![Veinte dinosaurios a escala real se expondrán en el Iradier Arena los fines de semana de enero.](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202301/14/media/cortadas/iradier-arena-dinosaurios-expo-kipD-U190264863906LcC-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Mide cuatro metros de largo y pesa 740 kilos. De vez en cuando, cada cierto tiempo, mueve la cola con fuerza e inclina hacia arriba y abajo su cabeza a la par que suelta algún rugido. Esta criatura, un dinosaurio 'Amargasaurus', puede que –como sugiere su nombre– esté algo amargado o malhumorado. Y es que, desde las 11 horas de la mañana, momento en el que han abierto este sábado las puertas del Iradier Arena, decenas de niños entre dos y doce años no han parado de hacerle fotografías y de querer posar con él. Lo mismo le ha ocurrido al resto de sus compañeros –son veinte en total– que, durante los próximos fines de semana de enero ocuparán durante mañana y tarde (de 11:00 a 14:00 y 16:00 a 20:00) este ruedo de Vitoria.
«¡Que nos come!», grita asustado Mikel, cuando un 'Kentrosaurus' esculpido a escala real muestra amenazante sus fauces gracias a la tecnología animatrónica. «Este mecanismo robótico, que consigue imitar los movimientos de los dinosaurios, lo inventó Walt Disney; de hecho, es el que usa en todos sus parques de atracciones», relata Melanie Muñoz, una de las responsables de esta exposición, 'Criaturas jurásicas'.
A pesar de que conoce el secreto, y sabe que los dinosaurios son animales que no existen en este siglo, a Ziortza le parecen muy «bonitos» e «interesantes» y, junto con sus padres y hermana, espera una media hora de cola para subirse a lomos del 'T-Rex rider'. «Esperamos que la espera merezca la pena», bromea su ama, mientras Naia, la pequeña de las hermanas, empieza a gruñir como si se hubiera mimetizado con el ambiente.
Esa atracción, la más dinámica de toda la muestra es una de las que más triunfan entre los asistentes. Aunque los areneros, que les hacen sentirse a los 'txikis' como verdaderos paleontólogos, le quitan algo de protagonismo. «Mami, ahí hay algo», descifra asombrada Sara mientras desliza la brocha por el cuadrilátero con cuidado. Eso, que son restos fósiles, a Lander le produce cierta grima, así que opta por sentarse, más tranquilo, a ver el documental que proyectan y que dura unos 45 minutos. «¿Hay dinosaurios que se comen a otros?», le pregunta, entonces, a su aita.
Lo cierto es que entre estos reptiles –que habitan en el desierto, en el mar o en la jungla– hay algunos carnívoros, pero también herbívoros y piscívoros. Ander todavía no tiene muy claro qué significa eso, pero, en esta mañana, ha aprendido un truco para distinguirlos. «Los que comen carne tienen las manos cortas, los pies grandes y los dientes afilados, como el 'Albertosaurus'». Esa mandíbula le impresiona aún más porque sus colmillos son naranjas. «¡Qué guarro!», ríe.
«La verdad es que no se ven dinosaurios todos los días y los niños tienen una época que les encantan estas criaturas. Queremos que se diviertan porque, aunque aprendan cosas nuevas, los pequeños suelen venir muy aprendidos», zanja Muñoz.
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