Leire Gartzia es doctora en psicología organizacional y profesora de Liderazgo y Gestión del Cambio en Deusto Business School. También es experta en conciliación y ha sido una de las ponentes del congreso Kontzilia organizado por el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del ... Gobierno vasco en el Palacio Europa.
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–Conciliación, una palabra que escuchamos muy a menudo. Pero, ¿qué significa exactamente? ¿es sinónimo de renunciar?
–Conciliar es buscar equilibrios entre la vida familiar y la laboral, poner ambas de manera integrada y no en conflicto. Y sí, puede implicar una renuncia porque tú decides a qué dedicas tu energía, tiempo y espacio.
–El Eustat acaba de revelar que una de cada cuatro personas ocupadas encuentra mucha dificultad para conciliar vida laboral y familiar en Euskadi en 2022. ¿Qué está fallando?
–Lo cierto es que es un dato lo suficientemente preocupante como para prestarle atención. Y creo que ocurre porque todavía no hemos hecho la transición al nuevo modelo que nos demanda la sociedad actual ni tampoco se ha superado la división sexual del trabajo. Todavía estamos en un modelo antiguo de pensar que el trabajo es el área central de la vida y que requiere un compromiso total y dedicarle muchas horas. Y también sigue ahí la cultura de la presencialidad, no estamos haciendo el cambio con la urgencia que merece.
–¿Cree que la pandemia fue una oportunidad perdida para acabar con esa cultura de la presencialidad que tantas trabas pone a la conciliación?
–Se hizo un avance muy rápido en cuestiones como el teletrabajo o la flexibilidad horaria pero ahora hemos vuelto atrás. Y esto ocurre porque no nos lo acabamos de creer del todo, hasta que no se vea como una necesidad real y una cuestión de responsabilidad social no avanzaremos.
–¿Es la jornada laboral de 4 días un avance en este sentido?
–Es una medida que puede ser positiva y que ya se aplica en algunas profesiones. Pero tampoco se puede simplificar y decir que esto es la panacea, porque los resultados son mixtos y dependen mucho de las necesidades individuales y del tipo de trabajo. Hay personas a las que les genera más estrés porque no pueden cumplir sus objetivos laborales.
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–¿Qué otras medidas deberían tomar las empresas?
–Hay un gran abanico: concentrar tiempos, flexibilizar horarios, teletrabajo, poner guarderías en el centro de trabajo, reuniones 'online'... todo lo que sea facilitar que el espacio de trabajo no esté condicionado a un lugar. Pero lo más importante es la cultura organizacional, podemos tener muchas medidas pero si no hay un cambio cultural no servirán de nada.
–¿El machismo implícito en la sociedad también afecta?
–Es el tema central, históricamente han sido las mujeres quienes asumen la conciliación. El cambio implica abandonar ese modelo de 'ganapan', de una persona responsable del trabajo fuera y con ninguna responsabilidad dentro. Hay que superarlo ya pero estamos en ello, las mujeres son quienes todavía toman las medidas menos beneficiosas para su desarollo profesional.
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