Lo suyo no es hinchar los carrillos para interpretar uno de esos solos de saxo que hacen que se te erice la piel al momento. Echas el rato hablando con él y no, la verdad es que tampoco parece que tenga una voz prodigiosísima. Ni ... unas de esas manos de largos dedos gráciles, capaces de deslizarse por el ébano y el marfil para extasiar a mil personas, mil desconocidos, a la vez. Yel caso es que Fernando, de apellido Díaz, es una de las grandes estrellas sin foco de esta y de las últimas ediciones del Festival de Jazz de Vitoria. No es necesario que lo busque en el cartel, entre los Borochov, los Caminero y las Windfeld. No lo encontrará. Tampoco a su 'Díaz Quintet', el equipo de técnicos y de ingenieros de sonido que lo están dando todo para conseguir lo que a muchos melómanos les parecía prácticamente imposible: que el Jazz suene mejor que bien en su nuevo hogar.
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«Hay que aclarar una cosa: este lugar tiene muchísimos problemas acústicos y me atrevería a decir que no es un sitio apto para el jazz ni para cualquier tipo de música. Arroja un coeficiente de reverberación por encima de los cinco segundos». Resulta muy difícil rebatirle a Fernando Díaz. Yno solo por la catarata de datos precisos, de tecnicismos, de explicaciones: él es uno de los ingenieros de sonido más respetados de España. Se ha encargado de figuras internacionales como Alejandro Sanz, que sólo confía en él en sus grandes giras. Cuentan que junto a su equipo es capaz de sacarle lustre sonoro a los espacios en apariencia más roñosos. En el Festival de Jazz de este año lo está demostrando con creces.
un espacio complicado
pero con posibilidades
La cita jazzística lleva confiando décadas en él y su gente. Conocía cada eco, cada onda del pabellón de Mendizorroza, «un espacio que, quizás por pura casualidad, tiene unas características que funcionan muy bien para la música: los graves no se quedan concentrados y, con un buen equipo, suena espectacular». «Mendizorroza tampoco es un club de jazz, sonorizar este tipo de espacios siempre es muy complejo, pero, para ser gráficos y siempre según los informes a los que tenemos acceso y a nuestras propias mediciones, los valores de reverberación que arrojan el Iradier son seis u ocho veces peor que los de Mendizorroza», detalla el especialista.
Detrás del pequeño milagro de que los conciertos de estas dos primeras jornadas estén sonando de forma más que aceptable, sin que apenas se consigan escuchar quejas de los más fieles del festival, se encuentra el Fohhn, un sistema de «ultimísima generación» con el que se consiguen evitar «la mayor parte de esos lóbulos de audio, de esos sonidos residuales gracias a un sistema de directividad variable».
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Ajá. Y, por favor, ¿traducido para el común de los mortales? «Este sistema es como una de esas mangueras que te permiten llevar el chorro exactamente dónde tú quieres en lugar de un aspersor descontrolado que lo moja todo». Los más melómanos han percibido que, en efecto, los conciertos suenan a un volumen sensiblemente más bajo de lo habitual. «Y es así. Y es porque aquí, cualquier cosa que suene a un nivel por encima de los 90 decibelios es un infierno», asegura el jefe de producción del festival, junto a los canales de la Digico, «la Rolls Royce de las consolas de sonido».
A pesar de todos los problemas, de todas las mediciones, de todos los ajustes técnicos (algunos tan caserísimos como retapizar con fieltro el escenario), Díaz está convencido de que el Iradier «podría convertirse, con una inversión no demasiado elevada, en un auditorio de espectacular para Vitoria». ¿En serio? «El espacio tiene unas posibilidades enormes, con espacio suficiente para crear salas de creación, talleres de decorados. Es maravillosa su ubicación: sería necesario invertir en un buen aislamiento exterior, se podrían instalar soluciones de paneles absorbentes, también un sistema para conseguir oscurecer el recinto y los burladeros tendrían que ser sustituidos por unas 'trampas' de graves, absorbentes y resonadoras, aquí se podrían hacer montajes de 360 grados, como, por ejemplo, el que hizo U2 en su última gira». Está claro que, para el especialista, elIradier podría tener mucho futuro. Con inversión y voluntad. Así de nítido.
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