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La Cruz Roja de Álava se enfrenta a uno de los mayores retos de su historia en las últimas semanas. El estallido de la pandemia del coronavirus, con especial incidencia en el territorio alavés a principios de marzo, ha obligado a la organización solidaria a reordenar sus equipos para asegurar que nadie se quede atrás durante esta crisis. Con el curso escolar en marcha y el desempleo disparado, sus programas de Apoyo escolar y el Plan de empleo funcionan de manera telemática y sus sedes se han transformado en una especie de gran banco de alimentos.
«Hoy ha sido un buen día. Fundación Hazi nos ha donado verduras a las que los baserritarras no pueden darles salida. Tenemos pan donado por La Vitoriana de lunes a viernes y, gracias a este tipo de aportaciones, preparamos kits de primera necesidad para repartirlos a diario», explica Txomin Ondarre, responsable de intervención social en Cruz Roja Euskadi. La aparición del patógeno ha golpeado a familias que ya eran vulnerables pero también ha provocado la aparición de nuevos demandantes de ayuda que hasta ahora no habían necesitado apoyo. Ya son más de 420 las familias que tienen dificultades para hacerse con los productos básicos por cuenta propia.
«No están solos, esto es un extra que nos ha venido y debemos echarles una mano entre todos», señala Ondarre en relación al personal de la casa y su voluntariado propio, que ronda las 1.348 personas. Con tiempo libre extra para ayudar y pensar en los demás, estos días hay más manos dispuestas a dedicar su tiempo a estas labores. Hasta 1.622 personas se han ofrecido como voluntarias hasta la fecha la red Guztion Artean, la Red de Solidaridad Organizada que ha promovido el Departamento vasco de Salud con la colaboración de Cáritas y Cruz Roja para canalizar las diversas iniciativas que habían surgido en los tres territorios. La mayoría de su labor se desarrolla en Álava.
Además de preparar kits con comida y materiales infantiles, Cruz Roja se encarga estos días del reparto de la comida preparada por la Diputación alavesa para las personas dependientes de grado 2 y 3. «Tres días a la semana la recogemos en las cocinas de Indesa y hacemos lo propio con el Ayuntamiento», indica Ondarre. Con el cierre de los comedores de mayores de Vitoria, que cada día alimentaban a cerca de 650 usuarios, ahora se ofrece este servicio a domicilio a 132 usuarios entre los que se ha detectado una mayor necesidad.
«Nos ayuda la gente que nos ha llamado con intención de arrimar el hombro. No todos han podido empezar a colaborar aún, pero los hay que trabajan como conductores en el reparto y también quienes se encargan de hacer llamadas de seguimiento a todas estas personas», agradece Ondarre. Ponerse en contacto con los 10.000 socios de Cruz Roja en Álava para hacer un seguimiento y preguntarles cómo están y si necesitan algo es una tarea titánica a la que están haciendo frente. Buena parte de ellos son personas de edades avanzadas y ya sienten el frío de la soledad. «Esto nos permite recoger algunas demandas. Hay quienes, por ejemplo, tienen problemas de movilidad y necesitan apoyo para que les tiremos la basura. Por las tardes llevamos a cabo llamadas de apoyo psicológico y no hemos dejado de llevarles la medicación que necesitan», explican desde Cruz Roja.
Roberto Ramos es una de esas personas desinteresadas que, al encontrarse con un ERTE en su empresa, estos días dedica su tiempo a recorrer las carreteras alavesas para asegurarse de que estos paquetes cargados de ayuda lleguen a quienes más los necesitan. Aunque lleva vinculado a Cruz Roja desde su juventud, a sus 48 años reconoce que le «emociona» lo que ve en sus almacenes y en cada reparto. «Trabajo en Michelin y soy un privilegiado por estar en un ERTE. No hemos vivido en épocas de hambre, pero cuando llegas con la furgoneta a las casas y ves los ojos de quienes necesitan la comida entiendes que no hay trampa ni cartón», asegura. Los requisitos para acceder a estas ayudas se han flexibilizado estos días para asegurarse de que nadie sufre necesidad, pero como es habitual todos los usuarios serán evaluados antes o después.
«He tenido discusiones en casa pero no me puedo quedar de brazos cruzados. El otro día me llamó el cura del barrio para informarme de la situación grave de una familia y no tardamos en solucionarlo. Es muy satisfactorio», afirma Ramos, quien estos días ya ha visitado Zambrana, Berantevilla, Salvatierra y Araia. «La ayuda que entregamos dura aproximadamente una semana», indica el vitoriano. Además de la flota habitual, diez vehículos cedidos por empresas de renting ayudan a Cruz Roja a hacer este esfuerzo complementario. Las medidas de seguridad se mantienen en todo momento, y es que en algunos casos también entregan comida a quienes están tratando de recuperarse del Covid-19 aislados en sus casas.
Al equipo alavés de Cruz Roja el virus le ha quintuplicado el trabajo y esperan que la situación empeore aún más. «Hemos apreciado un repunte en la última semana y estamos preparando un plan de contención ante lo que está por venir. Necesitaremos planes de empleo específicos para perfiles que están entrando a formar parte de nuestra bolsa de ayuda –empleados de tiendas, de hostelería…– y, por desgracia, tememos que se quedarán durante mucho tiempo», sentencia Ondarre sin dejar de animar a donar en la campaña Cruz Roja Responde. De hecho, ya barajan dedicar otro pabellón más a las tareas de alimentación para poder afrontar los repartos. «Hemos alquilado cuatro camiones frigoríficos para productos frescos, recibimos comida de Eroski, Mercadona, Paturpat...», agradece este coordinador, convencido de que la crisis «hará ver la vida de otra forma a una juventud cada vez más individualista».
Caixabank y la Fundación 'La Caixa' canalizaron 15.000 euros para que la Cruz Roja adquiera productos de primera necesidad para las cerca de 420 familias alavesas que lo necesitan. Buena parte de ellos se han destinado a la adquisición de productos de alimentación infantil y aprovisionamiento familiar, compuestos en buena parte por alimentos secos de fácil conservación. Además, 120 voluntarios de La Caixa escriben estos días 'Cartas contra la soledad' con historias personales y mensajes de apoyo para acompañar a los mayores confinados por Covid-19 en sus casas.
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