Conquistando el tiempo

El esqueleto de 'Nancy en Vietman' fluye con agilidad gracias a momentos que se transforman según van plasmando diversas emociones. Su construcción estructural acierta al no tener ni comienzo ni fin en si misma y abrazar la metáfora estética de que la vida es una transformación continua.

La visión artística es clara en su articulación visual. Por la escena desfilan bicicletas, dominós, cohetes, escobas y muñecos que apoyan a los actores en la creación de interesantes imágenes abstractas. La construcción de cada instante como un juego cobra sentido mientras que su aparente ligereza convive con profundas cavilaciones trascendentales.

El humor que cose el texto se llena de fuerza gracias al soberbio trabajo de Txubio Fernández de Jauregui. Su presencia conquista al público ya que logra exprimir el jugo de cada palabra para que brille, resuene y arranque risas. La música y la danza, por su parte, logran aportar una delicada textura poética. Si bien hay alguna composición escénica que podría pulirse más para obtener definición, el trabajo conquista a los espectadores.

En 'Nancy en Vietnam' las expectativas iniciales ante la obra poco a poco dejan paso al placer de dejarse llevar. La pieza desaparece con suavidad ante los ojos de un público satisfecho ante la bella locura de este viaje multidisciplinar por el tiempo.