Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Un cuarto de hora puede hacerse eterno o volar como un suspiro pero en el reloj del urbanismo marca la calidad de vida. Es el tiempo que mide las llamadas 'ciudades 15', un modelo de urbe habitable, de proximidad, de ambiente en el barrio, donde ... se tarda un máximo de quince minutos desde el portal de casa sobre una bicicleta hasta cualquier servicio que requiere la rutina diaria. El colegio y el centro de salud, el supermercado, el trabajo, el teatro o el museo, los bares, el gimnasio... Vitoria, pequeña y compacta a pesar del estirón que pegó con el inicio de siglo, disfruta de este «lujo» que incluso París se ha propuesto como una prioridad. Pero la capital alavesa no se puede despistar. «Aún estamos en una fase de súper movilidad, nos movemos de una forma frenética», advierte Alberto García Yela, vocal en el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro (COAVN) en Álava.
La pandemia ha obligado a levantar un poco el pie de ese acelerador que en el último lustro había aumentado los desplazamientos en coche –del 25% al 30%, según una encuesta de movilidad del Ayuntamiento– y «nos ha enseñado que no hace falta irse muy lejos para hacer vida». Ni siquiera para fichar si se teletrabajo. Los barrios pueden funcionar como microciudades pero la filosofía del cuarto de hora no pretende que los vecinos se recluyan en su distrito sino que la urbe ofrezca múltiples recursos en cada zona. Del Ensanche a Arkaiate. Y «todos deben tener la misma calidad», retrata Miguel Anxo, alcalde de Pontevedra, una referencia en el urbanismo sostenible que desde 2013 circula a 30 kilómetros por hora en todo el municipio. «La ecología no son sólo los espacios verdes, también hay que preocuparse de la calidad de vida», recalca.
Ese día a día a pequeña escala que permite jugar con los niños en una plaza enfrente de casa, tomar algo a la vuelta de la esquina o saludar a la frutera por su nombre no forma parte, en realidad, del pasado aunque, admite García Yela, «nos hemos complicado la vida». «Vitoria era una ciudad de los cinco o los diez minutos a pie hasta que se desarrollaron los barrios periféricos. En estas zonas no se da hoy la proximidad a todos los servicios de manera simultánea pero, incluso desde el extremo de Lakua, están a quince minutos en bici», muestra Salvador Rueda, el 'padre' del Plan de Movilidad Sostenible. Y esos tiempos son «una barbaridad, un lujo». El experto, al frente de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, señala en el mapa con su ejemplo a Ibaiondo, cuyos vecinos, junto a los residentes en Abetxuko, tardan más en plantarse en el centro. Un cuarto de hora, «justito», a golpe de pedal.
Apenas el 8% de los trayectos por las calles vitorianas se realiza sobre el sillín y un 51% se cubre a pie. En Pontevedra, que ocupa algo menos de la mitad de superficie, suman más del 70% de los desplazamientos. «Una ciudad donde hay que coger el coche para todo es inasumible, ingestionable», alerta su regidor. El modelo que se plantean hoy 'megaurbes' como París o Detroit, en Estados Unidos, busca precisamente que los ciudadanos se muevan, que desgasten zapatilla o rueda de la bicicleta. Transporte activo antes que público. «Hasta ahora hemos zonificado las ciudades y hemos creado grandes infraestructuras, que son carísimas, para ir de un lado a otro. La 'ciudad 15' intenta revertir esa situación», explica el vocal del COAVN.
Vitoria cuenta, sin embargo, con ambiciosos proyectos de movilidad encima de la mesa –y algunos ya sobre el asfalto– como el BEI o las ampliaciones del tranvía hacia Salburua y Zabalgana que absorberán más 180 millones de euros. El ecólogo de Barcelona defiende la «importancia» de estas actuaciones. Las inversiones en transporte público, argumenta, «deben ir en paralelo» al fomento de la vida alrededor de un puñado de metros de casa que esboza el urbanismo del futuro. «La mejor movilidad es movernos menos. Deberíamos centrarnos en consolidar las supermanzanas, con su interior como un pequeño pueblito, y la red de transporte básica», sostiene el arquitecto.
Con el debate económico abierto, García Yela recomienda «monetizar el tiempo que tardamos en desplazarnos y el gasto en combustible» e imaginar que esa cuantía se dedica a la regeneración del barrio. A convertir sus locales vacíos en bicilonjas o espacios de 'coworking', a abrir los patios de los centros escolares en fin de semana, a salpicar el asfalto de árboles para que sea más agradable pasear por sus calles cuando aprieta el calor... Todo ayuda a hacer vida entre esos límites que dibuja el cuarto de hora. También el comercio que, calcula Gasteiz On, ha perdido el 6% de sus establecimientos desde que la Covid entró en escena. «Local queda poco pero hay tiendas de proximidad y tienen una función social, generan empleo, cohesionan la ciudad, hacen que la gente salga a la calle...», enumera Anxo. Sin esos negocios, coincide Rueda con crítica a plataformas como Amazon, «los barrios se mueren» y no hay otro remedio que cargar con bolsas desde zonas más alejadas, incluidos esos gigantes comerciales que engullen compradores de todos los distritos.
Tampoco queda otra que saltarse la 'ciudad 15' si uno se gana el sueldo en grandes áreas como Júndiz o el Parque Tecnológico de Álava, en Miñano, que requiere más de media hora a pedales desde barrios como Aretxabaleta. La mitad de los viajes (52%) por motivos laborales dentro de Vitoria, de hecho, se realiza al volante. La pandemia ha demostrado que «el tiempo que tardamos en ir hasta el trabajo lo podemos dedicar a tomar un café debajo de casa o hablar con el panadero». Y, para eso, al cuarto de hora le sobran minutos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.