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Ordena la sentencia de la Audiencia de Álava que los tres condenados residirán en el centro penitenciario de Zaballa hasta 2034. Permanecen en la cárcel alavesa desde finales de julio de 2019, cuando efectivos del Sicta, una unidad especializada de la Ertzaintza, irrumpieron en ... sus domicilios, todos enclavados en Gipuzkoa. La investigación policial les señaló como los autores del atraco a la sucursal de Laboral Kutxa en Salvatierra, cometido el 8 de mayo de ese año, El botín ascendió a 50.795 euros.
En el juicio, celebrado en la Audiencia a finales del año pasado a lo largo de tres sesiones, los tres únicos sospechosos –sexagenarios, nacionales y dos con un amplio historial delictivo a cuestas– fueron condenados por un robo con intimidación (usaron una pistola, al parecer de fogueo) y cuatro delitos de detención ilegal (retuvieron 22 minutos a tres trabajadores y una clienta). El que empuñó el arma recibió el extra de tenencia ilícita de arma. En total, la sala, compuesta por tres magistrados, les castigó a «una condena efectiva de quince años». Dicho de otra manera, a un día entre rejas por cada nueve euros robados.
Pero este caso es diferente a otros vividos en el Palacio de Justicia. Por primera vez en muchísimo tiempo, el dictamen de los tres jueces de la Audiencia –la máxima instancia judicial en Álava– no resultó unánime. Hubo un voto particular, del magistrado Jaime Tapia, respecto a la «calificación jurídica de los hechos». No apreció indicios suficientes para un fallo tan contundente.
En especial en lo referente al tercer supuesto ladrón, un guipuzcoano de 64 años, con una «grave dolencia respiratoria que le obliga a estar intubado 16 horas al día», según su entorno. Fue el único que negó su participación. Los otros dos señalados declararon que les acompañó «un tal Txema», aunque rechazaron ofrecer más detalles. Este tercer procesado tiene otro nombre.
Su abogado es el vitoriano Roberto Gutiérrez. Ha recurrido el dictamen a una instancia superior, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV). «A diferencia de los otros dos procesados, a mi cliente no se le distinguía en la grabación de las cámaras de seguridad». Los atracadores cubrieron sus rostros con buffs. Entonces no había coronavirus y la mascarilla se limitaba a ciertas estancias hospitalarias. En un momento dado, el tercer ladrón muestra una pronunciada calva, característica que «no concuerda» con este hombre.
«Aparte de por el robo con intimidación, se le condena por detención ilegal de cada una de las personas que estaba en el banco», remarca su abogado. Ello se traduce en la pena más alta posible. El atraco duró 22 minutos desde la entrada del primer ladrón hasta la marcha del último. Las víctimas fueron atadas con bridas, de las que se soltaron «fácilmente», según Gutiérrez.
A su entender, «la cuestión jurídica clave es el voto particular» de Tapia, que apuesta por una pena menor a la aplicada en este procedimiento. El abogado defensor va más allá y pide la absolución porque cree que no hay pruebas contundentes contra de su cliente, al que la Ertzaintza le halló 6.200 euros en billetes en el registro de su casa. Argumentó que no les gusta guardarlo en bancos. También que necesita dinero para pagarse su adicción a la heroína, sustancia consumida por los otros dos encausados.
Los abogados de ambos han recurrido la sentencia, sólo que en sus casos en busca de penas más laxas. El fallo del TSJPV se espera para el próximo mes de febrero, como pronto, o durante marzo.
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