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Lunes, 16 de enero 2023, 00:29
El sector primario lleva años aliándose con la tecnología para modernizar su forma de trabajar. El uso de los drones no es más que el último capítulo de un largo camino en el que destacan desde el uso de collares para cercar de manera virtual ... las parcelas, hasta la utilización de chips para alertar al ganadero de los partos o los sistemas electrónicos que dispensan comida a los animales solo en las horas programadas.
Uno de los avances visualmente más evidente tiene que ver con los vallados. Del cerco de maderas se saltó a la alambrada electrificada. Pues bien, ahora la imagen podría ser completamente diáfana. «Los ganadores fijan con sus dispositivos móviles unas coordenadas límites. Cuando el animal trata de cruzar esa línea, el sistema emite un sonido que le asusta y le obliga a retroceder. De esta manera se consigue controlar el grupo», explica Unai Campo, videpresidente de UAGA (Unión Agroganadera de Álava).
Su eficacia, asegura, es «del 100%. Se podría dejar las puertas abiertas de par en par que funcionaría perfectamente». Y además, «incorporan unas placas solares, por lo que no haría falta ninguna fuente eléctrica». El único punto en contra que pone sobre la mesa tiene que ver con el esfuerzo económico que puede suponer, aunque ya cuentan con un 'plan B': «Si se coloca a los animales que dominan el grupo, el resto le seguirá».
Otro de los innovadores sistemas se utiliza en los partos. A los animales se les adhiere un sensor que al detectar una fuerte contración envía una alerta al móvil del ganadero. «Te avisa de que el parto será en un periodo de no más de ocho horas. De esta manera puedes acercarte para garantizar que no hay ninguna complicación». Un método «muy práctico» sobre todo cuando el nacimiento se produce de madrugada.
Por último, para garantizar la correcta alimentación del rebaño hace tiempo que se implementaron las herramientas que controlan la cantidad de la ingesta. Cada animal cuenta con un collar que actúa de llave cuando se acercan a las dispensadoras de pienso. «El ganadero programa las horas y la cantidad. Si no les corresponde comer no les va a caer nada. Así evitamos los atracones que repercuten en su bienestar», concluye.
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