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El centro de acogida de inmigrantes abierto en Nanclares de la Oca el seis de agosto pasado ya alberga a una treintena de personas. Se trata de varias familias, procedentes de Marruecos, Camerún, Honduras, Nicaragua, Venezuela y Colombia. Entre ellos hay diez menores de edad. ... Son los primeros en llegar a un centro que tiene capacidad para 60 personas y que se ha diseñado como espacio de primera acogida para atender necesidades básicas, ya que se trata de personas que solicitan asilo internacional por diversos motivos relacionados con las persecuciones, malos tratos y situaciones de odio por razones políticas, sociales, incluso de orientación sexual, según explica la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, que es quien se encarga de la gestión de las instalaciones cedidas por los hermanos menesianos.
De momento, la adaptación se ha ido haciendo paulatinamente de manera que los usuarios del nuevo centro conozcan el espacio cedido para su uso, el primero fuera de Vitoria con este destino. «Estamos haciendo talleres de reciclaje y de bricolaje», explicó Marilú Moreno, responsable de primera acogida.
Los primeros trámites que se han realizado tienen que ver con el empadronamiento, de manera que puedan disponer de una tarjeta sanitaria para que Osakidetza les atienda. «También hemos mantenido contacto con la trabajadora social de base, con Cáritas y otros recursos de Nanclares porque nuestra idea es ir poco a poco generando redes». De esa manera, las personas que están en el centro, podrán integrarse en la vida cotidiana de la localidad.
Cuestiones diarias como la alimentación están resueltas con el catering que se sirve en un centro los Hermanos menesianos, aunque Moreno asegura que «tienen que ir adaptándose a una nueva dieta, que tiene mucho pescado», una novedad para ellos.
En el centro, las familias están distribuidas en habitaciones, en función del número de personas que las integren. «Son dormitorios con literas y procuramos que estén cómodos», aseguró.
Además, comparten espacios comunes como la sala de televisión. De momento, las primeras tareas que han realizado les han permitido plantar un pequeño huerto cedido por la orden religiosa y «estamos poniendo en marcha un aula de informática», asegura la responsable. En el futuro, es previsible que también hay espacios dedicados a la lectura.
Otro de los retos que enfrentan es la integración en la comunidad. Para lograrlo, los menores están escolarizados una escuela de Iruña de Oca o en el centro educativo de Secundaria de los menesianos y no se descarta que algunas de las personas del centro, acudan también a las clases de adultos. De momento, uno de los hermanos imparte clases de castellano a las personas francófonas alojadas en el centro dado que la mayoría, son hispanohablantes.
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