«La cirugía taurina es única, había todo tipo de urgencias»

Pasó incontables horas en los burladeros de la plaza antigua y el moderno ruedo Iradier Arena preparado para atender cualquier emergencia médica que pudiera surgir durante décadas. El enfermero Ibon de Olano (Vitoria, 1949), protagoniza este lunes la charla 'Historia de la enfermería de las plazas de toros de Vitoria' en el marco del ciclo de conferencias de los Celedones de Oro. El coloquio tendrá lugar a las 19.00 en el aula de la Fundación Vital en Dendaraba.

–Pasó más de cuatro décadas como enfermero en las plazas de toros de Vitoria. ¿Le gusta el toreo?

–El mundo taurino es espectacular. No sólo lo que se ve en el ruedo, sino la preparación de los toros, el sorteo, el encierro... Empecé a ayudar al cirujano de la plaza en el 70 llevando el instrumental desde el hospital de Santiago y en el 72 me convertí en enfermero titular. Veíamos todas las corridas desde el burladero porque, si llegaba a haber un accidente, para nosotros era importante ver cómo habían cogido al torero.

–¿Tuvo que tratar cogidas peligrosas o corrió peligro la vida de algún torero?

–Hubo cogidas muy graves que tuvimos que operar en la plaza, por ejemplo dos cogidas a recortadores. Uno tenía una herida en la espalda y el otro se dio con la cara en el suelo pero por suerte no viví ningún fallecimiento. El último fallecimiento en una plaza de toros en Vitoria fue el de un banderillero en 1969 y anteriormente hubo más. Al menos cuatro murieron por lesiones provocadas por el toro y otro chaval cayó del tejadillo. En 1889, cuando los espectáculos con globos estaban de moda, un hombre tuvo un accidente con los cables tras subirse en uno. Perdió sangre mientras iba flotando desde la plaza antigua hasta Olárizu y no pudo salvarse su vida.

– ¿Ha descendido la mortalidad en las plazas?

–Sin duda. La cirugía taurina es única y allí atendimos todo tipo de urgencias, pero lo cierto es que cuando se produce una cornada mortal no hay vuelta de hoja. Teníamos un gran equipo y en los últimos años antes del cese de las ferias en 2016 contábamos incluso con un especialista en medicina vascular.

– Vitoria no siempre tuvo plazas de toros en ubicaciones fijas.

–Antes de torear en plazas fijas varios lugares de Vitoria sirvieron para celebrar las corridas. Desde la plaza del Machete, pasando por la plaza de la Catedral, la Virgen Blanca, el parque de la Florida o la plaza de España. Esta última se edificó pensada para ello. En 1850 llegaron las primeras plazas fijas. La primera se ubicó en la cuesta del resbaladero. La antigua se mantuvo entre 1880 y 2007, cuando se derribó, y la actual se mantiene como un espacio multiusos desde hace cuatro años.

–¿El público de las plazas frecuentaba la enfermería?

– Nosotros estábamos en el puesto desde una hora antes de que empezase la corrida para encargarnos de todos mientras se llenaban las gradas. En 2005 logramos sacar a una persona que había sufrido un infarto, pero también ocurrían accidentes. Una espada o banderilla que salta y golpea a un espectador, uno que se enfada y le pega un botellazo a otro –entonces había vidrio en las plazas–, explosiones de petardos, mareos...

– ¿Temió alguna vez por su integridad física?

– Cuando estás en el burladero, saltan las maderas y te encuentras al toro mirándote, impresiona. Por suerte teníamos un equipo de mantenimiento muy capaz a las órdenes del jefe de la plaza.

– ¿Se esperaba la desaparición de las corridas de toros en Vitoria en 2016?

– Compaginaba esta labor con mi trabajo en el servicio de Urgencias y en el quirófano del hospital San José. La verdad es que casi coincidió con mi edad de jubilación, pero permanecí colegiado unos años más con la esperanza de que volviera a haber feria taurina en Vitoria. Hoy en día ya no hay nadie en la enfermería y si, por ejemplo hay un accidente con las vaquillas, se le deriva en ambulancia al hospital. En los ochenta o noventa podíamos hacer 30 corridas al año, pero desde entonces bajaron mucho. Antes los blusas llenaban la plaza, pero la última vez sólo había uno. Sin su apoyo, público o apoyo municipal es difícil atraer a los empresarios. Pero Vitoria siempre fue una plaza con solera.Le llamaban la puerta del norte porque los que quedaban bien aquí después toreaban en Bilbao o San Sebastián.

– Además de experto en el mundo taurino es usted un estudioso de las mariposas.

– Viajé a Guinea Ecuatorial con la Asociación Africanista Manuel Iradier para poner en marcha un hospital. Empecé a coger mariposas para estudiarlas y estuve viajando allí durante diez años. Durante el confinamiento he catalogado 1.500 mariposas que tenía pendientes y estoy preparando un libro sobre las diurnas de Guinea Ecuatorial.