Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Los efectos que tendrá la reducción de velocidad de 100 a 90 kilómetros por hora en las carreteras convencionales están por ver. Es pronto para sacar conclusiones porque han pasado sólo veinte días desde que entró en vigor la medida que en Álava afecta a ... ocho vías, desde la red de interés preferente a la local, con una longitud total de 84,4 kilómetros. La decisión adoptada por la Dirección General de Tráfico tiene un objetivo claro, reducir la siniestralidad y cumplir con la meta marcada en la estrategia de Seguridad Vial 2011-2020 de bajar de 37 la tasa de fallecidos en accidente de tráfico por millón de habitantes y que ahora se sitúa en 39. El año pasado, 1.180 personas perdieron la vida por esta causa, de ellas 13 en el territorio alavés.
Las estadísticas reflejan que el 75% de los accidentes con víctimas se producen en carreteras convencionales, una denominación que incluye todas aquellas que no son autovías o autopistas y no sólo las que han visto limitada la velocidad a la que se puede circular desde el pasado 29 de enero. En el caso concreto del territorio alavés, esos 84 kilómetros (de más de 1.500 entre todas las infraestructuras viarias) acumulan el 13% de los siniestros. La cifra apenas ha variado en los cinco últimos años. En 2014, por ejemplo, se produjeron 176 de los 1.269 accidentes totales; en 2015 fueron 168 de 1.266;en 2016 hubo 201 sobre 1.474; y en 2017 sumaron 188 de 1.784, según los datos de los anuarios de la Dirección de Tráfico del Gobierno vasco, que aún no ha desglosado los registros de los 1.826 siniestros totales acaecidos en 2018.
Aunque para sacar conclusiones y saber si se logra o no el objetivo hace falta tiempo, los expertos no se muestran muy esperanzados. «Desde RACE pensamos que la medida tendrá poco efecto», afirma Jorge Castellanos, coordinador de Seguridad Vial del Real Automóvil Club de España. «Se trata sólo de 11.000 kilómetros de los 150.000 de carreteras convencionales que hay en España», justifica. Además, los tramos sobre los que se ha actuado «son los que presentan unas mejores condiciones dentro de las carreteras convencionales; son las que tienen carriles más anchos y arcenes de más de un metro y medio», añade como explicación.
De hecho, en el territorio alavés se incluyen dos vías que pertenecen a la red preferente, la N-104, que enlaza Ilarraza con la A-1, y la N-124, desde su inicio hasta el límite con la provincia de La Rioja. Precisamente en esta, la Diputación está realizando obras para su desdoblamiento y la supresión de los cruces a la altura del acceso a la autopista en Zambrana y al polígono de Berantevilla. Otras dos pertenecen a la red básica: la A-124, en Rioja Alavesa, que registró dos accidentes mortales el año pasado (uno por atropello) y la A-625, entre la salida de Amurrio y el desdoblamiento de Llodio, uno de los puntos con mayor siniestralidad en los últimos 20 años.
«La velocidad es peligrosa según las condiciones de la vía», insiste Castellanos, que recuerda que las carreteras de alta capacidad (autovías y autopistas) «acumulan el 60% del tráfico y en ellas se producen el 20% de los fallecimientos por accidentes». En 2018, esa proporción en Álava fue del 23%, ya que de las 13 personas muertas, tres fallecieron en siniestros en la A-1. El mismo saldo de víctimas mortales se dio el año pasado en las 8 carreteras en las que ahora hay que circular a 90 por hora.
A pesar de esas aseveraciones, el experto del RACE advierte de que «la velocidad, en general, es un factor de riesgo porque hay un menor tiempo de reacción y el accidente puede ser más grave, pero la velocidad debe estar adecuada a la vía», reitera. Y aclara que según la DGT, correr más de lo permitido «sólo es la causa del 2% de los accidentes».
Sobre las consecuencias que tendrá la reducción, Castellanos avisa de que puede haber «efectos adversos por los adelantamientos», ya que los vehículos pesados circulan a 80 por hora «y aumentará el número de adelantamientos, la maniobra más peligrosa de la conducción».
Las carreteras por las que hasta ahora se podía ir a 100 kilómetros por hora «se construyeron para circular a esa velocidad», recuerda Jorge Castellanos, coordinador de Seguridad Vial del RACE, para quien resulta paradójico que se rebaje el límite cuando «los vehículos son mejores y los conductores están más concienciados con la seguridad».
El RACE es crítico con la decisión y, aunque «como asociación de automovilistas no pedimos que se suba el límite», consideran que «para cubrir la falta de inversión en esas carreteras se está trasladando la responsabilidad a los conductores». En muchos casos, denuncian, «la señalización se va quedando antigua, con peor reflectancia, el pintado horizontal está sucio, el asfalto ha ido perdiendo adherencia...».
Para Castellanos, «ir despacio no siempre es lo mejor porque se pueden producir más distracciones, fatiga o contribuir a la somnolencia». Además, añade, «la movilidad debe ser segura, pero también lo más eficiente posible en el tiempo».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.