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Curas indemorables, analíticas y extracciones de sangre, pruebas de coagulación y controles del tratamiento de Sintrom. Para casi todo lo demás, el teléfono se ha convertido en el aliado de los ambulatorios alaveses, cuya actividad presencial se ha limitado a lo indispensable para reducir ... los posibles contagios por coronavirus. Los puestos de admisión de la quincena de ambulatorios vitorianos y los repartidos por el resto de cuadrillas permanecen abiertos, pero los pacientes deben llamar primero a su centro de referencia para determinar si es necesaria una visita presencial.
«El funcionamiento de los ambulatorios ha cambiado en tiempo récord. Desde mediados de marzo la mayor parte de la atención se produce por teléfono. Si tienen síntomas leves de Covid-19 se les hace un seguimiento mientras siguen en casa, y si no les vemos en el ambulatorio», explica Maxi Gutiérrez, jefe de la Unidad de Atención primaria de Zabalgana. Todas las consultas atrasables o que se puedan resolver por teléfono se aplazan mientras los profesionales de Lakuabizkarra, Zabalgana y Salburua, los habilitados para atender casos que pudieran estar relacionados con el Covid-19, atienden a las personas con sintomatología respiratoria. En la Rioja alavesa los ciudadanos son citados en Oion, Labastida y Lagura, y a los vecinos de Llodio y Amurrio les da servicio Galdakao.
Las salas de espera están vacías. Quienes entran para ser examinados por el equipo que atiende los posibles casos de Covid-19 reciben una mascarilla y sus manos se desinfectan con gel. El personal se asegura de que en ningún momento se encuentra con otros pacientes. «Se les ausculta, se comprueba su saturación de oxígeno, y si es preciso se les deriva a Olaguibel para una radiografía de tórax», detalla Gutiérrez. Tras este control, el paciente es derivado a casa y recibe el resultado del test por teléfono o, en los casos de mayor gravedad, se le traslada a las urgencias de Txagorritxu. «Los datos están mejorando, si antes veíamos 70 casos al día, desde la semana pasada tenemos alrededor de 45 en Zabalgana y vienen menos graves», afirma el médico de familia.
Los pasillos de este centro, el único que recibe casos de Covid-19 entre los pacientes pediátricos se han organizado manera que las mujeres que acuden a ver a sus matronas, los niños, los pacientes de Covid-19 y el resto de ciudadanos no coincidan en ellos. Aunque las salas de espera estén vacía, los teléfonos de las consultas echan humo y el trabajo no cesa, tampoco en los domicilios de los pacientes.
«Un médico y un enfermero de cada centro se desplazan en furgonetas de la Ertzaintza para atender casos de Covid-19, ya sea para controlarles el Sintrom, extraerles sangre en el domicilio... hacemos varias visitas diarias, y cada una requiere vestirse en el rellano del paciente, verle en una habitación debidamente aireada...», enumera Gutiérrez en relación a estos enfermos crónicos, mayores o con problemas de movilidad.
Los alaveses ya no acuden tanto a urgencias. El coronavirus ha desplazado temporalmente algunas de sus necesidades y los médicos detectan una mayor tranquilidad entre la población. «Los primeros días recibíamos muchas llamadas relacionadas con el miedo y la incertidumbre. En algunos casos les derivábamos a servicios Psicológicos, pero esta ansiedad se ha ido reduciendo», explica Gutiérrez. Los centros de salud abrirán sus puertas este Jueves y Viernes Santo y el Lunes de Pascua y el departamento de Salud espera aumentar los test realizados en el ámbito de la Atención Primaria, una decisión que ayer ya se dejó notar en Zabalgana.
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