
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Cuando Álvaro Martínez de Antoñana (37 años) le anunció hace un tiempo a su madre que quería irse a vivir con su amigo Markel Herreros ( ... 29), ella aplicó esa máxima que tantas veces ha repetido frente a los habituales prejuicios que existen con el síndrome de Down. «Dale una oportunidad y comprobarás de qué es capaz». Hace dos meses que estos jóvenes estrenaron su piso de solteros -que continúa ordenadísimo, impoluto- en el barrio de Zaramaga y nada ha hecho que den marcha atrás. Ni el agobio que pueden suponer las tareas del hogar, ni el choque de caracteres, ni por supuesto su discapacidad intelectual. Y eso que iniciaron su vida independiente con un aislamiento de una semana después de haber estado en contacto con un caso de Covid-19.
«Vivir solos nos sirve para avanzar en nuestra autonomía y demostrar que no nos rendimos», subraya Markel sobre el denominado proyecto 'Enebizia II' apoyado por la Diputación. Ellos son las primeras personas con Down emancipadas en el territorio histórico, según la Asociación Isabel Orbe, que les acompaña en este proceso. Ellos buscaron y alquilaron este coqueto piso que decoraron a su gusto con ayuda de sus padres y en el que siguen recibiendo la visita cuatro horas al día de la educadora Maitane Lasarte para que la casa no se les caiga encima. Junto a ella preparan las cuadrículas que se observan en diferentes habitaciones y que sirven para repartir las tareas de la casa, el menú de la semana, la lista de la compra, la contabilidad y también mediar ante los problemas que pueden surgir en la convivencia.
Emilio Sola | Diputado de Políticas Sociales
Porque Álvaro y Markel son «opuestos», reconocen. El primero tiene un carácter reservado, cumple a rajatabla con los horarios, tiene un piercing y le gusta ver 'La Voz', pese a las «larguísimas» pausas publicitarias. El segundo habla por los codos, suele acostarse tarde, le encanta pintar y en su cuarto guarda los periódicos de los últimos días para «estar al tanto de este momento histórico como consecuencia del coronavirus».
Pese a esas gigantescas diferencias son unos compañeros de piso dignos de película, que tan sólo coinciden en su afición por el Baskonia, el Athletic y sus ganas de vivir juntos. «Nos sabemos coordinar», admite Álvaro cuando se le pregunta quién de los dos hace mejor las labores del hogar. «En 'Enebizia I' nos enseñaron a hacer las tareas, organizar la lista de la compra y otras cosas que eran nuevas para nosotros, pero siempre había alguien controlando lo que hacíamos. Allí sólo estábamos unos meses al año y luego, vuelta a casa», explica antes de confesar que tenía muchísimas ganas de emanciparse y han tenido que retomar lo que aprendieron en esa primera etapa.
A diferencia de la primera experiencia de la inmensa mayoría lejos del nido paterno, aquí sí que se come sano. El jueves había porrusalda para almorzar y conejo al horno con patatas panaderas de cena, y siempre hay un frutero repleto de mandarinas sobre la mesa del salón para evitar el insano picoteo mientras ven la televisión. Eso sí, en el congelador guardan algún túper que les han traído sus familias para cuando están más apurados de tiempo.
Virginia Seoane | Directora del proyecto Enebizia
Porque ellos no paran. Álvaro trabaja en la empresa Caype -material de oficina- y Markel en la sección de fitness de Decathlon. A las 16.45 horas hacen natación en las piscinas de Mendizorroza y a partir de ahí, cada uno tiene diferentes actividades. A las siete y media de la tarde se vuelven a juntar en Zaramaga. «No paramos en todo el día y cuando volvemos a casa, nos toca hacer la compra. Menos hoy, que habéis venido vosotros y no hemos podido hacer nada», se sinceran. Eso en un día normal, ya que Álvaro juega con los veteranos del Gaztedi de rugby y Markel ejerce de «palomitero» en el Buesa Arena «cuando hay partidos con público».
Sus madres, Pilar y Esti, están contentas por el paso que se han atrevido a dar sus hijos, aunque tampoco les quitan el ojo. Siempre están dispuestas a echarles una mano y más aún con el panorama sanitario actual. La primera les lleva en coche cada tarde a 'Mendi' y la segunda se organiza con su marido para que Markel no tenga que coger diferentes autobuses a fin de llegar al trabajo al centro comercial Gorbeia.
«Nuestros hijos querían una vida independiente, igual que los demás, pero todos somos conscientes de que no será plena porque van a necesitar apoyos de su entorno o profesionales», reconoce Pilar. «Ellos han sido muy valientes, pero también las familias al dar este salto con el panorama sanitario actual», añade Esti. «En este proceso también es muy importante la parte emocional. No hay que perder de vista el momento tan complicado que han elegido para hacerlo y, a diferencia de muchos otros, el miedo al Covid no les ha paralizado en la toma de decisiones», destaca la directora de 'Enebizia', la psicóloga Virginia Seoane.
El Instituto de Bienestar Social de la Diputación (IFBS) tiene registrados en estos momentos a 212 personas con síndrome de Down. Casos que no son calcados y cada cual cuenta con sus virtudes y dificultades, que en algunos casos hacen impensable una emancipación como esta. El diputado foral Emilio Sola pone a Álvaro y Markel como ejemplo de cara al futuro porque son ellos «y no las familias, las entidades sociales, o las instituciones públicas, quienes deciden aspectos determinantes en su vida». «Es una satisfacción poder contribuir a que estos jóvenes con síndrome de Down hayan podido dar el salto hacia una vida independiente, sustentada en sus gustos y preferencias, en igualdad con el resto de personas de su edad», subraya el titular foral de Políticas Sociales.
212 alaveses con síndrome de Down tiene registrados en estos momento el Instituto Foral de Bienestar Social de la Diputación (IFBS). El caso de Álvaro y Markel es excepcional, ya que tras probar por una vida independiente acompañada han decidido emanciparse.
Ocho años trabajando. Trabajan de mañana en Caype -material de oficina- y en Decathlon, en el centro comercial Gorbeia. Ambos llevan aproximadamente ocho años.
4 horas al día pasa su educadora, Maitane, en la casa coincidiendo con las horas de comer y cenar. Con ella, ambos organizan la jornada y las tareas pendientes en el hogar. La idea es reducir poco a poco ese acompañamiento para que actúen por libre.
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