Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La nieve es lo que tiene: otra temperatura y otros colores. Y un enorme poder de sugestión para evocar nostalgias. Esa nieve que cubre superficies como una suerte de mantecado amortecido bajo la esfera plomiza y grisácea tonalidad panza de burro -que sostenía un quejumbroso ... Fernando de Amárica para los cielos vitorianos de su vejez-, o tiene la nieve ese blancor de fría atmósfera otro encanto ya con la bóveda celeste totalmente encendida. La nieve suscita complicidades, incluso en uno mismo. Nos remite al hogar, a la infancia. Existen muchos ingredientes, refracciones, juegos de luces y espejos que con la presencia de estos mantos blanquecinos avivan debidamente los resortes psicológicos.
Un poco de todo esto se vislumbra en la nueva exposición de Mitxel Martínez Vela en un establecimiento que conoce sobradamente por exponer ya en anteriores ocasiones. Algún cuadro contemplado durante el verano de 2019 aparece de nuevo. O muy similar. Figurativo, silvestre a su manera y autodidacta, sin pretender dar lecciones a nadie, gusta este pintor disolver parcialmente las formas naturales en sus pequeñas obras. En búsqueda de una expresión que es la suya propia, simple y simplificada, con barridos deformados, pero con capacidad de sugerencia. En esa deformación expresionista, no desaparecen las formas visibles. Se acentúan.
Figuras y paisajes convertidos en exclamaciones de manchas cromáticas; exaltaciones enérgicas de un expresionismo que es característica exacerbada de los sentidos. Los colores como combustible para los recuerdos. Inflexiones de una época vivida en la agreste Montaña Alavesa con el pueblo de Róitegui como epicentro familiar, cuando el pintor era 'el hijo del pastor'. Otros entornos vivenciales nutren igualmente el valor de las cosas desde un punto de vista exclusivamente pictórico. Sin alusiones topográficas identificables si no es por alguna referencia escrita con el pincel.
Composiciones de una elección muy precisa, sin aspavientos ni grandilocuencia, pues Mitxel se asoma a sus cuadros con modestia, con su legítima dignidad, con su originalidad más propia. Mostrando sus inquietudes, exhibiéndolas, sin traicionarse ni aparentar lo que no es. Libertad e independencia, señas de este autor que va a su aire. Con unos colores que rodean, como decimos, unos paisajes y unos moradores liberados en su tránsito de cualquier referencia geográfica. Colores ásperos, fríos e incluso inhóspitos, un mundo al que se le otorga algo para que sea perdurable: ese sentimiento propio. En la memoria y en la retina.
Obras: Óleos y dibujos.
Lugar: Bar Warhol, calle Francia 23.
Hasta cuándo: 31 de marzo
Los temas de interior doméstico, los bodegones, esas flores arracimadas en diversos recipientes, disfrutan, en cambio, de unos estallidos cromáticos mucho más cálidos, por lo tanto, más amables. Y los apuntes dibujísticos, en su festividad ingenuamente erótica, en sus trazos y poses, invitan a una sonrisa gozosa sin malicia. Son divertimentos. Mitxel Martínez Vela alcanza la plenitud en sus obras pictóricas como es, sencillamente.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.