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Ambas son especies de textura tierna y sabor sutil ligeramente dulce. Vieiras y zamburiñas tienen un aspecto similar, aunque las últimas son algo más pequeñas y de gusto más suave, mientras las otras son más intensas. En Vitoria, muchos son los templos gastronómicos que ... tiran del manjar marino. Quizá el más destacado es el Bar Erkiaga (Herrería, 38) con su célebre Vieira del Peregrino. Josune Menéndez, experta en bocados categóricos, diseñó esta vieira confitada a baja temperatura con reducción de Albariño, vinagreta de algas y espuma de mejillón sobre una base decorativa de hielo seco. La sirven sobre la concha propia del molusco, que es uno de los símbolos de la ruta jacobea. Dicen que los peregrinos que llegaban a Santiago las recogían para beber en los manantiales y ríos en su camino de regreso y la cocinera alavesa les rinde homenaje con su delicia. Y es que justo el tramo de calle en el que está la taberna vitoriana aparece en el Camino de Santiago.
Las zamburiñas del Kanijo (Bastiturri, 2) son de textura delicada y aspecto distinguido. Las cocinan a la llama aderezadas con mantequilla tostada, unas perlas de wasabi (que no pica, es aromático) y una pizca de sal negra. Riva, el chef del lugar, es de Madagascar y apuesta por el producto fresco y de primera calidad, y en esta propuesta augura un dinámico contraste de sabores y gusto a mar, con matices de humo al final. Otras zamburiñas con fuste son las del Puerta Grande Berria (Plaza del Renacimiento, 1). Aquí no se complican la vida y las hacen solo con aceite de ajo y perejil, destacando el sabor del molusco. ¡Y son de vuelta al ruedo!
Todo se puede envolver con elegancia y aires vanguardistas. Los amigos del Mano Lenta (Tomás Alfaro, 11) lo saben y aportan mimo y paciencia a cada uno de sus platos. Aquí las vieiras transportan al comensal, otorgando al capricho una atmósfera asiática con una salsa kimchee y encurtidos. Para acentuar el sabor cítrico, sirven el antojo sobre una rodaja de lima. Exquisito. A unos cuantos metros se halla el Marvelous Café (Avenida de Gasteiz, 59) donde prima el estilo canalla. Sus vieiras son de otro planeta, aderezadas con bacon crujiente, tartufo que aporta aroma de trufa y servidas en su propia concha sobre una crema de guisantes. El conjunto es brutal, como ellos mismos apuntan.
Sukalki (Florida, 37) propone un arroz cremoso de moluscos con vieiras y, como en el comedor de Plágaro siempre buscan buen producto local, elaboran el plato al txakoli alavés. En el Itxasberri (Galicia, 7) despiertan los sentidos con sus vieiras rellenas, gratinadas al horno. Naturalmente, en el Botafumeiro (Árbol de Gernika, 11) no faltan las zamburiñas que generan morriña de tierras gallegas. Y para zamburiñas originales, las del Wasabi (General Álava, 6) a la barbacoa con kimchee y salsa ponzu, una especie de vinagreta japonesa que brinda un toque cítrico y un punto de dulzor al capricho. Además, en este restaurante japonés las pueden hacer sin gluten.
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