![Los 6 casos más curiosos en los 30 años del Palacio de Justicia de Vitoria](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/06/22/JUZGADOS%20FOTO%201-kspF-U220511059479i8H-1200x840@El%20Correo.jpg)
![Los 6 casos más curiosos en los 30 años del Palacio de Justicia de Vitoria](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/06/22/JUZGADOS%20FOTO%201-kspF-U220511059479i8H-1200x840@El%20Correo.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Más de 400 personas se emplean a diario en el Palacio de Justicia de Vitoria. Hay jueces, fiscales, policías, letrados de la administración de justicia... 303 son funcionarios especializados, de los que bastantes atienden en ventanilla. Durante ese contacto directo con la ciudadanía les toca solventar situaciones de todas las gamas cromáticas. Aquí va una selección –aportada por los propios trabajadores– sobre algunos de los momentos más sorprendentes vividos intramuros.
«Un día me vino una señora con un gorro vaquero con estampado de leopardo y nos mostró el DNI de su supuesto novio. Nos dijo que 'necesito que me mires si está con otra'. Al negarme, me miró a los ojos y añadió: 'entre mujeres nos ayudamos, tú no lo entiendes necesito saber, él es mi papito'», apuntan desde la oficina de atención.
En un juzgado de guardia se presentó un hombre muy enojado. Al parecer quería denunciar un supuesto vaciado de su cuenta corriente. «No paraba de repetir que un hombre le había robado todo el dinero que le había dejado su ama. Hablaba de un tal 'Iván'. Imagina nuestra cara cuando nos enseñó un papel en que ponía IBAN, de un número de cuenta corriente». Le habían cobrado unas tasas.
El círculo de un caso penal se cierra con la comunicación al sentenciado del inicio de su pena definitiva. Un conocido delincuente común acudió a conocer su última. Cuando le comunicaron que debería completar varias jornadas de trabajos comunitarios montó en cólera. «Nos dijo 'no, no, no. A mí no me pongáis a hacer cosas de esas en favor de la comunidad ni nada parecido. Yo no estoy para trabajar, me metéis tres días o los que haga falta a la cárcel pero para trabajar no estoy yo'», rememoran entre risas varias funcionarias.
También suele ser habitual que se acerquen ciudadanos a preguntar por algún conocido con el que perdieron el contacto. «Uno nos rogó que le contásemos qué tal estaba y cómo le iba a un amigo de la infancia. Le costó aceptar que por ley no podíamos acceder a ninguna base de datos».
En los accesos, el personal de seguridad ha requisado «de todo» a los visitantes. Lo más normal suelen ser «armas blancas» y «droga». Abajo, en los calabozosos, los ertzainas tienen que andar «muy pendientes» de que muchos detenidos «no se nos duerman cuando hay que subirles al juzgado de guardia».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.