Un día cualquiera entre 1953 y 1954 en un domicilio de Vitoria, doña Amparo Domingo mira su tocador y repara en un vasito, un reloj y un sonajero. También en una cadena, un anillo y dos medallitas de plata. Ante la duda de que la ... colección pueda no ser suficiente para honrar como pretende a la Virgen Blanca, en el convencimiento también de que su fe merece más quilates, se despoja de otros tres pendientes y un anillo de oro. Lo dona todo.
Publicidad
En esta misma ciudad, a la niña Blanquita Cámara ya nunca más le pusieron sus pendientes de oro. Sus padres los regalaron por la similar veneración que empujó a la señora a deshacerse de sus alhajas. Más generoso aún fue don Ángel Galindo, que dio trece medallas de plata, dos relojes de plata de tres tapas, tres pendientes de oro y diamantes, una sortija de oro, brillantes y diamantes y una pulsera de oro, platino y diamantes con un colgante de oro. Un muestrario de gusto.
Amparo, Blanquita y Ángel. Pero también una «persona del pueblo de Letona», «en memoria de Félix Lascaray», «una feligresa de San Miguel», «las hermanas Galíndez de Llodio» o «X. X.», bastantes equis que ocultaban identidades en la relación pública de almas caritativas ... Vitorianos de toda condición social y económica; alaveses y algún que otro forastero. Ricachones, pudientes, pobres de solemnidad, chiquillos, feligresas de a diario. Cada cual ofreció lo que buenamente pudo y por diversas motivaciones emocionales parte de lo más preciado de sus bienes a la Virgen Blanca para su entronización con una diadema asombrosa el 17 de octubre de 1954. Este jueves se cumplen 70 años de aquella solemnidad en la plaza de España, la 179 coronación canónica en el país.
«Que todo vitoriano, sin dejar uno solo, participe en la dicha de cooperar a la confección de la corona». Desde el boletín oficial se exhortaba a entregar joyas y donativos para contribuir al pago de los actos previos y la ceremonia. Los objetos se depositaban en el obispado, San Miguel, a las camareras de la virgen y en un par de comercios. El dinero se ingresaba en cuentas abiertas para la ocasión en cajas y banco.
Publicidad
Se llegaron a registrar 495 donaciones de miles de joyas y 327 limosnas de entre cinco pesetas, la más humilde, y 5.000, un dineral. Todas las entregas, con sus identificaciones, se publicaron en 'Fulgens Corona', el boletín de cinco números que vio la luz entre mayo y noviembre de 1954. También se hicieron eco los periódicos y radios, entre ellos EL CORREO. En total 822 personas, recuento no acreditado como definitivo, contribuyeron al éxito de tan singular cuestación. Aquella Vitoria era recatada. Con un censo de 60.000 habitantes, se iba despojando de su carácter rural y avanzaba a través de un vertiginoso proceso de industrialización que favoreció el crecimiento y afianzó la prosperidad.
De la recopilación y registro de semejante cantidad de oro, plata y gemas en forma de anillos, cadenas y demás se ocupó el joyero vitoriano Ricardo de Anitúa. El preciadísimo cargamento se envió a Madrid, a la platería de Dionisio García y al taller de José López, para su selección y fundición. Allí, bajo el asesoramiento de la Sociedad Española de Metales Preciosos, se labraron las hermosas coronas de La Blanca y el Niño, la aureola de ella y el cetro que porta en su mano derecha.
Publicidad
Antes, en abril de 1953, el Obispado, el Ayuntamiento y la Cofradía de la Virgen Blanca habían solicitado a la Santa Sede que otorgara la coronación a la patrona por su declarada devoción en Vitoria desde el siglo XVI. A Pío XII se le hizo llegar también un libro encuadernado en piel repujado con cientos de firmas de instituciones, entidades y particulares que imploraban la gracia papal. El 20 de diciembre se conoció la buena nueva. «Que la imagen de esa Beatísima Virgen, la Blanca, pueda ser coronada en nombre nuestro con una corona de oro».
Y así fue. El sacerdote vitoriano Félix Núñez, de 92 años, seminarista entonces, recuerda hoy aquel acontecimiento en una ciudad exultante, emocionada, engalanada. «Fueron muchos meses de preparativos, de actos (procesiones, misas, ofrendas). Para que se llenara la plaza de España como se llenó, se necesitaba mucha propaganda», dice el religioso, que defiende tras décadas la vigencia del «amor vitoriano por su virgen». EL CORREO cifró en «unas cuarenta y tantas mil personas» las asistentes al imponente cortejo y a la liturgia, con la presencia de Carmen Polo, la esposa del dictador Franco, en su primera visita oficial a Vitoria.
Publicidad
Fue «radiante» la mañana del domingo 17 de octubre de 1954, subraya Núñez, uno de los monaguillos que sostuvo el decreto de Roma para su lectura pública. Seguidamente, el Nuncio de Su Santidad, Ildebrando Antoniutti, y el obispo Bueno Monreal depositaron sobre las sienes de Nuestra Señora de las Nieves y su Hijo los símbolos de la divinidad donados por ese pueblo orgulloso y desprendido. Replicaron las campanas. Al anochecer, a modo de júbilo, se encendieron hogueras en los pueblos.
Hoy, esas joyas de valor desconocido se guardan en una caja fuerte y solo se pueden admirar durante la novena de la patrona y los días de las fiestas sobre las cabezas de las dos imágenes en su capilla de San Miguel. Para el resto del año, la cofradía las sustituye por réplicas, las llamadas coronas «de diario». La entronización dejó también herencia, la talla de la Virgen Blanca peregrina, la que cada 5 de agosto portan los blusas, creada en 1954 para visitar iglesias, colegios y otros centros y un barrio vitoriano, el de la Coronación, antes Aldave.
Publicidad
La corona de la virgen, a la izquierda, de 18 centímetros de diámetro y 29 de altura, está fabricada en oro de 20 quilates y en oro blanco y platino de 18. Lleva 193 brillantes, 475 diamantes rosas y 31 tablas, 12 perlas orientales enteras y 57 taladradas, 18 rubíes orientales, 12 zafiros orientales y una media perla. La del Niño, de 14 por 21, tiene 42 brillantes, 226 diamantes, una esmeralda, 6 rubíes, 9 zafiros y 8 amatistas.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.