![El 'tecnólogo' vitoriano Luis Uriarte llenó la casona de sofisticadas cámaras, micrófonos y otros instrumentos para hallar respuestas.](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202205/21/media/cortadas/fantasma-uno-kmqH-U170163056982GDD-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Es el sonido de arrastre de muebles a la hora del cierre. O la repentina subida del volumen de la música sin motivo aparente. Algunos le han visto por la sala de ordenadores, en la última planta del edificio que alberga la Casa de Cultura ... de Leza. Se refieren al fantasma de Agapito, el vecino más etéreo de este tranquilo enclave de Rioja Alavesa. Hace años que en ese inmueble, donde también hay un bar, se suceden los fenómenos extraños relacionados con este hombre, que hoy tendría 118 años puesto que falleció en 1987.
Basta pasearse por las calles de la pequeña localidad para encadenar avistamientos o 'experiencias' relacionadas con este antiguo vecino, al que los más viejos del lugar aún recuerdan. «Un día estaba en el ordenador con mi hija, cuando ella tenía 3 años. De repente me dijo: 'ama me da miedo el señor de la puerta'. Me giré y no había nadie. Tampoco en las escaleras. Sentí un escalofrío», relata Estíbaliz Ibarra. «Lo hablé con mi amama. Me dijo que era Agapito, un señor muy majo que cuidaba la casa».
Eva regentó el bar Gaztetxe, que ocupa el bajo. Una vez, a punto de cerrar, oyó «ruidos» en la última planta. Conviene recordar que, salvo la fachada de piedra, el resto de la casona se restauró con materiales actuales y de calidad. Nada de madera carcomida que pudiera crujir. «Escuché 'toctoc... toctoc'. Como si hubiera alguien encerrado arriba. Me asomé y no había nadie. Salí a la calle escopeteada», ahonda esta antigua tasquera. Eran las fiestas de 2018. «Hubo mucho cachondeo pero nadie subió a mirar», ríe.
Existe un nexo especial -y normalizado- entre muchos habitantes vivos de Leza y Agapito. Como si su existencia fuera «real» y «aceptada». Movimiento de sillas, puertas que se cierran solas y al intentar abrirlas está echada la llave... Hay montones de experiencias sin explicación lógica aparente. A pesar de ello y de la actual globalización extrema, el eco del supuesto fantasma se había limitado a este municipio y a los colindantes. Hasta que esta semana, un equipo de Cuarto Milenio, el programa patroneado por el vitoriano Iker Jiménez, se presentó con una misión; determinar si el supuesto ente existe o no.
Con el experto alavés Enrique Echazarra a la cabeza, entre el lunes y el miércoles buscaron pruebas el periodista especializado Javier Pérez Campos, el 'sensitivo' Aldo Linares (una especie de médium y confundador del Festival Internacional de Benicássim), más el 'tecnólogo' Luis Uriarte, pertrechado con un sofisticado equipo de cámaras y sensores.
Lo primero es que Agapito existió de verdad. Apellidado Fernández Urizar murió el 11 de mayo de 1987. «Tenía una huerta enorme al lado de la casa. Yo saltaba la valla para robarle fruta», confiesa Anamari, a sus 98 años la más longeva de Leza. El antiguo guardián del edificio se casó dos veces. La primera con Satur, una antigua sirvienta a la que apodaron 'la querida'. «No pienses mal, era porque era muy fina y siempre decía 'querida esto, querida lo otro'», revela Dolores Herrera, a punto de cumplir 90 esplendorosos años. De pequeña se colaba en su cocina «con los pucheritos». Sin saber esta información, minutos después, Aldo traza círculos a su espalda. «Siento a unas niñas jugando», le espeta cuando suben a esa habitación.
Dolores desvela más recuerdos. «Él pasaba a diario delante de nuestra huerta para ir a la antigua fuente a refrescar una botella de vino. Era majo, alto, muy hacendoso y poco hablador». Murió con 83 años en el valle de Ayala y trasladaron sus restos al cementerio de Leza. Comparte espacio con la tumba del acaudalado indiano Moisés Gallo, fallecido en 1931 en Nueva York y cuyo cuerpo llevó su mujer hasta Álava. «En cada parada había un funeral», evoca Dolores.
«Le siento. Le cuesta caminar. No estaba muy sano», dicta Aldo en el punto donde la hija de Estíbaliz vio a Agapito. Por cierto, hasta la llegada del programa esta madre no había vuelto a la sala de ordenadores. Con el bloque vacío, Luis Uriarte planta sus cámaras y sensores y los deja grabando toda una noche. En unas semanas se sabrá si el ente juguetón se muestra al mundo o si sigue fiel a sus convecinos.
Una furgoneta procedente de Sevilla arribó a Leza con varios baúles. En su interior iba el equipo de Luis Uriarte, el 'tecnólogo' de Cuarto Milenio. Este vitoriano del 76 ha modernizado el estudio de lo paranormal con los últimos avances tecnológicos. «Llevamos cámaras térmicas y nocturnas, sensores de movimiento, medidores para un estudio medioambiental, un robot...», disecciona. La interminable lista de instrumentos sirve «para detectar los rangos de infrasonido, medir el campo electromagnético, la calidad del aire o la radiación». Lo verifica todo a través de un centro de control. «Hemos constatado que ciertos rangos provocan mareos y visiones». Es decir, la suya es una mirada absolutamente científica. «Con este equipo descartamos fenómenos naturales que podrían estar detrás de ciertos misterios», decreta.
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