david gonzález
Miércoles, 26 de septiembre 2018, 11:13
El fallo del magistrado Jesús Poncela cierra un trágico episodio que conmovió a la sociedad alavesa hace ahora dos años y medio. Éstas son las claves de la primera sentencia de prisión permanente revisable en el País Vasco.
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25 de enero de 2016
Ocurrió la madrugada del 25 ... de enero de 2016. Tras pasar el fin de semana juntos en una casa rural, Daniel invitó a la joven Gabriela, a la que saca 12 años, a venir a Vitoria. Como fue una proposición improvisada, ella tuvo que ir con su pequeña, de sólo 17 meses. Hacia las 3.30 horas, este profesor de saxofón y exmiembro de la banda municipal entró en el dormitorio donde dormían madre e hija y puso su mano sobre la segunda. Esto derivó en una pelea. Lanzó a la bebé por la ventana con consecuencias trágicas y lo intentó con la madre. Fue detenido por la Ertzaintza instantes después. Permane en prisión provisional desde entonces.
Prisión permanente revisable
Tras este fallo, Daniel Montaño se convierte en el primer condenado del País Vasco por una prisión permanente revisable . Asimismo, el magistrado Jesús Poncela le condena también a otros siete años y medio por la tentativa de homicidio de la madre, Gabriela. A la que trató de lanzar por la venta. La prisión permanente revisable es una especie de cadena perpetua ya que implica de 25 a 35 años entre rejas y actualmente su aplicación se encuentra en el origen de numerosos debates judiciales. Hay muchas voces que tratan de derogarla.
Desde el primer momento
Todas las partes admitieron en el juicio, desarrollado durante las dos primeras semanas de septiembre, que Daniel mató a Alicia. Él mismo lo manifestó desde el primer momento en que le encañonaron dos patrulleros de la Ertzaintza en su piso de la calle Libertad. Lo que se ha dirimido por tanto en este complejo proceso penal es si era consciente de sus actos o no. Las acusaciones siempre sostuvieron que sí. La defensa, lo contrario. Es decir, que sufría alucinaciones. De ahí que solicitaran para el músico sevillano que cumpliera su reclusión en un centro psiquiátrico.
Más de 60 testigos
El fallo de Poncela corrobora la decisión de los nueve miembros del jurado popular, elegidos entre 25 candidatos. Estos ciudadanos anunciaron hace once días que consideraban culpable a Montaño. Para llegar a esa decisión, escucharon a lo largo de ocho maratonianas vistas orales, a más de sesenta testigos (entre médicos, policías, vecinos y el entorno de autor y víctima) y cuentan con cientos de folios de documentación para su análisis. Su veredicto inculpatorio fue por unanimidad, aunque hubiera bastado con siete votos de los nueve miembros. Tenían la opción de aplicar algún atenuante por el estado mental de Daniel, pero no creyeron probado que aquel 25 de enero de 2016 tuviera sus facultades anuladas o afectadas. El fallo del magistrado corrobora ahora todo lo acordado por el jurado.
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Condena exacta
Una vez escuchado el veredicto del jurado, el magistrado Jesús Poncela ha estudiado durante once días toda la documentación del caso. Porque es al juez al que corresponder determinar la condena exacta a imponer. Tenía dos opciones: la prisión permanente revisable (25-35 años) o aplicar alguna atenuante para rebajar el castigo a la categoría de asesinato (20 años). Se ha decantado por la primera opción. En el caso de la madre sí ha optado por una solución más salomónica, ya que la acusación particular pedía hasta 19 años a la sombra para el exmiembro de la banda municipal de música de Vitoria.
«Oía voces»
La defensa siempre argumentó sin éxito que el profesor de saxofón no está en sus cabales. El propio encausado declaró en su turno que vio al «diablo» en la madre, a la «semilla del mal» en la menor y que las atacó para «evitar el fin del mundo». Sus padres explicaron en el juicio que ya con 9 años «oía voces», aunque jamás le pusieron en manos de especialista alguno. Peritos forenses y psiquiatras convocados por el juzgado creen que era «consciente» de sus actos aquella madrugada de enero. Por otra parte, dos expertos contratados por la defensa sí aprecian una «esquizofrenia paranoide». Ni el juez ni el jurado les han creído.
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