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Una ronda rutinaria de una patrulla del Seprona de Burgos, que circulaba en tránsito por la comarca alavesa de Valdegovía, terminó el pasado año con un hombre investigado y con la incautación de dos detectores de metales, una azadilla y abundante material arqueológico valorado en 1.783 euros.
Ahora, según ha podido saber este periódico, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Amurrio considera probado que el identificado por el Seprona el pasado año cometió un delito de expolio arqueológico y otro de apropiación indebida. Por estos hechos le ha condenado a pagar dos multas de 1.440 euros y 240, respectivamente, además de abonar una indemnización a la Diputación foral de Álava de 5.344,95 euros, lo que le supondrá un desembolso económico global de unos 7.025 euros.
Además, el juez ha acordado requisar y destruir de forma definitiva los detectores de metales decomisados y atribuir a la Diputación alavesa la posesión de los bienes arqueológicos expoliados de diferentes yacimientos de la provincia. Dicho material, se encuentra depositado en el Museo Arqueológico de Álava desde que fue confiscado por parte de la Policía.
Los hechos se remontan al 21 de enero de 2022 cuando los agentes observaron a A.E.R., de 51 años, que provisto de una azada y ayudado por un detector de metales practicaba agujeros en una finca dedicada a cultivo en las inmediaciones de Espejo.
Ante la sospecha de que estuviera realizando prospecciones irregulares para localizar piezas arqueológicas los agentes se acercaron al lugar y confirmaron la existencia de ocho hoyos recién practicados y otros muchos menos recientes. También verificaron que además portaba un segundo detector de metales de mano y, en el bolsillo del sospechoso, hallaron 7 monedas, 3 botones, 2 proyectiles y 9 fragmentos indeterminados de metal, todos de notoria antigüedad y cubiertos de tierra compatible con la del terreno. Además, en su vehículo localizaron 84 objetos metálicos de distinta índole y otras 12 monedas presentadas en cápsulas de plástico y perfectamente catalogadas.
En total, el Seprona le ocupó 115 objetos, entre los que destaca un denario de plata acuñado durante la república de Roma (83-82 a. C. ), decenas de monedas, tres anillos, una fíbula y varios alfileres de la Edad del Hierro.
En este proceso ha sido clave la actuación del Seprona, que identificó al autor de los hechos y levantó un exhaustivo atestado, y los informes de valoración de las piezas y de los daños provocados al patrimonio realizados por el equipo técnico del BIBAT-Museo de Arqueología de Álava, que han permitido al tribunal dictar veredicto.
Esta sentencia, fechada este mismo mes de julio, supone una buena noticia para el colectivo de arqueólogos y para el conjunto de la sociedad ya que constituye un precedente contra este tipo de actividades de clandestinos que utilizan detectores para expoliar yacimientos.
La proliferación de personas con detectores de metales en lugares protegidos es un asunto que preocupa a las instituciones y a los arqueólogos a partes iguales. Los propios profesionales del sector, a título individual, bajo el Instituto Alavés de Arqueología o desde la Plataforma Estatal de Profesionales de la Arqueología, así como la propia Diputación alavesa, han lanzado mensajes y campañas de concienciación y han impulsado medidas preventivas frente a esta práctica ilegal. La institución foral recordó hace unos meses que en caso de ver a un detectorista hay un «protocolo establecido en la comunidad autónoma vasca» que consiste en «llamar al 112 inmediatamente, para que una patrulla de la Ertzaintza se pueda personar y pueda tomar medidas contra la actividad ilegal».
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