No es que Álava tenga mucho que ver con la minera tierra de Asturias pero aquí también se han barrenado y perforado los montes en busca de asfalto, lignitos, calizas, arenas silídeas y ofitas. La extracción de estos estos materiales no métálicos en la provincia ... se ha hecho durante años en canteras a cielo abierto de las que sólo cuatro quedan en activo. El resto, cerca de una veintena, se han ido abandonando. De esa actividad queda una herida en el paisaje y un espacio de oportunidad para verter escombros, basuras, electrodomésticos viejos e inmundicias de todo pelaje con nocturnidad y alevosía.
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Devolver la vida a estos espacios degradados no es sencillo. Quedan en tan mal estado tras el paso de camiones y excavadoras que no crecen allí ni las malas hierbas. Pero el departamento de Medio Natural de la Diputación alavesa ha logrado que reverdezcan doce de ellos a lo largo de los últimos treinta años, Desde el Gorbea a Labastida o desde Nanclares de la Oca a Maeztu. «Con la restauración paisajística de las áreas degradadas logramos hacer un territorio más resiliente», explica la directora de Medio Natural, María José Madeira.
Sólo en los últimos seis años, el servicio foral de Medio Ambiente y Paisaje ha rescatado de la lista local de desastres ecológicos cuatro rincones del territorio alavés. La intervención más veterana de esta tanda se localiza en Labastida. En mitad del campo había una gravera abandonada de nada menos que 27.000 metros cuadrados de extensión que más tarde se usó como vertedero. En 2018 se limpió la zona. Se extrajeron los escombros y tras restaurar el terreno se plantaron encinas y coscojas, detalla Madeira.
Los paisajistas forales se fijaron después, en 2021, en una cantera de San Vicente de Arana. Tras ser abandonada, en un área de poco más de mil metros cuadrados, 'brotaban' como setas neumáticos, todo tipo de enseres viejos, escombros...Donde antes había montañas de azulejos rotos hoy crecen quejigos. Y además la zona restaurada se ha cercado para evitar «que el ganado ramonee», aclara la directora foral de Medio Natural.
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Más reciente es la intervención en un área muy degradada de Sobrón que antaño, durante la construcción de la presa del embalse, se usó como zona de acopios y excavaciones. Las maquinará se fue de allí en la década de los 60 y aquellos casi 5.000 metros cuadrados que aguantaron las idas y venidas de camiones y excavadoras acabaron convertidos en un auténtico vertedero. Otro agujero en el paisaje donde desde el pasado año crecen frondosas y quejigos.
También 2023 fue el año de darle otro empuje al entorno de la cantera de Legutio. Esta ya estaba restaurada pero el continuo paso de vehículos de monte por la zona había dañado gravemente la pradera. Cuando las hayas y abedules que se han plantado en la zona se conviertan en bosque, nadie se acordará de que un día de allí se extrajeron piedras.
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Antes de intentar que crezcan de nuevo las plantas y los árboles en estas zonas devastadas por la acción humana, la Diputación ha limpiado los suelos degradados en función de su entorno. Algunos, por ejemplo, se impermeabilizan con arcillas para que no haya escorrentías y ese agua acabe contaminando arroyos, detalla María José Madeira. «Quedan suelos muy homogeneizados y más resilientes ante el cambio climático», resume.
Esta labor no es nueva para Medio Natural. La primera intervención data de 1991 en Apodaka (Zigoitia), cuando se reconvirtió en parque una vieja planta de áridos y el hueco de una cantera. Le siguió la antigua mina de lignitos de Bitoriano (en Zuia), la única explotación de carbón restaurada. Los expertos decidieron conservar la laguna y cubrir de vegetación sus riberas.
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Entre las intervenciones más complejas destaca la de las canteras de caliza del Gorbea, con frentes de piedra de más de 50 metros y ríos subterráneos. La reforestación y el encauzamiento de los ríos se realizó entre 1994 y 1995 y hoy es una de las zonas de esparcimiento más conocida del parque. Desde allí se sube a las cuevas de Mairuelegorreta.
En Álava aún hay siete explotaciones de este tipo en activo, según la Estadística Minera de España correspondiente a 2021, la última publicada en el Ministerio de Transición Energética y a la que remite el Departamento vasco de Industria. Según este informe, dos de ellas se dedican a la extracción de minerales industriales, un epígrafe que incluye la sal que se obtiene en Añana. Otras cinco, son canteras de arena, grava, calizas, arenas silíceas y ofitas. Se trata de las minas a cielo abierto de Laminoria (Arraia-Maeztu), la de Santutis (Peñacerrada) la de Assa (Laguardia-Lanciego), Navarra Pequeña (Nanclares de la Oca) y Azkorrigana (Trespuentes ).
De acuerdo con este informe que data ya de hace tres años, en estas explotaciones trabajan 94 personas entre directivos, administrativos, personal de producción interior y exterior y comerciales. La estadística incluye datos sobre su consumo de agua y energía y otros más específicos como el de las 230 toneladas de explosivos rompedores que emplearon durante ese año y los 14.000 metros de mecha. Por la venta de sus productos obtuvieron 9,7 millones de euros.
Las leyes obligan las empresas que explotan estos espacios a encargarse de la restauración paisajística cuando los abandonen. Según los vecinos de Trespuentes, que se quejan del ruido y la suciedad que procede de la cantera de Azkorrigana, la firma Ecalsa, además de no poner medidas para reducir la afecciones medioambientales de su actividad en el entorno, tampoco ha intervenido para recuperar las áreas en desuso.
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