A Iñaki Rikarte (Vitoria, 1981) le hemos visto como actor de reparto en películas como 'Lasa y Zabala', 'Igelak' y 'Operación Concha'. Pero también destaca por su faceta como intérprete en el teatro en 'El hijo del acordeonista' o como director en 'El desdén con ... el desdén', por la que ha sido nominado como finalista a Mejor Director de Escena en los Premios Max que convoca la Fundación SGAE. Este año, si nada cambia, está previsto que se entreguen en Málaga el próximo 7 de septiembre. Rikarte reconoce que la nominación la ha recibido con «mucha alegría y sorpresa» y que le ha ayudado a sobrellevar el confinamiento: «Me ha venido bien en estos días». Un tiempo en el que reconoce haber «sufrido altibajos» por la incertidumbre en la que vive el sector.
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– ¿Se puede entender la nominación como un salto en su carrera?
– No tanto por los Max. Creo que la carrera no la hacen los premios sino los trabajos que vas realizando. Yo creo que para mí sí fue un salto el tener la oportunidad de dirigir en un teatro nacional porque nunca lo había hecho. Dirigir a la Compañía de Teatro Clásico fue un reto enorme. Además, no me encuentro muy cómodo con estos premios individuales porque el teatro es un arte colectivo. Es difícil discernir dónde acaba el talento de uno y dónde empieza el del compañero. Tú ves a un actor, pero no aprecias cuánto hay de mérito en la iluminación o en la historia que se está contando, en el director de escena, el escenógrafo. Es realmente difícil en una función y más aún contrastar una con otra. Con lo cual, todo esto es una pura convención. No quiero quitarle valor, pero no creo que esté entre los tres mejores directores del año. Hay trabajos extraordinarios que no han tenido la fortuna de estar aquí porque una poca gente lo ha decidido así. No quiero quitarles mérito a los premios, porque están bien para el sector, pero desde el punto de vista del ego hay que mirarlos con cautela.
– En la compañía trabajó con gente muy joven. ¿Cómo recuerda la experiencia?
– Especialmente gozosa porque las cosas fluían muy bien, habíamos hecho un trabajo previo y los ensayos fueron muy agradables por la energía, la disposición de los actores y el talento que tienen. Además, la compañía puso al servicio toda su maquinaria, un montón de oportunidades desde el punto de vista técnico y fue muy fácil.
– ¿Con qué parte se queda de 'El desdén con el desdén'?
– Por ejemplo, la decisión de hacer físico el personaje del amor. Es un personaje que está presente en la función, pero de una manera implícita. Haber personificado el personaje del amor en Cupido en la carne de un actor fue una decisión muy feliz y acertada. Creo que le vino muy bien al espectáculo en muchos sentidos porque le dio dimensión a la propuesta. Además, hacer que todos los actores tuviesen su parte de responsabilidad dentro del espectáculo, no por exigencias de la producción, sino porque yo pienso que así debe ser. Si todos los participantes se sienten parte fundamental de lo que están haciendo las cosas salen mejor.
– Escribe, dirige y actúa, ¿dónde se encuentra más cómodo?
– Creo que hay una parte de las tres cosas que son lo mismo. Tiene que ver con la empatía, la capacidad de ponerse en la piel del otro. Un director tiene que ponerse en la piel de los personajes para dar las indicaciones precisas, un actor en la del personaje para poder defenderlo y un autor también en la del personaje para poder saber qué es lo que le guía. Yo creo que eso une a los tres oficios, aunque luego tengan partes muy distintas. Es lo que más se identifica conmigo.
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finalista en los max
crisis sanitaria y social
– De nuevo hay una gran representación vasca en los Max, ¿se están haciendo bien las cosas?
– Es una buena noticia. Más allá de los premios, son una fiesta del teatro y una excusa para publicitarlo, para que la gente pueda ver los espectáculos que se están haciendo. Para que vea la agenda y le llame la atención. Cuando nos dieron el Max en 2018 nosotros notamos una diferencia no tanto en el trabajo que nos salió, sino que los teatros estaban más llenos y venía más gente a ver la función. Yo pienso que ese debe ser el objetivo de todo esto. Está claro que Kukai Dantza es un habitual en estos premios y también compañías como Barsanti y Zanguango. Pienso que es un reconocimiento muy justo al trabajo. Pero todo esto tiene un punto de aleatorio y subjetivo porque es difícil medir la calidad de un espectáculo en relación a otro.
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– Estaba trabajando en una obra sobre el lehendakari Agirre. ¿Qué tal va?
– Estamos preparando un espectáculo basado en los viajes del lehendakari Agirre, en un libro que es 'De Gernika a Nueva York pasando por Berlín' que habla de los años del exilio hasta que se refugia en EE UU. Es un espectáculo con pocos actores donde hago el papel del lehendakari y está dirigido por Fernando Bernués.
– ¿Cómo ve el futuro del sector?
– La incertidumbre es enorme. Cada vez veo más claro que esto va a ser algo más largo, tedioso y difícil de solucionar de lo que pensábamos en un principio. Que nos va a afectar de una manera más profunda y no tengo claro de qué manera. La incertidumbre es el gran enemigo. Estamos haciendo calendarios llenos de interrogantes y preparando giras que es posible que no se hagan. Es duro psicológicamente, pero hay que asumir que el trabajo se haga pueda ser en balde.
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