Ultramarinos Olegario Ganuza en Orbiso, 'La ferretería' en Santa Cruz de Campezo, Ultramarinos Ignacio Suso en Maeztu, 'Kintelena' en Aramaio o 'La tienda' en Heredia. Son algunos de los ejemplos de comercios rurales que se muestran en la segunda parte de la publicación ' ... Atzo eta Gaur', un recorrido desde finales del siglo XIX hasta la actualidad plagado de historia, anécdotas y fotografías inéditas. El libreto, editado por la Asociación de Concejos de Álava (ACOA) con el apoyo de la Diputación, pone en valor los establecimientos de varias localidades de Rioja Alavesa, Montaña, Llanada y Gorbeialdea.
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«Para saber a dónde vamos debemos saber de dónde venimos, y para ello es fundamental analizar el sistema de vida de nuestros pueblos y los valores que aportan a nuestra sociedad. En un mundo tan globalizado otro comercio es posible», destaca el recién estrenado presidente de ACOA, Joseba Andoni Terreros. A su juicio, los ultramarinos, bares, panaderías o mercerías son clave para dar vida a los núcleos rurales. Y precisamente eso es lo que se necesita para plantar cara al creciente despoblamiento.
La socióloga Karmentxu Intxaurraga ha llevado a cabo la investigación antropológica y social para recopilar la información y testimonios que ahora ven la luz, lo que ha significado incontables horas de charla y búsqueda de fotos antiguas. «La finalidad de este catálogo es prestigiar y mantener en la memoria escrita las historias de los grandes hombres y mujeres del mundo rural que a través de sus pequeños comercios han dado vida a nuestros pueblos», resume Intxaurraga. «Estos establecimientos han sido y son puntos de encuentro, además de ofrecer producto de cercanía y calidad», añade.
La presentación de la publicación ha contado también con la presencia de José Antonio Ganuza, hijo de Olegario Ganuza y último comerciante de la localidad alavesa de Orbiso, que ha estado acompañado de su mujer Vitori. «Recuerdo como con 16 años veníamos los martes, jueves y sábados a vender cien docenas de huevos al mercado de Vitoria, en la plaza de España. Más que trabajo, para mí era una auténtica fiesta venir cada semana a la capital», cuenta José Antonio visiblemente emocionado. De adulto, hasta 2010, continuó con la ayuda de su esposa el reparto de fruta y verdura por los pueblos de alrededores.
'La ferretería' en Santa Cruz de Campezo es un buen ejemplo de todo lo que se podía encontrar en un establecimiento de pueblo. Rufino Díaz abrió el negocio en 1930 y allí se vendía «de todo, menos productos perecederos»; centrado primero en materiales de construcción su hija Raquel amplió después la oferta con cubertería, cestos de castaño, anís, golosinas a granel, zapatillas o material escolar. Así que poco a poco 'La ferretería' de Rufino pasó a denominarse 'La tienda de Raquel', los veraneantes –sobre todo bilbaínos– la llamaban 'El Corte Inglés' influenciados por la inauguración en 1962 de los grandes almacenes en la capital vizcaína.
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El libreto recoge también, entre muchos otros, la historia y anécdotas del ultramarinos de La Amancia y su marido Pedro Franco, en Elvillar, donde se puso el primer teléfono del pueblo; la mercería con alimentación de Bittor Mendialdua 'Manzano' y Pilar Irasuegui en Aramaio o de Ultramarinos Ignacio Suso en Maeztu, todavía en funcionamiento con más de un siglo de andadura y con «las mujeres siempre detrás del mostrador y los hombres fuera haciendo transporte». Las últimas páginas están dedicadas a la inminente apertura de una tienda 'multiservicio' en Peñacerrada concebida como «un proyecto de vida vecinal».
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