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Ciriaco Molinuevo celebra hoy una dilatada trayectoria de cincuenta años como sacerdote vinculado a movimientos políticos y sociales desde que llegó. Hoy, sigue comprometido con «la justicia y la solidaridad», pese a que lleva ya varios años jubilado. Su actividad de llevó a ser detenido ... e incluso a que le colocaran un artefacto de goma dos bajo su coche en 1974. Sin embargo, sigue colaborando en la tarea parroquial y mantiene su vinculación con los movimientos con los que ha colaborado durante todo este tiempo. A la misa, asistirá el obispo, Juan Carlos Elizalde, y otros compañeros de sacerdocio, además de amigos y familiares que se sumarán a la celebración que empezará a las siete de la tarde en la parroquia de San Pedro de Lamuza.
-¿Cuáles son sus orígenes?
-Yo nací en Vitoria, pero mi padre era de Amurrio y mi abuelo, que también se llamaba Ciriaco, de Murga. La familia de mi madre era de Beasain, en Gipuzkoa. Mi abuelo fue jefe de estación en Araia y más tarde en Vitoria, donde nací yo. Luego, entré en el seminario con 25 años y estudié durante otros siete hasta que me ordené en 1967. Mi primer destino fue Lapuebla de Labarca y después de dos años, pensaba irme a estudiar Teología y Filosofía a Bélgica, pero el obispo me ofreció venir a Llodio y llegué en enero de 1970.
-¿Cómo ha cambiado el pueblo en este tiempo?
-Hay un cambio cultural, de perspectivas, de la situación económica y social, no sólo en Llodio. Cuando llegué, mi planteamiento pastoral era colaborar con los que buscaban la justicia y la solidaridad social. He trabajado con esos movimientos y sigo haciéndolo a pesar de que ser cura aquí es un poco especial. Siempre he vivido una relación muy cercana con los obreros y creo que hemos hecho un trabajo muy crítico desde el punto de vista político, social y económico. He tenido mis posiciones más o menos acertadas, pero muy vinculado a la situación que había en Llodio.
-Siendo cura, ¿cómo ha vivido las situaciones de crisis en empresas locales, que han afectado tanto a la localidad?
-Para mí, ser cura es ser cercano, solidario y estar al lado de aquellos que son el pueblo y especialmente de aquellos que sufren, que trabajan y sobre todo aquí, con cargas de tipo social, económico y político.
-Y ahora, ¿cómo ve la situación local?
-Ahora la gente está menos comprometida, somos más conformistas. Es una tendencia general. Quizá se habla en la cuadrilla o con los amigos, pero desde el punto de vista de la convivencia y el diálogo social hay cierto conformismo.
-Resulta extraña una trayectoria tan dilatada en un solo municipio, dada la movilidad que hay entre los curas.
-Jajaja. Habría que preguntar al obispo, pero yo tampoco he hecho peticiones para cambiar, porque estado muy a gusto y me sentido entroncado en la vida de este pueblo.
-¿Cuál es su balance de esta etapa?
-Estoy contento porque sigo en contacto con gente comprometida y creo que he hecho alguna aportación a la vida de Llodio desde mi trabajo pastoral.
-¿Qué aspectos de su vida recuerda con más cariño?
-He estado vinculado durante años a Cáritas y tuve una época en la que también estaba encargado del contacto con los jóvenes. Siempre me he sentido abierto a lo nuevo, pero ahora la juventud funciona de forma distinta. Ha habido un gran cambio y eso repercute en la forma de relacionarse.
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