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El Colegio de Psicología de Álava ha creado un grupo específico de intervención en emergencias y catástrofes formado por una veintena de profesionales que ya ... han comenzado su formación en este ámbito. Lo cierto es que desde hace años existía un grupo de psicólogos de la provincia enfocado en este área «muy apasionados pero no organizados», aseguran. «Lo que se ha hecho ahora es reactivar esa idea, darle forma y crear un protocolo como ya existe en muchos otros lugares del país», explica Silvia Sáenz de Vicuña, decana de un colegio con más de 600 asociados, la mayoría mujeres.
Los miembros de este nuevo grupo estarán especializados en situaciones de crisis relacionadas con desastres naturales tales como incendios o inundaciones –el ejemplo más reciente es la dana de Valencia, donde realizaron una importante labor–, accidentes de tráfico, epidemias, episodios de violencia machista o suicidios, entre otros. «Cuando hablamos de catástrofes siempre pensamos en cosas muy grandes, pero en el día a día también hay catástrofes como la de esa mujer que su marido va al trabajo y no vuelve porque ha tenido un accidente. O la de esa familia que ha perdido a un hijo porque ha decidido quitarse la vida», ilustra Ainhoa Ríos, coordinadora del grupo. «En esas situaciones la intervención psicológica es importantísima. Y para eso hacen falta profesionales muy bien formados en aspectos como cuál es la manera más adecuada de dar una mala noticia o cómo dar la información y cuándo», añade la decana.
En el protocolo que ha elaborado el Colegio de Psicología se recogen cuestiones como el compromiso de inmediatez (llegar al lugar de los hechos lo más pronto posible), que los profesionales siempre tienen que actuar en binomio o que después de la intervención es obligatorio realizar lo que se conoce como una sesión de descarga. «No puedes actuar en una situación límite, terminar e irte a otra intervención como si nada o seguir con tu vida como si no hubieses estado en algo tan grave. Es fundamental hablar de ello y descargar», explica Ainhoa Ríos.
Piden a las instituciones (Ayuntamiento y Diputación) que cuenten con ellos una vez que este grupo especializado se haya reactivado. «Es necesario profesionalizar las actuaciones en contextos de emergencia. Lo que ahora se hace es llamar al 112 y ellos a su vez a la Cruz Roja, que tira de voluntarios que no tienen por qué ser psicólogos. Pero nosotros estamos aquí y queremos que nos llamen», reclaman.
La primera formación ha sido impartida en abril por la psicóloga asturiana Natalia Lorenzo, con una amplia experiencia en emergencias y catástrofes. La próxima sesión correrá a cargo de Pedro Martín-Barrajón, psicólogo experto en urgencias que tratará el tema del suicidio. «Cada vez hay más y no se habla de ello. Vamos a formarnos para saber cómo actuar tanto con la persona que amenaza con quitarse la vida como con su entorno si finalmente lo lleva a cabo».
Natalia Lorenzo, psicóloga con Máster en Trastornos Postraumáticos y especializada en Intervención en Catástrofes y Emergencias, ha estado este mes en Vitoria impartiendo formación a la veintena de profesionales alaveses que conforman este nuevo grupo. Y advierte, no cualquiera puede hacerlo. «Para intervenir en situaciones límite no vale cualquier psicólogo. Tiene que tener una personalidad resistente a la fatiga física y psicológica, capacidad de liderazgo y trabajo en equipo, habilidades sociales y de resolución de conflictos», resume esta profesional asturiana que recientemente actuó tras el accidente en la mina de Cerredo que dejó cinco muertos.Ella ha estado presente en numerosas actuaciones y en este sentido explica que «la culpa del superviviente» es la emoción más difícil de gestionar. «Es lo más complicado de trabajar, esa sensación de 'por qué ellos y no yo'». Lorenzo pone el foco además en la importancia de una rápida actuación. «Cuanto antes intervenimos, antes prevenimos. La intervención es más eficaz cuanto antes se intervenga en tiempo y espacio. De esta manera conseguimos estabilizar la situación y las reacciones de las víctimas para evitar consecuencias como trastornos depresivos, ansiosos, fobias o de estrés postraumático». Insiste en que la inmediatez y la proximidad son los principios estrella en este tipo de actuaciones, y en que siempre son los profesionales los que tienen que ir a las víctimas y no al revés. «Si esperamos a que pidan ayuda, igual no lo hacen nunca. Nosotros tenemos que actuar como una ambulancia, que es la que llega al lugar de los hechos». A la hora de actuar, recuerda que no hay que olvidarse de profesionales como policías, bomberos o los propios sanitarios.
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