Estafas en internet

«Cuando aceptas las 'cookies' en una web, les regalas tus datos personales»

Danilo Almaraz es vitoriano, graduado en ciberseguridad y hacker ético. Dicho de otro modo, se dedica a localizar vulnerabilidades en empresas o a reforzar sus defensas ante los ciberataques de los corsarios que campan por las aguas de internet. Sólo en la pasada primavera, dos importantes asesorías de capital alavés sufrieron el robo de sus bases de datos. Hubo miles de clientes afectados, entre ellos muchas empresas locales. Antes le tocó a la Diputación de Álava, cuando abonó 115.000 euros a un proveedor que, en realidad, había sido suplantado.

A nivel de calle, las estafas informáticas rara vez pasan de unos cientos de euros birlados. «Salvo que seas CEO, rico o famoso, no interesas a los hackers. Al ciudadano medio, como yo, nos incluyen en envíos masivos, a millones de personas. Les basta con que pique el anzuelo un porcentaje mínimo. Eso les va a reportar muchísimo dinero», traza.

¿Y por qué nos incluyen en esas campañas fraudulentas? Primero porque han obtenido los datos personales en algún hackeo a una entidad de calado. El 13 de mayo, un ciberdelincuente puso a la venta en un foro especializado información sensible de 34 millones de conductores españoles. Los había sacado de los archivos internos de la DGT (Dirección General de Tráfico). «Todo ese flujo que se roba se vende al por mayor», apunta Almaraz.

Otras ocasiones somos nosotros quienes regalamos. «Cuando aceptas 'cookies' en una web, les das el control para que gestionen tus datos. Muchas páginas consiguen su financiación principal vendiendo esos archivos», especifica este hacker ético.

Y cuando nos llega un supuesto aviso de una compañía suplantada (bancos y firmas de mensajería son lo más habitual), hay que respirar hondo y no precipitarse. «Si no esperas un mensaje, ignóralo», ataja Almaraz. «Si lo esperas y te parece raro, ve siempre a la página oficial». No abras nada, sería el titular.

Almaraz advierte sobre las redes wifi públicas. «Es muy sencillo que capten la información que estás enviando o usando». Y ante todo, insiste, hay que cuidar las contraseñas. «Como mínimo, tener diferentes para los dispositivos, cuentas y emails». Para evitar olvidos, sugiere, ayudan «los gestores de contraseñas».

Porque cuando se pica el anzuelo, casi nunca se pilla al hacker. «La práctica totalidad de las denuncias que recogemos por ciberestafas acaban archivándose», desvela una ertzaina consultada. El delincuente puede actuar desde la otra punta del mundo. U ocultarse en el edificio de enfrente. «Los países donde es más habitual que haya ciberatacantes son Rusia, India y Pakistán, donde tienen muchísimo nivel», esboza Almaraz.

En este punto lanza una preocupante advertencia. «La realidad es que puede ser cualquiera con conocimientos. Con que una persona tenga interés, tiempo y vaya practicando desde su casa, puede llegar a hacer bastante daño». Otro ejemplo. Un cibertimador alavés acumula más de 70 denuncias. Es un veinteañero con estudios medios.