El conjunto monumental de Quejana desempolva sus tesoros

El Servicio foral de Restauración quiere empezar en las próximas semanas con la restauración de los sepulcros del canciller Ayala y su esposa, Leonor de Guzmán, tras detectarse que alguna limpieza agresiva ha podido eliminar parte de las policromías originales. Para eso se estudiarán los materiales, se levantarán las tumbas para realizar un control arqueológico, se ejecutará una limpieza, se procederá a realizar un escaneo y se realizará un análisis de las policromías para paralizar su deterioro.

Y todo eso se hará mientras los turistas y visitantes de Quejana caminan a su alrededor, ya que se ha decidido copiar el exitoso modelo de 'abierto por obras' que se utilizó en la Catedral de Santa María de Vitoria. Un programa que esperan poner en marcha en noviembre. También se podrán contemplar el retablo de la Virgen del Cabello -una copia, ya que el original se encuentra en el Art Institute de Chicago- y la arquitectura de la torre del siglo XIV.

Pero la inversión millonaria de la Diputación sirvió para hacerse con los 90.000 metros cuadrados en los que originalmente se encontraba el convento. Junto a las celdas hay una magnífica sala capitular, cocinas y un comedor que se encuentran en un lamentable estado de deterioro. Su recuperación tendrá un coste multimillonario que la Administración foral no podrá asumir 'motu proprio' y, según lo que se determine en el concurso de ideas, la idea es incorporar inversores privados.

Ya no basta con simples apaños, sino que precisa de un proyecto global. Sea cual sea el objetivo final de la Diputación deberán tener en cuenta que el conjunto está blindado por el Gobierno vasco, ya que en 2022 lo declaró 'Bien Cultural Calificado' y en 2011 se protegieron los muebles que han logrado vencer el paso del tiempo como bienes de interés cultural.

La idea es que el conjunto monumental se convierta en un motor que dinamice la economía de Ayala y, por eso, una parte de la inversión se incluye dentro del plan Berpiztu para la comarca. Todo con el objetivo de recuperar una 'joya' medieval que hasta ahora ha estado descuidada. Algo que tampoco es nuevo. A finales del XIX, el escritor Ricardo Becerro de Bengoa ya denunciaba la desidia a la que se estaba sometiendo al conjunto monumental. «El corazón se siente avergonzado. Tan gloriosa memoria, tan histórico sitio, tan rica tumba, yacen indignamente abandonados entre el polvo y con señales del más censurable olvido», dejó plasmado sobre papel.