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El guía de Álava Medieval, Ander Gondra, explica los entresijos de la Basílica de San Prudencio a una veintena de asistentes a la visita. Jesús Andrade
Visita a la Basílica de San Prudencio

En la casa del santo patrón de Álava

Tras ocho años volcados en Estíbaliz, el colectivo Álava Medieval estrena visitas guiadas a la otra joya del románico alavés, la Basílica de San Prudencio

Domingo, 31 de marzo 2024, 00:40

El recorrido se anuncia como un «enigma». El de Armentia, para ser más concretos. Al empezar la visita (que se celebra esta vez en dos pases, uno matinal y otro vespertino) el guía, Ander Gondra, reconoce que el título es una especie de 'clickbait'. Pero « ... justificado» porque «en muchos aspectos la Basílica de San Prudencio -por donde se centra el paseo de unas dos horas- sigue siendo un misterio».

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Sólo así se pueden explicar cuestiones como que en uno de los tímpanos del pórtico -señalado porque en esta época arquitectónica apenas existe iconografía religiosa, sí vegetal o profana- aparezca Cristo rodeado de once apóstoles. ¿Dónde está el duodécimo? «Puede ser que falte Judas o que se haya borrado una pequeña cara con el paso del tiempo», acierta a decir el 'cicerone', parte del colectivo de Álava Medieval.

En los siglos IX y XI

El templo fue sede del obispado antes de sufrir unas «agresivas obras de restauración» en 1766

Y es que este grupo de divulgadores, después de estar 8 años volcados en insuflar vida al santuario de Estíbaliz -ahora en manos de las hermanas Peregrinas de la Eucaristía-, estrenó este sábado una ruta a fondo (con un coste de entre 9 y 11 euros) por el otro gran referente del románico en la provincia, que además fue sede de un efímero obispado en los siglos IX y XI y cuna del mítico Prudencio, patrón de Álava.

Imágenes fantásticas

Antes de empezar las lecciones para una veintena de personas, advierte Gondra que este punto situado a menos de 5 kilómetros de Vitoria -que contrasta por su naturaleza con el ajetreo turístico de la urbe- no resiste sin modificaciones. De hecho, unas «agresivas obras de restauración» ocasionaron en 1766 la desaparición de la portada primitiva y el demantelamiento de sus piezas escultóricas.

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Vamos, que lo que se contempla hoy, es casi un puzle de detalles sorprendentes. Un ejemplo puede ser la colección de canecillos en la que predominan las imágenes fantásticas con sirenas, grifos, arpías y hasta un espinario que evoca a una escultura del siglo I antes de Cristo y que se exhibe en los Museos Capitolinos de Roma. Unos entresijos que, por cierto, se seguirán mostrando en próximas visitas en su página web.

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