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Caterina Canyelles i Gamudí (Mallorca, 1982), basó su trabajo de tesis doctoral de Antropología en contemplar durante siete años la actividad que se realizaba en ... los Juzgados de Violencia sobre la Mujer de Cataluña e Islas Baleares. De 2012 a 2019 examinó distintas sesiones plenarias desde la tribuna del público, así como acompañó a la defensa de víctimas y agresores. Esa observación ha dado como resultado el libro 'Machismo y cultura jurídica. Una etnografía del proceso judicial de la violencia de género'. El ensayo (ed. Virus, 473 páginas) se presenta esta misma tarde en el Zapateneo de Vitoria (a las 19.00 horas), donde la autora estará acompañada de la jurista Miren Ortubay. Mañana se trasladará a la librería Louise Michel de Bilbao (a la 13.00 horas) junto con la antropóloga Mari Luz Esteban.
– Una de las principales conclusiones que presenta es que existen una serie de estereotipos en torno a las figuras de víctima y maltratador. ¿Es posible abstraerse de ese imaginario para lanzar una sentencia?
– Que no se identifique una amplia diversidad de experiencias provoca que se activen un montón de mitos y prejuicios. Cuando hay un conflicto entre una imagen y la realidad, tendemos a negar la situación y a buscar excusas. Eso provoca que se empatice con los agresores o que se tienda a decir que sus actos violentos son conductas puntuales. O bueno, que se ligue la violencia con el alcoholismo o la precariedad, cuando lo que causa esas agresiones es el machismo.
– ¿Y cómo repercute eso en el ámbito judicial?
– Si un juez no entiende cómo opera la violencia machista y no entiende los hechos denunciados, puede que la persona que comete el delito quede impune. Se tiene que hacer un gran trabajo de reconstrucción, algo que también lo podríamos ver con el clasismo, el capacitismo, el racismo o la xenofobia.
– Precisamente en otro fragmento del libro señala que ha percibido entre los operadores jurídicos la creencia de que son otras culturas (la sudamericana, la árabe, la gitana...) las que promueven el machismo.
– Es muy importante tener en cuenta una mirada interseccional. De la misma manera que en nuestra sociedad se reproducen sesgos clasistas, racistas y xenófobos, ocurre en el sistema judicial.
– Otro tema. Una de las abogadas con las que se entrevistó le comentó que como ella tenía superado el machismo, pensaba que no existía.
– El espejismo de pensar que el machismo está superado está muy a la orden del día, sí.
– Pero, ¿es extrapolable lo que usted ha visto al resto de juzgados de España?
– Además del trabajo de campo, he participado en congresos, jornadas o conferencias donde diferentes personas de España poníamos en común nuestro trabajo y obteníamos los mismos resultados en la práctica judicial. Eso puede hacerlo más o menos extrapolable.
– ¿Existe una desprotección a las víctimas por parte de estas instituciones?
– El hecho de que el lenguaje sea autorreferencial o extraño para las personas que no formamos parte de ese entorno, que el protocolo sea también desconocido... Todo esto es de por sí revictimizar, porque te estás sintiendo extraña en un sitio donde se supone que se está poniendo solución a tu situación.
– Entiendo.
– Las violencias machistas son delitos que en su mayor parte tienen lugar en la intimidad, sin testigos. Cuando no hay pruebas no puede haber verdad judicial. Y todo ello se suma a que muchas mujeres, precisamente también por las características de la violencia, renuncian al proceso judicial o en el momento de la vista oral no declaran todas estas particularidades. Todo esto tiene como consecuencia que haya muchas absoluciones por falta de pruebas.
– ¿Por dónde se empieza a cambiar la sociedad?
– La educación y la sensibilización son fundamentales. Pero también hay toda a una serie de políticas publicas y cambios legislativos a ejecutar para poder cambiar las cosas. En cualquier caso, creo que estamos muy lejos de que haya un cambio judicial, social o cultural porque requeriría de una transformación radical para poder arrancar de base todas las presiones. Digamos que lo que se reproduce en la sociedad se va a reproducir en todos sus ámbitos. Entonces, vivimos en una sociedad machista. Por lo tanto, cualquier esfera, cualquier ámbito, reproducirá machismo. Y así es en el ámbito judicial.
– Ha hablado de cambios legislativos. ¿Qué opina sobre la ley del 'solo sí es sí'?
– A mí me parece que esta ley ha sido un avance a nivel de concienciación, de poner encima de la mesa un tema que no se estaba entendiendo a nivel social. La reacción que ha tenido ha sido un 'backlash', intentar un mecanismo de defensa del patriarcado porque precisamente el feminismo estaba avanzando. Eso a mí me parece muy importante tenerlo en cuenta. Lo que ha pasado con la ley del 'solo sí es sí' ha sido una reacción machista para poder perpetuar el orden ante precisamente unos avances importantes, más allá de imperfecciones o de mejoras que pueda tener.
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