí».

Reuniones semanales en San Cristóbal, Arana y Coronación

La asistencia a los encuentros de familiares o gente cercana a las personas con alcoholismo es gratuito. En Vitoria hay tres centros a los que poder acudir cada semana. En Arana se reúnen los martes y sábados (calle Andalucía 14, 20.00 horas), los miércoles lo hacen en el centro parroquial Coronación (18.00 horas) y los sábados en la parroquia de San Cristóbal, a la misma hora. «A pesar de los lugares religiosos donde nos reunimos, no lo somos, se habla de sentimientos y de uno mismo, es espiritual», señala una de las voluntarias veteranas. Las reuniones están abiertas a todas las edades y sexos, aunque la mayoría suelen ser mujeres, madres o parejas de una persona alcohólica. Más información en el teléfono 630 650 872.

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