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Cinco noches pasó Napoleón Bonaparte en Álava en 1808, pero doscientos años después de su muerte todavía resuena su estancia en el solar alavés. Fue una visita fugaz, apresurado por las contiendas militares en la península y en media Europa. Llegó para tomar España « ... en dos meses» y se marchó poco después para sofocar las urgencias surgidas en París y Austria. Entre unas batallas y otras pisó Álava y Vitoria en una imperiosa visita de la que cada vez se conocen más datos gracias a las múltiples investigaciones abiertas.
Uno de los colectivos más activos es la Asociación Histórica Vitoria 2013. Junto con su presidente, el historiador y divulgador Patxi Viana, seguimos los principales hitos y lugares en los que estuvo Napoleón Bonaparte en su periplo por Álava.
El emperador cruzó el Bidasoa el 4 de noviembre y llegó a Tolosa a las seis de la tarde. Sus primeras acciones dejaron claras sus intenciones. Convencido de que la Iglesia fanatizaba e incitaba al pueblo español contra la ocupación francesa, recibió en audiencia a unos frailes capuchinos a los que amenazó: «Señores monjes, si tratáis de inmiscuiros en mis asuntos militares, os prometo que os cortaré las orejas».
En la Vitoria de 6.000 habitantes que pisó Napoleón ese noviembre de 1808 se encontraban el Palacio Real y el Gobierno de España, porque después de la batalla de Bailén, Madrid es atacado y José I establece en la capital alavesa su corte con todos sus ministros, funcionarios y guardia personal. Llenaron todos los palacetes. Además, en esa fecha llegan a España hasta 12 mariscales, con 150 generales y sus correspondientes ejércitos, que ocupan toda la Llanada, hasta Miranda y Pancorbo.
El día 5 continuó su viaje hacia el sur y en un punto antes de llegar a Zumárraga, el guerrillero Fermín Pildain estuvo a punto de dispararle, pero desistió. El gran tamaño de la escolta que acompañaba al dirigente le hubiera obligado a disparar desde muy lejos y con las armas de la época las probabilidades de dar en el blanco a más de 150 metros hubieran sido casi nulas. A su llegada a Zumárraga, el Ayuntamiento le agasajó con una danza típica de espadas ejecutada por treinta bailarines, que fueron advertidos de que negarse a actuar sin causa justificada sería sancionado con una multa de 8 reales, lo que demuestra que no había demasiada voluntad de honrar la llegada de tan poderoso personaje. Tras descender por el puerto de Arlabán y seguir el camino de postas por Legutiano, recorrió las calles de la Vitoria en su berlina por el mismo itinerario que seguían los correos, los viajeros y los arrieros. Por las calles Portal de Urbina, Cantón de Santa María, Cuchillería y el Cantón de San Francisco Javier subió al Campillo donde residía entonces su hermano José I, rey de España desde agosto de ese año.
Ante la explanada del palacio de Montehermoso, según imágenes de la época, ambos se saludaron y tuvieron una charla antes de que el emperador se fuera a dormir a Etxezarra, frente a El Prado, en la carretera de Castilla, ahora conocida como 'la casa de Napoleón'. ¿Por qué ahí? Lo explica Viana: «En la ciudad estaban todos los palacios ocupados y Napoleón venía con sus doce mariscales y sus ejércitos. Vitoria estaba atestada. Inteligentemente, pidió una casa en las afueras».
El domingo 6 de noviembre, sesenta cañonazos anunciaron a los vitorianos que el emperador estaba en la ciudad. Había venido a reconquistar España y debía planificar la campaña que ya estaba en marcha. Lo hizo en una Vitoria que por entonces tenía 6.000 habitantes y que contaba con la presencia de los ministros, la corte real y de un ejército de más de 6.000 hombres.
Durante su estancia en la capital, Napoleón celebró una reunión con los afrancesados a los que se dirigió en una mezcla de francés e italiano: «Son los frailes los que os engañan. Yo soy tan buen católico como ellos. Vuestros curas están pagados por los ingleses. He venido aquí con los soldados que vencieron en Austerlitz, en Jena, en Eylau. ¿Quién va a hacerles frente? Desde luego que no serán vuestras pobres tropas españolas que no saben sostener un combate. En dos meses España será mía y dispondré de ella conforme al derecho que me dará la conquista».
Tras su cuarta noche en la ciudad, el 9 de noviembre, Napoleón abandonó Vitoria escoltado sólo por su guardia y pasó la noche en Armiñón, desde donde escribió otra carta. Al día siguiente salió hacia Miranda donde se detuvo a analizar la ciudad y su castillo en el que vio potencial defensivo como para construir una ciudadela similar a la de Pamplona o Bayona. Así lo indicó en la carta que escribió desde Cubo de Bureba, donde pernoctó la noche del día 10. En 1811 publicó el diseño de dicha fortaleza, primordial en su pretensión de quedarse con todas las tierras al norte del Ebro, ya que tenía protegidas Pamplona, Zaragoza y Tudela, pero no Miranda, puerta principal entre Madrid-París. El 10 de noviembre sus tropas entraron en batalla contra una fuerza española, y con una caballería francesa superior en número y calidad aplastó a sus enemigos en Gamonal. Napoleón ni siquiera se molestó en acudir. Se mantuvo en su cuartel general de la Bureba mientras sus mariscales hacían su trabajo.
El emperador entró en Burgos e instaló su cuartel general. El ejército español fue derrotado también al norte de Burgos y en Tudela, por lo que Napoleón se dirigió a Madrid. El 29 de noviembre llegó con sus ejércitos al pie del puerto de Somosierra, defendido por un ejército de sólo 9.000 hombres. El corso esta vez asumió la dirección de las operaciones. Las tropas españolas, escasas pero muy bien situadas y respaldadas por 16 piezas de artillería, rechazaron los primeros ataques, pero su caballería polaca, en una carga casi suicida, y su infantería dejaron libre el paso a Madrid. Los franceses rompieron las endebles defensas y entraron en la capital. Suprimió todos los derechos feudales y las aduanas, abolió la Inquisición, suprimió conventos y confiscó sus bienes.
Napoleón partió de Madrid el 22 de diciembre en busca de un pequeño ejército británico que intentaba alcanzar la costa gallega, pero el 1 de enero, en Astorga, recibió noticias alarmantes: Austria se preparaba para la guerra y en París parecía haber una conspiración contra él, por lo que decidió regresar cuanto antes. El 7 de enero, retrocedió hasta Valladolid y el 19 de enero salió en dirección Burgos. Ese día volvió a pasar por Vitoria donde le esperaban los cazadores a caballo de la Guardia Imperial, como había solicitado desde Valladolid. El día 20 ya estaba en Irún y el 23 en París. Napoleón creía que una vez derrotados los ejércitos y capturada la capital del Estado la guerra había terminado. Sus ejércitos siguieron ganando batallas. El dominio parecía asegurado hasta que en 1812 Napoleón retiró algunas tropas para llevarlas a Rusia y de inmediato se hizo evidente lo frágil de todo lo conseguido por los franceses tras cinco años de guerra, pero entonces ya fue demasiado tarde para enmendar el error. Vitoria, en 1813, le dio la puntilla.
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