«A un cliente le dije que era menor»

A pesar de ello mantuvieron tres encuentros sexuales entre finales de mayo y septiembre de 2016, apenas un mes antes de que este escándalo saliera a la luz al sucederse las primeras detenciones. La larga investigación se cerró con la imputación de diez adultos, expuestos a un global de 214 años de prisión acusados de pagar por sexo a siete menores que por aquel entonces estaban bajo el paraguas legal de la administración foral. El juicio arrancó el lunes. Cuatro imputados han aceptado un trato con la Fiscalía a cambio de reconocer los hechos. Es decir, el proceso se limita ahora a seis adultos.

Protegido por un biombo, este joven sí quiso aclarar ayer que «el dinero no era lo principal». De ahí que a su presunto abusador no le cobrara por su tercera y última cita. Sobre este adulto pende la petición fiscal más alta: 34,5 años de cárcel. Porque, aparte de los servicios sexuales, ponía porno a los menores. Y a uno hasta le encargó comprar medio gramo de cocaína. El chaval tenía entonces 15 años.

Más difuso se mostró otro chico, de 17 años durante la época de los hechos ahora bajo la lupa judicial. «No recuerdo que nadie me preguntara mi edad, y si pasó seguramente dije que era mayor», terció para agregar que «aparentaba ser más mayor o eso me decían». No obstante reconoció que «para entrar en bares sí me pedían el carné».

Certificó asimismo que, de no haber mediado dinero, «obviamente no lo hubiera hecho». No obstante hubo fases en que pareció excusar a su principal cliente, expuesto a la amenaza de 21 años a la sombra. «Chateamos en la página (de contactos para adultos donde se anunciaba, como el resto de víctimas) y luego descubrí que le conocía porque iba al mismo bar donde me conectaba al wifi», narró a la sala. «¿Sabía que era menor de edad?», le requirieron. «Nunca me pidió el carné», fue su contestación. A una pregunta del Ministerio Público llegó a apuntar que «no hubo sexo», para reconocer lo contrario en la réplica.

Sorprendió cuando aseguró que «había interés mutuo», lo que provocó que el entonces novio de su cliente le telefoneara «alterado para pedirme explicaciones». Ertzainas participantes en aquel operativo remarcan que estos chicos «no se sentían víctimas».

El tercer chico convocado ayer tenía 17 años en 2016. Recibió 40 euros de un cliente que le triplicaba en edad y con el que mantuvo además conversaciones en el móvil de alto contenido sexual. Este adolescente también puntualizó que «siempre dije que era mayor». Para las defensas, su «altura» y «complexión» dan credibilidad a esa versión.

Aparte de tres ertzainas que apuntalaron la posición de las acusaciones, pasó por la segunda planta del Palacio de Justicia el responsable de un negocio de alquiler de habitaciones por horas donde se produjo -como mínimo- uno de estos encuentros sexuales ilegales. Este testigo no les preguntó la edad. Ni al adulto ni al joven. «No tenía claro si era menor, aunque me llamó la atención la diferencia de edad. Si hubieran vuelto no les habría dejado entrar», declaró. En una primera fase de la investigación policial figuró como sospechoso.