Hace más de dos décadas que la catedral Santa María de Vitoria comenzó un complejo proceso de rehabilitación -por fuera y también en su interior- que aún no ha finalizado. El templo, de hecho, acaba de estrenar una cornisa y de recuperar la cubierta ... de su cabecera tal y como fue diseñada por los constructores medievales que pusieron las primeras piedras del edificio. El resultado de la obra rematada este mismo mes de diciembre, y que arrancó seis años atrás, se puede observar ya desde diferentes puntos de la 'almendra' vitoriana.
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La intervención desarrollada durante más de un lustro ha incluido varios trabajos y ha implicado a más de un oficio. Lo primero, a principios de 2015, fue instalar una estructura de cubierta provisional que permitiera la ejecución de la obra «sin desproteger» la 'joya' gótica de la ciudad. Así se pudo desmontar el tejado de manera «cuidadosa» y recuperar piezas de madera y cantera para su recolocación después. Más tarde, entre 2017 y 2018, se construyó la nueva cornisa -está situada sobre el paso de ronda exterior de los absidiolos góticos- y ya entre 2018 y final de 2020 se dio forma a la cubierta que descansa en ella. Este año se procedió al remate de la compleja actuación.
La cornisa que estrena ahora la catedral está compuesta por un conjunto de once pequeñas bóvedas que «vuelan» sobre los contrafuertes de las tres capillas absidiales de la girola que siguen en el exterior la forma «radial». «La fase gótica de la obra de Santa María a la que pertenecen estas capillas es quizás la más interesante arquitectónicamente, pero un cambio de planes dejó inconclusa su fachada exterior», explican desde la fundación que gestiona el templo. «Aparecía como una obra claramente inacabada», retratan. Y esa situación provocaba que no existiera «protección suficiente» para el paso de ronda de la cabecera y los ventanales con vidrieras de las capillas.
La actuación realizada a lo largo de seis años «completa en altura la obra de los contrafuertes góticos para salvar los ventanales, y sobre ellos sitúa las bóvedas planas de cantería agrupadas de tres en tres para cada uno de los absidiolos, más otras dos en sus laterales correspondiendo a las capillas insertadas en el transepto». Las bóvedas, además, se inclinan ligeramente hacia el interior de la catedral para ampliar la entrada de luz a las vidrieras y acentuar la forma «trilobulada» de la cornisa. Y sobre ellas vuela el alero del nuevo tejado con su estructura de madera y el renovado sistema de recogida y evacuación de aguas de sus faldones.
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