El teléfono móvil forma parte indispensable del día a día de adultos, jóvenes y, cada vez más, niños. Por eso saltan todas las alarmas cuando salen a la luz noticias como la difusión de imágenes de menores desnudas, manipuladas con inteligencia artificial por sus propios ... compañeros; el intercambio de vídeos pornográficos violentos en un chat de niños; o la agresión sexual de unos adolescentes a una compañera con discapacidad.
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El uso que se hace de estos dispositivos preocupa a las familias, pero también -y mucho- a los colegios. Por eso, son varios los centros de Vitoria que estudian endurecer sus normativas para impedir la utilización de 'smartphones' en las aulas. En la inmensa mayoría de colegios ya están prohibidos, sin embargo, los adolescentes aprovechan cualquier descuido para sacarlos a escondidas. Ya hay niños de ocho, nueve o diez años que tienen móvil, y entre los doce y los catorce es prácticamente imposible encontrar a alguno que no lo posea.
En este contexto, centros como Urkide se plantean modificar el protocolo para hacerlo más estricto. «La comisión de convivencia está estudiando la posibilidad de prohibir el uso de los móviles en todo el recinto escolar, obligando a los alumnos a dejarlos en una taquilla cuando entran», explica el director, Aitor Pérez de San Román. Los teléfonos personales ya están prohibidos en las aulas, pero siempre hay quien se salta la norma. «Estamos tremendamente preocupados con esta cuestión y hemos comprobado que no podemos educar en su buen uso», zanja Pérez de San Román. También en Egibide están ahora mismo inmersos en una reflexión sobre este asunto. «Es algo que nos inquieta cada vez más y las normas están ahora mismo en revisión, los chavales siempre van por delante y hay que actualizar las normas constantemente», explican fuentes de la institución educativa.
Otros centros, como Vera-Cruz, han valorado la posibilidad de requisar todos los móviles de los estudiantes antes de que accedan a las aulas y devolvérselos cuando finalice el horario escolar. «Es algo que nos hemos planteado pero nos surgen algunas dudas a la hora de aplicarlo», confirma la directora, Paula Heredia, que admite que son conscientes de que los chavales los usan «en el intercambio de clases o en los baños». Cada día, los docentes son testigos de cómo estos aparatos se han convertido en una parte «esencial» de su día a día y de la necesidad que tienen de revisarlos constantemente.
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El enganche es tal que en las aulas se montan verdaderos dramas cuando un profesor confisca el móvil a un alumno por sacarlo en clase. «Hemos visto reacciones desproporcionadas: gritos, lloros... no pueden vivir sin teléfono», lamenta Dario Nasilli, director de Niño Jesús. El uso en todo el recinto escolar está prohibido desde hace años, pero algo que también preocupa es las consecuencias negativas que se trasladan al colegio después de problemas virtuales entre compañeros. Disputas 'online' que se convierten en reales en el patio de recreo. A diferencia de otras comunidades, en Euskadi el uso del teléfono en el recinto escolar no está regulado. Cada colegio establece su propia normativa, también en los públicos.
«En nuestro caso si les vemos usándolos se lo requisamos durante una semana o un mes, depende del caso. Siempre dándoles la tarjeta para garantizar su intimidad», traslada Nieves Maya, desde Carmelitas. «Estamos ante un problema que va a más pero que es cuestión de educación social y responsabilidad familiar», añade. En otros centros, como Marianistas, lo que están haciendo es intentar retrasar la edad a la que los menores tengan acceso. «Tras unas charlas informativas, las familias de 4º de Primaria están promoviendo hacer un pacto entre todas para atrasar la edad a la que darles un móvil a sus hijos», explican desde el centro.
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¿Hay alguna edad recomendable a la que dar un móvil a los hijos? Jorge Flores, director de Pantallas Amigas, sostiene que sí. «Antes de los doce años es una decisión inadecuada e irresponsable», asegura. Hay tres factores a tener en cuenta: la madurez del menor; la capacidad y formación de la familia para acompañarle en su experiencia digital; y si el niño de verdad necesita un móvil. Y Flores añade algo importante: «No tiene sentido que les controles el tiempo mientras tú estás todo el día con el teléfono».
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