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En el colegio Niño Jesús de Vitoria los teléfonos móviles llevan prohibidos desde hace tiempo. No se podían utilizar en clase ni en el recreo; sin embargo, no era raro ver a alumnos chequeando sus notificaciones de WhatsApp o haciendo 'scroll' en Instagram. Eso se ... ha acabado, porque desde este curso los estudiantes están obligados a dejar sus móviles en unas taquillas personales instaladas en las aulas. Lo guardan cada día cuando se inicia la jornada escolar y lo recogen cuando finaliza. «Así evitamos tentaciones y de momento está funcionando, vemos que los chavales se han acostumbrado. Aunque nosotros seguimos insistiendo en que los alumnos no necesitan el móvil en el recinto escolar, la realidad es que la mayoría lo sigue trayendo y de algún modo teníamos que controlarlo», explica Dario Nasilli, el director del centro.
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Iñigo Fernández de Lucio
No es el único colegio de Vitoria que este curso ha adoptado nuevas medidas relacionadas con los dispositivos móviles. En la gran mayoría ya estaban prohibidos en todo el recinto escolar, aunque hay casos en los que se podían utilizar en el recreo. Desde este mes de septiembre se incluyen novedades como la extensión del veto a los profesores o la petición a las familias de que tampoco los utilicen cuando accedan a las instalaciones. Una de las razones para repensar las reglas es que, por primera vez, el Departamento de Educación obliga a que todos los centros pongan negro sobre blanco este asunto en su normativa interna antes de que finalice el año. Euskadi es la única comunidad de España que ha dejado la decisión en manos de los colegios, algo que ha suscitado críticas de familias por falta de iniciativa del Departamento.
San Prudencio es uno de los casos en los que el equipo directivo y los docentes han empezado a no utilizar el móvil en presencia del alumnado. «Ni en clase, ni en el pasillo, ni en los patios… creemos que es la mejor manera de dar ejemplo», afirma su director, Mikel Gastañares. También animan a las familias a que no hagan uso de este tipo de dispositivos en el recinto escolar y, de hecho, próximamente van a colocar carteles en el patio informando de esta petición, una acción que estará acompañada de charlas de concienciación. En su caso, los alumnos tienen prohibido llevar el móvil al colegio salvo petición expresa de los padres y quienes lo lleven, por supuesto, no pueden utilizarlo. «Valoramos la posibilidad de instalar taquillas pero lo descartamos porque nos surgían dudas», agrega el director.
Más allá de los equipos directivos, las familias están cada vez más implicadas en esta batalla por el buen uso de los 'smartphones', algo que han notado varios de los centros consultados por este periódico. En Carmelitas han sido los propios progenitores los que se han organizado para retrasar la entrega del móvil a sus hijos a través de una fórmula de contratos en la que Urkide fue pionero. «En nuestro caso la prohibición de uso en todo el recinto escolar está vigente desde hace años, pero ahora son las familias las que se están moviendo por iniciativa propia», traslada la directora, Nieves Maya. Algo similar ha ocurrido en Corazonistas, donde un grupo de familias se ha unido para demorar la entrega lo máximo posible.
«Por nuestra parte, desde este curso estamos fomentando los espacios 'móvil free' para padres y madres y también para profesores», sostiene Alberto Echezarra, director titular, que insiste en la idea de no demonizar la tecnología sino más bien educar en su buen uso. «Y por encima de todo insistimos en que no es necesario que lo traigan. Estamos en un entorno seguro y tampoco es bueno sobreproteger a nuestros hijos», defienden desde Corazonistas, donde, al igual que en otras escuelas también han prohibido los relojes inteligentes.
¿Qué motivos llevan a los centros a adoptar estas decisiones? Hay bastante consenso en señalar varios. Uno, bastante obvio, es que distraen a los adolescentes y no les ayuda, precisamente, a concentrarse. Otro, no menor, es el aumento en los casos de ciberacoso, que ya representan uno de cada tres casos de bullying en Euskadi. La adicción al móvil, la dependencia de las redes sociales, el acceso a contenido inapropiado, el juego 'online'... Son motivos de preocupación en la comunidad escolar.
Egibide, el mayor centro de enseñanzas no universitarias de Álava, no es ajeno a esa inquietud y por eso se encuentra ahora mismo inmerso en la actualización de la normativa sobre el uso de teléfonos móviles que estará lista antes de que finalice el año cumpliendo con los plazos de Educación. «La nueva guía está a punto, pero antes de ser presentada tiene que ser aprobada por todas las partes», explican fuentes del centro. En su caso, la regulación es algo más laxa y permite tenerlos encima y utilizarlos en el recreo.
En cuanto a quienes incumplen las normas, cada colegio e instituto establece un sistema más o menos severo. Hay casos en los que se llega a requisar el dispositivo durante una semana o incluso si se repite la falta el alumno se expone a su expulsión, pero en la mayoría se retira y son los progenitores del alumno los que tienen que ir a recuperarlo a secretaría.
El movimiento Altxa Burua (traducido del euskera 'Levanta la cabeza' y que tuvo su origen en Gipuzkoa) cada vez tiene más peso en Álava. A través de grupos de Telegram las familias se organizan para compartir sus preocupaciones respecto al uso de teléfonos móviles por parte de los adolescentes, ofrecer información al respecto, anunciar charlas e intentar hacer piña para retrasar la entrega del primer dispositivo. Hay grupos específicos por colegios y también por zonas como Montaña Alavesa, Okondo o Zigoitia. Además, este curso se trabajará de manera coordinada con Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra.
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