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La tacharon de mentirosa, de vengativa y de fantasiosa. Y más cuando se retractó hasta en tres ocasiones. A principios del mes pasado compareció en la Audiencia Provincial de Álava como testigo principal y presunta víctima de abusos sexuales a cargo del que fuera ... su padrastro. Esta chica, aún menor de edad, relató esos ataques en la intimidad de su casa. Cuando empezaron contaba sólo doce años.
Tras meses de sufrimiento en silencio, en la primavera de 2018 se armó de valor y contó su secreto a una educadora. A partir de ahí, un nuevo infierno. Porque hubo dudas sobre su revelación. Porque el entonces presunto autor no sólo lo negó todo, sino que la acusó de quererla separar de su entonces pareja sentimental. También lo hizo durante el juicio, celebrado en el Palacio de Justicia de Vitoria.
Ayer, jueves, la máxima instancia judicial de la provincia informó de su fallo, firmado por la magistrada Elena Cabero, la misma del caso De Miguel, y secundado por sus compañeros Jesús Poncela y Francisco García-Romo. Condenaron a este vitoriano por «un delito continuado de abuso sexual con acceso carnal a menor de 16 años» a once años y un día de prisión.
Asimismo, también tendrá vetado acercarse o comunicarse con esta joven durante doce años, deberá indemnizarla con 15.000 euros y por ley se le prohibirá cualquier oficio que conlleve contacto regular con menores durante catorce años. Durante la vista oral, este hombre –tres décadas mayor que su víctima– contó que «he sido entrenador de niños muchos años y nunca he tenido una queja de nadie».
La sentencia se ha demorado más de un mes, quizá por lo complejo del asunto a tratar. Era la palabra de la pequeña, que todavía continúa tutelada por la Diputación, contra la de un adulto sin antecedentes y que negó cualquier ataque en las dos ocasiones que tuvo el turno de palabra, al principio y al final del juicio.
Una parte de la familia declaró a favor de la chica y otra restó importancia a sus palabras. La defensa reveló que desde muy pequeña tuvo problemas por «conductas sexuales inapropiadas», saldadas con su inclusión en un programa psiquiátrico especializado. Para los tres togados, el ya condenando se aprovechó de esta circunstancia.
Y las tres retractaciones, la última en una comida familiar, respondieron a que esta adolescente actuó «mediatizada por las circunstancias de ese momento», siempre según la resolución judicial.
Contra esta sentencia cabe recurso de apelación al Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV).
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