Unos 80 efectivos entre Red de Carreteras, Cruz Roja, Bomberos de Álava, Protección Civil de Burgos, SOS Deiak, Ertzaintza y Guardia Civil ha concluido a primera hora de la tarde el simulacro de derrame de combustible previsto en el túnel de Peña María. La bocana ... que comunica Vitoria con Treviño por la A-1 ha sido cerrada en torno a las 10:40 horas en sentido Burgos para practicar un simulacro de un derrame de combustible en carretera y ha llegado a generar hasta cuatro kilómetros de retenciones según agentes de la Ertzaintza presentes en el terreno.
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El incidente, uno más de los que se ensayan por ley cada cuatro años, supone un importante despliegue de efectivos policiales. Todo con un objetivo: «ver cómo actuar cuando hay un accidente así de forma real», explica Roberto Inés, jefe del Área de Conservación de Carreteras de Burgos.
Bajo su supervisión está que todo funcione correctamente en el simulacro. Lo artificial y lo real no se diferencian mucho, con un despliegue de ambulancias, cuerpos policiales y técnicos de emergencias idéntico al de un accidente verdadero. «Podíais haber ido a ver lo de Agurain, porque eso ya ha sido real del todo», ironizaba un ertzaina en referencia al incidente de esta mañana en la parte más oriental de Álava.
En Peña María, territorio burgalés pero de atención plenamente alavesa, Guardia Civil y Ertzaintza participan del simulacro y comparten opiniones. Agentes de uno y otro cuerpo intercambian opiniones e incluso hablan de las diferencias salariales entre unos y otros, precisamente en un momento en el que ambos pelean con sus respectivos gobiernos.
Aquí no hay helicóptero y tampoco hay gasolina realmente derramada: se usa agua mezclada con zumo de remolacha. Pero todo lo demás es real: el despliegue de vehículos policiales, la atención de personas desde las salas remotas de Emergencias, la conexión a las infraestructuras del túnel y hasta las advertencias. «Por su seguridad abandonen el túnel» ha repetido la megafonía del túnel entre un suelo cada vez más empapado del suero de remolacha mientras los técnicos miraban a la entrada del túnel a la espera de divisar la aparición de los servicios de emergencias activados.
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Entre quienes observan la atención está Ivone Elorriaga, de SOS Deiak. «Una de las principales labores de hoy es la medición de tiempos para mejorar la eficacia de los servicios». Dos técnicos desde las salas supervisan en los centros vascos de emergencias la atención de este incidente.
Mientras todo se desarrolla, dos cámaras contratados 'ad hoc' supervisan el desarrollo del incidente. Eduardo Saiz es uno de ellos. Aunque servicios como los bomberos de Álava llevan sus propias cámaras de acción, lo que registran él y María Medrano resulta vital: «Somos los ojos del simulacro», resume Saiz. Todo lo grabado luego se examina minuciosamente para detectar errores y corregirlos.
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A los pocos minutos de dar el aviso, dos unidades de bomberos llegan, pasan por el puesto de mando desplegado en el lado alavés, detienen sus vehículos al final del túnel, se cercioran de que no hay nadie dentro del camión, enchufan sus mangueras de espuma y rocían el camión que estaba derramando el supuesto líquido inflamable. El grueso de la emergencia ha quedado atajado prácticamente media hora después del derrame artificial, aunque ha habido que esperar un tiempo a taponar los desagües para evitar que los líquidos contaminantes acaben en los ríos por los sistemas de evacuación del túnel.
Entre los afectados, han estado dos tipos de conductores: quienes conocían la afección de antemano y quienes la ignoraban. Marilen Mora, motorista mallorquina, ha optado por parar en su ruta hacia Pamplona y pensaba que se había encontrado con «obras o algo así». Le ha sorprendido el enorme retén formado en el sentido opuesto al suyo, pero se mostraba tranquila porque por su lado «venía muy poca gente» y bastaban los dos carriles para dar fluidez al tráfico. Aun así, agentes de la Benemérita como Armando López, sargento primero, también se encargan de vigilar el final de las retenciones «para evitar que se produzca un siniestro vial». El diferencial de velocidad es importante en esa zona, pero labores como las de hoy forman parte «de nuestro trabajo diario: es uno como otro cualquiera», asegura.
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Entre los conductores con menos suerte que Marilen estaba Endika Ruiz, que «por motivos de trabajo» ha tenido que pasar por el túnel en los dos sentidos. El primero, en dirección Burgos, «se ha hecho un poco desesperante», pero a la vuelta ya se mostraba más tranquilo. «Sabía lo del cierre, pero no quedaba más remedio», resumía en declaraciones a este periódico.
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