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Delitos sexuales
«Hay casos de menores tutelados prostituidos en Álava que no se han denunciado»La sentencia por el 'Caso Perseus' –conocida hace cinco días gracias a la exclusiva de este periódico– ha devuelto a la actualidad informativa los escándalos de menores tutelados por la Diputación de Álava prostituidos a lo largo de los últimos años. Ese fallo castigaba ... con «dos años y medio de cárcel» a un hostelero por abusar sexualmente de una adolescente en su almacén. El quid es que esta víctima fue engañada por otra compañera de su centro foral para ir al pub de Vitoria. Se desconoce con cuántas jóvenes más repitió fórmula. «Te aseguro que con varias más y que hubo otros adultos implicados», revela una joven, ya emancipada, que asistió desde primera línea a aquel episodio.
En los últimos seis años, la justicia alavesa ha culminado cuatro procesos penales con doce adolescentes tutelados sometidos por hombres sin escrúpulos. Tres sumarios desembocaron en condena -Sansoheta, caso chuches y Perseus- y uno -caso madame- se archivó por falta de indicios, aunque con un reproche a la administración foral.
En los juzgados
'Caso Sansoheta' 9 condenados por contratar servicios sexuales de 7 menores tutelados entre primeros de 2016 y enero de 2017. La sentencia llegó en diciembre de 2022. Hubo rebajas por la ley del 'sólo sí es sí'.
´Caso Perseus' Una menor se prostituyó y llevó a más adolescentes a «ver» a un hostelero entre 2015 y 2018. La Audiencia de Álava ha castigado a 30 meses a ese adulto en un fallo conocido hace 5 días por abusar de una de esas adolescentes que acudió al pub «engañada».
'Caso chuches' Dos adultos condenados a 20 años en enero por abusar sexualmente de dos menores, de 12 y 14 años, entre 2017 y 2018. Les pagaban con «golosinas, tabaco y dinero».
'Caso madame' Una menor de 15 años seleccionaba a las prostitutas de un burdel de Vitoria y mantuvo «relaciones íntimas» con dos adultos a lo largo de 2016. Instrucción 3 archivó el caso a finales de 2017.
En este contexto, antiguos menores acogidos bajo el paraguas foral subrayan ahora que «ha habido más casos que no se llegaron a denunciar». Se desconocen las cifras pero, por los testimonios recabados por este periódico, pudiera haber hasta media docena de adolescentes más.
«En aquella época pasábamos mucho tiempo juntos en el centro y fuera. Oías y veías muchas cosas. Cuando no tienes nada y ves que el de al lado lleva unas zapatillas caras o un móvil de última generación, pues ya sabes...», refresca una veinteañera ahora con la vida encauzada. «Había una chica que te invitaba a ir con 'mayores'», dice otra extutelada. Hay documentado un viaje en furgoneta a Barcelona de esa chica, y otra compañera junto a dos hombres.
El 'caso Sansoheta' sacó a la luz la prostitución de siete chicos, la mayoría bajo el cobijo de las instituciones locales. «Al inicio de la investigación había ocho menores que residían habitualmente en ese centro, sólo que con cuatro hubo que archivar. Generalmente por su propia falta de colaboración», destacan medios de la investigación. También se rastreó a una treintena de posibles clientes. Once acabaron imputados. Uno murió antes del juicio y otro quedó absuelto.
A raíz de aquello, la Diputación de Álava hizo cambios en su estructura hasta acabar cerrando Sansoheta. «Siempre que ha habido constancia de un problema se ha avisado a las autoridades. Aparte se han ido incorporando nuevos protocolos y se seguirá haciendo», concretan desde el Gabinete de Ramiro González. Ya está muy avanzado el proyecto de una instalación específica para jóvenes «con graves problemas de conducta», una petición histórica de la Fiscalía de Menores.
En Álava, la mayoría de estos chicos bajo protección foral no está sometida a un régimen cerrado. Por las mañanas deberían ir a clase. Suelen tener las tardes libres. Y al atardecer, un vehículo oficial les recoge para dormir en el centro. El control se diluye cuando abandonan las instalaciones. «Aún así, siempre le estaré agradecida a mis educadores porque se involucraban mucho. Pero claro, llegaban donde llegaban. A día de hoy sigo en contacto con algunos. No puedo decir lo mismo del personal foral, que pocas veces se pasaban a vernos. Por cierto, el día de mi 18 cumpleaños, la Diputación me echó a la calle sin más», apunta otra exmenor. «Nuestra labor va más allá de lo que marca nuestro contrato. Es vocacional, lo que no quiere decir que no cometamos errores», abunda un educador social en activo.
En ninguna de las cuatro causas penales se ha exigido un euro a la Diputación como responsabilidad civil. Esas indemnizaciones las abonaron los clientes. Ninguna familia de las víctimas ha demandado a la institución, tutora legal durante los hechos. En otoño de 2016, este periódico preguntó a la madre del principal perjudicado del 'caso Sansoheta' si daría ese paso.
Ella contestó:«Haré lo que diga mi trabajadora social».
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