Cuestión de revertir

Entiendo que el mundo es una aldea, sobre todo desde que el avance de la tecnología nos comunica con las antípodas en tiempo real. Pero existen valores por los que deberíamos de batirnos en el pacífico campo de batalla, si se me permite la controversia. Y me explico. Formar a estudiantes con ganas de labrarse su futuro nos cuesta dinero a todos y bienvenidos sean esos gastos, becas incluidas, si tales inversiones redundan en beneficio de la sociedad que las sufraga. Pero mucho nos tememos que otros lugares hacen bien en recoger siembras ajenas. Países que sí valoran a base de sueldos más que dignos el ninguneo que aquí cosemos a la etiqueta del talento. A menudo con ese bucle perverso por el que se reclama experiencia a quien no ha tenido ni una sola oportunidad para labrarla.

Pasada la crisis severa, y tal vez a la espera de la próxima, parece que transitamos según la macroeconomía por cierto valle reconfortante. Tal vez el momento ideal para enlazar el hambre con las ganas de comer. Traducido al lenguaje comercial, la fase propicia para que las empresas con ansias de reclutar conocimientos ya trillados coincidan con el deseo de talentos jóvenes que quieren regresar al nido. Ojalá así ocurra en beneficio de todos.