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La meteorología es caprichosa. Tan adversa este verano para agricultores y ganaderos que ya lamentan pérdidas «importantes» en las cosechas de cereal y girasol o ... ven cómo la ausencia de pasto para sus animales les obliga a hacer más gastos en piensos, pero al mismo tiempo tan beneficiosa para uno de los rincones icónicos del territorio. El Valle Salado ha encontrado en el intenso calor, las jornadas asfixiantes de sol de semanas atrás y la sequía a los mejores aliados para pensar en que la cosecha de sal de 2022 pasará a formar parte de la historia en Añana. Una campaña de récord.
Todavía falta la recta final de una campaña que arrancaba a finales de mayo y se prolongará hasta septiembre. Pero las mejores previsiones que tenían los salineros de recoger en torno a 145 toneladas de sal de manantial y otras 22 de sal de flor ya están cubiertas y superadas. «Producimos lo que vamos a vender y a donar. Y eso ya lo hemos conseguido», asegura el gerente de la Fundación Valle Salado, Pablo de Oraá, que cifra el número de toneladas de sal ya recolectadas en «más de 150, casi 155, y otras 25 de flor».
pablo de oraá
Está siendo una campaña «muy interesante, pero al mismo tiempo también muy dura». El sol y el viento norte «son las condiciones que siempre demandamos y este año se están dando», reconoce, sin olvidar que la falta de lluvia «a nosotros particularmente nos viene bien». Y tanto junio como julio han sido meses «extremadamente secos», según ha reconocido los propios meteorólogos. Todo ello ha contribuido a que el proceso de evaporación del agua de las salinas se acelerara durante el día y la producción de sal aumentara. «Incluso ha habido que ralentizar los trabajos para no tener problemas de almacenamiento y para velar por la salud de nuestros salineros y por la sostenibilidad de nuestro paisaje», añade De Oraá.
Porque quienes se dedican a extraer la sal «han tenido que soportar varias jornadas de julio e incluso agosto con temperaturas por encima de los 40 grados pero la sensación térmica era aún mayor, incluso de 45». Ese calor asfixiante ha dado paso a días más suaves y en los que la lluvia «no ha destrozado nada y nos ha dado un respiro».
La calidad del producto «también está garantizada», dice el gerente de la fundación, porque el agua salada de los manantiales de Añana concentra 250 gramos de sal por cada litro y es una de las claves. «La identidad y la autenticidad son dos de nuestras principales características, muy valoradas por nuestros diferentes clientes», asegura Pablo de Oraá.
Ahora, la sal 'made in Álava' se vende en 34 países. «Somos una referencia en los mercados más cercanos, pero también cada vez tenemos una mayor presencia en el sudeste asiático, tanto en Japón como en Corea. Y a finales de mes una televisión franco-alemana va a venir aquí a grabar un programa», detalla orgulloso. Los mejores cocineros del mundo «siempre tienen a mano nuestra sal de Añana», que resiste la crisis «sin subir los precios».
En permanente evolución, la sal de Añana aspira a llegar al mayor número de consumidores posibles, incluso a las personas con hipertensión «y a las que se recomienda evitar la sal en las comidas. Pero también tiene beneficios». Por ello, el gerente de la Fundación Valle Salado destaca que «queremos empezar a comercializar en grandes superficies la sal líquida, un cloruro sódico con un porcentaje más bajo de sal que la convencional». Pablo de Oraá también destaca un producto «muy valorado entre los cocineros» como es el chuzo de sal, «una especie de estalactita exclusiva de nuestro valle» que se forma por las filtraciones de salmuera en las eras.
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