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Alfredo Fermín Cemillán, conocido como Mintxo (Madrid, 1961), es un hombre con mucho sentido del humor. Eso quedó claro ayer cuando se esforzaba en comentar sus pinturas y buscaba las palabras precisas, midiendo su tono. Habló de la necesidad del arte como un ejercicio de « ... desarrollo personal» que sirve para «provocar conocimiento a uno mismo». También de cómo busca con sus trazos evocar y «seducir» más que reproducir un momento determinado. Y de que siempre parte de las emociones para hacer preguntas al espectador. Así que en un momento dado soltó: «me estoy poniendo de un profundo de la hostia». Tan rotunda frase que resume también un poco de la personalidad de Mintxo quedó en el aire en la presentación de su exposición en la galería Talka, que se puede ver hasta el próximo 23 de noviembre.
El caso es que el artista vuelve a protagonizar una muestra individual 15 años después de su última exposición, que tuvo lugar en la galería Xerea en Valencia. En todo este tiempo no ha dejado de lado los pinceles. «Sobre todo pinto para mí, no busco el halago», afirma. En el espacio comandado por Gorka Basterretxea se exhiben 37 obras que ha desarrollado desde la «total libertad» y espontaneidad durante los últimos dos años. Entre ellas se encuentran personajes de ensueño, colores llamativos, formas geométricas y paisajes. En su mayoría han sido pintadas en un solo día fruto del cambio en su proceso de creación.«Son cuadros hechos en un rato», apunta.
- Dice que emplear la palabra artista le da un poco de pudor.
- Sí, porque entiendo que socialmente está malinterpretado y es una palabra muy manida. No se usa como se debería de usar ni la reivindica la cantidad de gente que la tendría que reivindicar. Yo relaciono el arte con el hecho creativo y creo que esto puede estar en cualquier manifestación de la actividad humana. Las artes plásticas se han apropiado excesivamente de la palabra artista en detrimento de otras actividades y ese abuso está llevando a un divorcio social. Creo que durante mucho tiempo la imagen que se ha tenido del artista es la de un cantamañanas que vive de las instituciones.
- Su última exposición de pinturas fue en 2004 en Valencia. Con el paso del tiempo ha ido aligerando el proceso de realización de una obra, antes podía tardar cuatro años en acabarla y ahora en un día las termina.
- Sí, para mí la pintura siempre ha sido como el I+D (Investigación y Desarrollo) de mi actividad -como dibujante ilustrador, caricaturista...- Pinto para mí, no busco el halago. Antes hacía cuadros más premeditados, partía de bocetos o buscaba una imagen concreta sobre un tema más al uso para pintar. Eso luego fue derivando hacia una pintura más introspectiva y con esa pintura me di cuenta de que me llevaba demasiado tiempo y había un exceso de reflexión. Ahora me interesa más la dualidad entre lo espontáneo y lo premeditado.
- ¿Cuándo empieza a pintar cuadros que acaba en el mismo día?
- En mayo. La mayoría de los cuadros de esta exposición son desde esa fecha y hay restos de unos años atrás porque me convencían que son de ese proceso en el que pasaba de una pintura más racional a lo más intuitivo.
- Defiende que la variedad estilística de esta muestra (paisajes, manchas, figuras arquitectónicas y oníricas...) va en contra de lo que manda el mercado del arte. Entiendo que se refiere a eso que llaman marcas artísticas como Rothko, Richard Serra, cuyas obras son reconocibles.
- Sí, tiene que ver con la libertad creativa. Hay muchos artistas que tienen muy claro que van por una línea y premeditadamente encorsetados en su libertad recorren ese camino a ver hasta dónde llegan. Me parece muy lícito. Lo que no me parece muy lícito es que el mercado te exija forzar esa situación.
- Renuncia a esa homogeneidad estilística que haga fácil de identificar un cuadro suyo.
- Me han criticado por eso. Yo llegué a hacer una exposición en la que todos los cuadros eran distintos. Sé que es un error de marketing, pero antepongo mi libertad creativa. Lo antepongo al marketing y al mercado. Para mí cada cuadro es un mundo. No soy capaz de renunciar a las dudas que un cuadro me plantea en detrimento de que sea una pieza de un puzle para que parezca todo muy acorde. Es importante hacer lo que uno quiere que no significa que al resto le tiene que gustar.
- ¿Cuánto lleva dedicándose a lo que le gusta?
- Mi primera exposición fue en el 82 y mi primer trabajo en realidad no remunerado fue para el desparecido periódico Norte Exprés. Me encargaron hacer la caricatura del primer gobierno de Suárez que no me pagaron. Mi primer mural lo hice en el 80 y todo eso me hizo dar pie a una reflexión: la gente buscaba un trabajo, con suerte lo encontraba, y esperaba a jubilarse para hacer lo que le daba la gana. Lo que pensé yo es 'voy a hacerlo al revés. Primero hago lo que me da la gana, intento buscarme la vida y si no ya buscaré trabajo'. Y todavía no he buscado trabajo, siempre he estado por cuenta ajena. Soy el típico ejemplo del chaval que le gusta dibujar y ha seguido mientras los demás lo dejan.
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