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La Vitoria de hace seis décadas tampoco perdió la ocasión de despedir 1959 al mismo tiempo que recibía 1960 con costumbres similares a las de hoy. La fiesta se servía a la mesa en casa con la cena en familia hasta que daban las doce, cuando tocaba escuchar por la radio las campanadas de la Puerta del Sol y deglutir una a una las uvas de la suerte. Cumplido el ritual, los más jóvenes se echaban a la calle para proseguir con la celebración en bares –en la imagen, cotillón improvisado en la cafetería Casablanca de la calle Dato– y sociedades privadas como el Círculo Vitoriano, el Casino Artista Vitoriano y la Peña Vitoriana, donde se bailaba hasta las tres de la madrugada.
El hotel Canciller Ayala ofrecía por 200 pesetas cena, uvas y baile y rebajaba a 50 el precio de la tarjeta de asistencia únicamente a la fiesta de Año Nuevo. La dirección recomendaba a los caballeros el uso de traje oscuro.
Fue aquel un cambio de calendario movido, ciertamente. En Gomecha, a las once y media de la noche, se desató un incendio en una casa solariega del marqués de la Alameda que consumió la cuadra y el pajar y afectó a la vivienda. El acaudalado entregó 1.000 pesetas al Ayuntamiento como donativo a los bomberos por su trabajo. Y mientras 37 detenidos pasaban unas horas en el retén de la Guardia Urbana, otros muchos vitorianos madrugadores se echaban al monte, al Zaldiaran.
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