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Hablamos de ella con cierta naturalidad. Sabemos de su existencia por otros. Aunque tal vez la conozcamos de primera mano porque se ha colado de pronto en nuestra escalera o, peor, cruzado el umbral de nuestro hogar. Hablamos de la pobreza, sí de ella. ¿Pero ... qué es? Por definición, la escasez o carencia de lo necesario para vivir dignamente. Y tiene que ver con lo imprescindible para la subsistencia: alimentación, agua potable, vivienda, sanidad, educación y electricidad. El Banco Mundial hila más fino en su concreción y le pone precio al dolor. Vale 2,79 euros al día (3,10 dólares). Disponer de menos dinero que este para satisfacer las necesidades más básicas equivale a ser pobre.
En el mundo habrá como 1.500 millones de personas en situación de urgencia extrema, según informes de organismos dependientes de la ONU. Y aquí, en Vitoria, en pleno siglo XXI, Cáritas Diocesana atendió el año pasado a 5.899 familias, alrededor de 17.695 vecinos que acudieron a sus centros en busca de ayuda, en particular de comida o de acceso a un piso digno, porque lo que tienen les es insuficiente. Quizás dispongan de más de 2,79 euros para gastar a diario en lo esencial, pero si acuden a los servicios de emergencia, será porque aprieta la angustia, argumentan los técnicos.
La pobreza habita entre nosotros y conviene hacerle frente entre todos. Diez colectivos religiosos vitorianos saldrán este sábado a la calle para concienciar a la sociedad del problema y exigir a los políticos que tomen medidas con el fin de erradicarla de nuestras vidas. Católicos, ortodoxos, musulmanes, evangélicos y taoístas de iglesias, comunidades o asociaciones afincadas en la ciudad se comprometen así, alzando la queja, en favor de «las personas más empobrecidas de nuestra realidad social» y contra «las desigualdades y la exclusión a personas, culturas y pueblos». Bajo el lema 'No seas cómplice, rompe tus fronteras' y tras una pancarta con el mensaje 'Juntos ante la pobreza, actúa', la manifestación partirá a las 18.45 desde el obispado, en la calle Vicente Goicoechea, y concluirá en la plaza de la Virgen Blanca con la lectura de un comunicado conjunto (19.00).
Antes, a las cinco y media de la tarde, en el salón de actos de la Diócesis de Vitoria arrancará el inédito encuentro interreligioso con una oración, un intercambio de reflexiones y un muro humano simbólico que los participantes derribarán como metáfora contra las barreras sociales.
Luis Fernando Corcuera, delegado de Migraciones de la Diócesis de Vitoria, anima a intervenir en una jornada que por primera vez reunirá a tantos y tan dispares credos por una causa común. «Creemos que las cosas tienen que ser así y no nos damos cuenta de que somos cómplices si nada hacemos por cambiarlas», sostiene el convocante, que advierte que «la pobreza no es ajena a ninguno de nosotros».
la manifestación de hoy
Cada 17 de octubre desde 1992, cuando lo reconoció las Naciones Unidas, el mundo celebra el 'Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza', aunque en realidad lo impulsó antes, en 1987, el sacerdote francés Joseph Wresinski con una convocatoria que llamó la atención de más de 100.000 personas en París. En Vitoria, parecida propuesta solidaria echó a andar hace once años promovida por la Asociación de Comunidades Cristianas de Fe y Justicia en la iglesia de San Cristóbal.
Su responsable en Álava, Isabel Barrios, concede «un valor especial» al encuentro de esta tarde «entre personas de diferentes creencias, capaces de unirse contra una de las grandes lacras de nuestra sociedad». «No es cierto que no haya nada que hacer. Hay opciones de vida que nos llevan a ser personas más justas y solidarias», recoge el texto que será leído en la Virgen Blanca al término de la marcha reflexiva y silenciosa.
Conviene aclarar que el taoísmo tiene algo de religión y de filosofía, pero sus practicantes se sienten más cómodos si se refiere a su movimiento como «una cultura de vida». Así que Patxi Marta se hace llamar You Weijun como abad del único templo de Vitoria. Está encantado de que se hayan acordado de su comunidad, «que prácticamente pasa desapercibida», para participar de la celebración interreligiosa de hoy. «Nos hace tener la esperanza de que el ser humano abre su mente y su corazón».
¿Cómo aborda el taoísmo la pobreza? Weijun dice contentarse con lo básico. «Nosotros aceptamos lo que hay. Desde nuestro punto de vista, la Madre Naturaleza nos proporciona lo suficiente como para alimentarnos todos». Dicho lo cual, añade que «no es justo que a uno no le llegue y a otros nos sobre y lo tiremos» y aconseja «vivir con un poco más de austeridad». «Ambicionamos en exceso querer, poseer, guardar...». El cambio está en nuestras manos, «en las personas». «Es fácil echar la culpa al Banco Mundial o a la multinacional X... Pero no».
Habla de dignidad, amor, solidaridad, caridad... En definitiva, de afecto entre humanos. También pone el acento en un grito unánime, invasor, que sirve para levantar la voz pero sobre todo anima a cada uno a aportar lo suyo contra la miseria. «Todos queremos que se cambie el mundo. Pues bien, empecemos por cambiar primero cada uno de nosotros. Todos somos iguales ante Dios y sin ser pobre cualquiera necesitará ayuda alguna vez», reflexiona este sacerdote de la Iglesia Ortodoxa de Vitoria. Detesta que la sociedad se mal divida «entre libres-poderosos y esclavos-débiles» y desde su pequeño rincón cristiano contribuye con lo que puede. «Por Navidad o cuando alguien lo necesita, hacemos colectas».
Hace 26 años se afincó en Vitoria llegado de Chile en busca de un mundo mejor. Con el tiempo, sus dos manos y pequeños pero grandes gestos lo ha construido a su manera. Ahora ofrece la ayuda que antes demandó y tuvo. Se refiere así mismo como «puente» con los más necesitados, que llegan «desorientados». Les ha sacado de la calle y acompañado a por 'los papeles' o a por pan y leche. Pastor de la Iglesia Evangélica Casa del Padre-Aitaren Etxea, acepta ese «desafío tan fuerte» que supone combatir la pobreza. «Entre todos es posible», cree. Pero antes de que así sea, cuenta aquella vez que recibió una llamada. «Me dijeron que estaban tirando comida a un contenedor. La sacamos y la repartimos. Era arroz, aceite, garbanzos...».
Hace once años que la Asociación de Comunidades Cristianas de Fe y Justicia, a la que pertenece como responsable de Álava, atrajo a «distintas sensibilidades», agrupadas en colectivos o ONGs, para enfocar «la lacra» de la pobreza. Hoy, aquella iniciativa ha calado y crecido hasta convertirse en una jornada interreligiosa. «Está muy presente en todas las religiones», dice Isabel de esa situación de extrema necesidad. Sostiene que se le hace frente desde lo personal y desde lo estructural. «Muchos pocos hacen un mucho». Ysobre lo segundo, «los grandes cambios se realizan desde la política. Hay que ser responsable incluso cuando se vota».
Pakistán, el sexto país más poblado del mundo, convive con la miseria. Según el 'ranking' del PIB per cápita, ocupa el puesto 154 entre 196, luego no es de extrañar que gente como Muhammad se viera forzada a emigrar hace 15 años. Imán de la mezquita de Julián de Arrese, sabe muy bien qué significa «ser muy pobre». «En mi país hay muchos. Pero si se les puede ayudar con pan, leche o casa, se ayuda. O con dinero incluso», eleva el tono para hacerse entender. «Todo esto se vive desde la fe del Corán», sostiene el pakistaní, partidario de incidir en la educación y el trabajo para sostener el mundo. «El Corán nos invita a todos a relacionarnos como hermanos».
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